¿Tenemos independencia?

En un par de días sobrarán actos protocolarios: habrán desfiles, se recitará la oración a la bandera, sonará el himno de El Salvador una y otra vez; se colocaran costosas ofrendas florares al pie de la estatua de La Libertad, pero realmente ¿tenemos independencia?

Yo honestamente creo que no. Que no nos llaman esclavos; de acuerdo, pero esclavitud hay e independiente no somos.

Veamos: La mayoría estamos sumidos en la pobreza y eso nos convierte esclavos de un trabajo, de una empresa en la que se nos obligan a laborar más de ocho horas, en las que hay jefes con pensamiento de caporal de finca, y que nos pagan sueldos míseros.

Muchos salvadoreños también son esclavos de tarjetas de crédito, de tiendas de electrodomésticos, de empresas telefónicas, de las  redes sociales y el consumismo masivo, de la enajenación y por su puesto celebran septiembre el mes de la independencia comiendo donas al 2×1.

Celebramos la libertad y ni siquiera podemos movernos libremente. Qué joven residente en Apopa o Mejicanos puede caminar con libertad en algunas colonias de Soyapango o San Martín. ¿Por qué? Porque vivimos bajo el yugo de la delincuencia.

Existe también muchísima gente que se quedó anclada en los tiempos de la conquista. No nos llegan españoles en embarcaciones marítimas, pero seguimos cambiando nuestro oro por espejos. Basta una camisa, una tasa y hasta un abrazo para regalar nuestros votos a personajes corruptos que luego se roban la plata y quedan libres para su placentero descanso.

La forma primitiva de pensar también abarca las esferas del fútbol. Los salvadoreños vivimos enamorados y somos conquistados por equipos como Real Madrid y el Barcelona, y a los dirigentes de nuestro fútbol les basta que alguien hable con acento diferente para abrir las puertas de sus equipos, y hasta de la selección nacional.

La dirigencia de la Azul por ejemplo se dejó conquistar incluso por un nativo hondureño. Ramón “el Primitivo” Maradiaga seguramente ya está en su casita descansando en su hamaca con un buen manojo de dólares a cambio de nada más que vender humo al frente de la selección nacional.

El míster se embolsó buena plata por viajar y sentarse en el banquillo para ver como la Azul disputó 13 partidos sin conseguir un solo triunfo. Culpa no fue de los jugadores sino de los dirigentes que pagaron por humo y falsas ilusiones. Así que al menos yo lo tengo claro, seguimos dando oro por espejos, somos esclavos y existe mucha gente con mentalidad primitiva.