Candil de la calle…

Por: Santiago Leiva

El renombrado escritor Gabriel García Márquez definía el periodismo como “el mejor oficio del mundo”. No se si el intelectual colombiano se inspiró en El Salvador para acuñar la frase, pero nada calza más a la perfección al periodismo salvadoreño. Yo añadiría incluso que somos “candil de la calle oscuridad de la casa”.

En El Salvador el periodismo es una carrera profesional con sueldo de “oficio”. Dudo que un periodista con cargo normal pueda ganar más que un albañil o un microbusero y tristemente los aceptamos sin levantar la cabeza.

Habrá quienes no compartan mi opinión, pero estoy convencido que lo único que nos define como profesionales es el título universitario que seguramente se empolva y envejece colgado en la pared. ¿Cuánto gana un periodista al mes?. Quizá $300, $500, $700 con suerte, y 1,500 dólares al mes si ostentan cargo.

La pregunta más importante sin embargo es por qué en El Salvador el periodismo se ha convertido en una carrera desvalorizada. Sencillo, porque nos hemos convertido en “candil de la calle y oscuridad de la casa”.

El periodista lleva impreso en la sangre el sentido humano, la vocación de servir, de ayudar a los demás. Así, pues nos convertimos en paladines para denunciar lo injusto y luchar por las causas de otros, pero somos incapaces de denunciar nuestros propios atropellos.

Nadie se para en una sala de redacción para dar un golpe en la mesa y protestar por el despido injustificado de un colega. Después de un despido individual o colectivo abundan las palabras de solidaridad, pero se quedan en simples palabras. En mi tiempo como periodista, 20 años, nunca he visto un protesta de comunicadores por una reivindicación salarial, solo quejas del diente al labio para que nadie escuche.

El gran problema del por qué pasa esto es porque los periodistas no tenemos quien nos respalde, y debido a eso aunque no estemos de acuerdo con los tratos en nuestros empleos decidimos “agachar la cabeza” para evitar un despido.

Obviamente es a partir de ahí que nos desvalorizamos primero por aceptar el maltrato y segundo porque aunque tengamos largos años de experiencia decidimos aceptar cualquier trabajo con un bajo salario. Total si no lo aceptas habrá una larga fila de estudiantes en su último año deseando una oportunidad aunque sea adhonoren.

Lo que intento decir en esta columna no es que nos radicalicemos, pero sí que nos unamos como gremio y que hagamos valer nuestra condición. No podemos seguir denunciando y resolviendo los males ajenos y no luchar por los nuestros. Total si los Medios de Comunicación son el cuarto poder, no nos olvidemos que el trabajo que esos medios publican es el nuestro. Feliz mes del periodistas amigos.