«La educación fue la llave que terminó de darme sentido de pertenencia»

Tito Chile Ama | Foto El Metropolitano Digital

Por: Liset Orellana

Llamarse Tito Chile Ama es una gran responsabilidad cultural para este joven arquitecto. Por su sangre corre una herencia histórica que no puede ni quiere ocultar.

Nació, creció y sigue viviendo en la población indígena de Izalco, Sonsonate, en el Occidente del país.

Su familia es un ejemplo de superación en medio de una comunidad que ha sido históricamente discriminada, olvidada y atacada.

Fue el primer joven indígena en ganar una beca en el prestigioso centro MIT (Massachusetts Institute Technology) en Estados Unidos, para estudiar Planificación Urbana y Regional; antes tuvo que perfeccionar su inglés en la Universidad de Virginia, Estados Unidos.

“Como familia hemos ido más allá y el bagaje histórico cultural que tiene el pueblo sabemos expresarlo, ese sentido de pertenencia hacia nuestras raíces es grande”, expresó el joven quien trabaja actualmente en la Secretaría de Cultura de la Presidencia.

Antes del MIT, Tito obtuvo otras becas para estudiar Desarrollo Rural enfocado para las comunidades indígenas en Israel y posteriormente Derecho Internacional Indígena en México.

Proviene de una familia luchadora, defensora de sus derechos y con un sentido de pertenencia que superó cualquier limitante para salir adelante. Es el tercero de cuatro hermanos; todos se han formado en la educación superior y han obtenido becas para estudiar en el extranjero.

Su madre, Juliana Ama de Chile de 60 años, estudia actualmente una maestría y es considerada una líder indígena. No es para menos. Su tío abuelo fue el cacique José Feliciano Ama (1881-1932), un líder indígena que dirigió el levantamiento campesino en 1932 donde fallecieron centenares de indígenas a manos de militares.

Desglosando su árbol genealógico, Tito y sus hermanos se convierten en la tercera generación de Feliciano Ama. Crecieron viendo a sus abuelas con refajos y hablando Náhuat a pesar de la “herencia del miedo” que se propagó después de la masacre de 1932 y que minó los corazones de los sobrevivientes hasta después de los Acuerdos de Paz en 1992.

El cacique José Feliciano Ama, preso después del levantamiento indígena campesino en 1932
El cacique José Feliciano Ama, preso después del levantamiento indígena campesino en 1932

Por hoy y gracias a las tecnologías, Tito se comunica fácilmente con su madre escribiéndole un whatsapp en Náhuat o enviándole un mensaje de voz en esa lengua.

Educación, la llave del éxito

Tito se atreve a afirmar que casi un 100% de la población indígena no tiene acceso a la educación y los que sí, sufren discriminación en un sistema educativo que no reconoce las raíces de nuestros ancestros.

“El 99% de la población indígena no tiene acceso a la educación y eso es cierto. No hay acceso a la educación básica por varios factores como la pobreza, por ejemplo. Además el sistema que tenemos es monocultural que nos dice que todos somos iguales y es falso. Nos han dicho que la población indígena no existe. La educación ha servido para la autonegación pero a mí me sirvió para ser más crítico”, apuntó.

En la universidad fue discriminado por ser indígena; “pero indígenas somos todos, ¿o no?”, cuestionó Tito.

Superando esas barreras el joven arquitecto siguió el ejemplo de sus padres y hermanos hasta que culminó sus estudios superiores y obtuvo becas para estudiar en el extranjero. Para él, la universidad le terminó de dar “el sentido de pertenencia” y de sentirse más orgulloso de sus raíces.

Sueña con realizar varios proyectos al interior de la Secretaría de Cultura, con formar una familia y con emprender su propia firma de arquitectos.