Uno nueve cinco: Dios te salve, patria desangrada

En tu seno, en efecto, hemos nacido y amado… y sí, sos el aire que respiramos y todo aquello que viene descrito en la “Oración a la bandera” que recitamos tantos lunes cívicos, tantos septiembres. Y ocurre que en este septiembre cumplís, nada más ni nada menos, que 195 años de “libertad”. Vas a disculpar que entrecomille, pero vos y yo sabemos que esto de la libertad no es tan sencillo. No es solo despertarte cada mañana y poder elegir qué vas a desayunar o qué ropa te vas a poner. La libertad, mi querida Patria, tendría que pasar por la soberanía de poder elegir un destino propio; la posibilidad de elegir con autonomía cómo será mi futuro. Y aunque vengo a celebrar tu cumpleaños, porque te quiero, y porque estamos eternamente conectadas por un hilo rojo invisible vos y yo, debo decirte tres palabras que suelen atemorizar a cualquier mortal: tenemos que hablar.

Verás. Siempre he estado orgullosa de vos. Sobre todo, de los tesoros y las maravillas que esconden tus paisajes. El valle del Jiboa, con el volcán (de dos picos) de San Vicente cerrando ese ‘cuadro’, es la paz de los buenos momentos de mi infancia. Los Chorros de la Calera, en Juayúa, siguen pareciéndome un pedazo del paraíso hecho cascada. La cercanía del puerto de La Libertad con tu capital es una eterna posibilidad de escape. Los nuevos espacios abiertos en el volcán de San Salvador son otra manera de mirarnos y de mirar la ciudad. Vos sabés que te quiero. Pero (ajá, vas a disculpar)…

¿En serio vamos a ir permitiendo las deformaciones a nuestro idioma que han ocurrido en los últimos días? ¿Vas a decirme que la petición de asilo del expresidente tuyo está basada en lo que significa la lucha por la democracia, la paz y la justicia? Digo, puede que haya entendido mal, pero es que siempre entendí, en los años en que fui a clases en aulas tuyas, que la gente que había luchado en la guerra andaba buscando lo mismo… pero me confundí porque al expresidente lo buscan por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, lavado de dinero y peculado. Por eso creo que no me lo estás contando todo. Y está bien. Tenés derecho a tener tus secretos. Pero no cuando te siguen desangrando, Patria. No cuando sigue habiendo todo lo que ya sabés. Muertos. Homicidios. Asesinatos. A diario. Violencia. Niños. Mujeres. Hombres. ¿En esas palabras sí estamos de acuerdo, verdad?

La muerte te coloca cintas amarillas por todas partes. Te desangra, ¿no? Bueno, sí, te concedo que en algunos meses de este año he leído por ahí que ha habido un descenso en el promedio mensual de asesinatos, pero también sabés que la violencia no pasa únicamente por matar a alguien. Pasa por tener un exfiscal que sobresee a un empresario y a la familia de este en los mismos días en que el exfiscal acude como invitado de honor a la boda de la hija del empresario. Pasa por tener unos rótulos LED en la Asamblea Legislativa para modernizar las votaciones de los diputados por casi medio millón de dólares. Pasa porque no todos tengan las condiciones mínimas de acceso a salud, educación y vivienda digna. Pasa porque las leyes prohíban el aborto bajo cualquier circunstancia, y encima se busque aumentar las penas para las mujeres hasta por 50 años. Pasa por ir en el bus y esperar que ni te asalten, ni te pase nada en el camino. Pasa por ir en el carro y esperar que no te tiren el carro ni te disparen porque hiciste algo que molestó al otro conductor. Pasa por las horas de tráfico, con un calor sofocante, porque cada vez somos más y tus veinte mil kilómetros cuadrados siguen siendo los mismos. Pasa por un montón de cosas, y lo sabés.

Perdoná que no te doy tiempo de réplica. Y que encima tengo que irme. ¿Solo puedo preguntarte algo más? Es que ando estudiando estas cosas de acción colectiva, movimientos sociales y demás, y dos personas a las que quiero y admiro entrañablemente me volvieron a preguntar por qué en El Salvador no logramos cambiar las cosas (esas que digo que te desangran). Y resulta que uno de los teóricos que hemos leído en estos días, Mancur Olson, hablaba de “incentivos selectivos” o mecanismos que impulsen o, de cierta manera, obliguen a las personas a ser parte de una acción colectiva (numerosa), porque el patriotismo resulta una motivación excepcional. Vos me disculparás, ya sé que esto empezó con la excusa de tu cumpleaños, pero es que a veces siento que, como país, te nos estás saliendo de las manos… ¿nos podrías decir qué nos ofrecés para que creamos que vale la pena enfrascarnos en una acción? ¿Qué incentivo selectivo nos darías a cambio de un movimiento que nos acerque un poco más de verdad a eso de “Dios Unión Libertad” que está bordado en tus banderas, y un poco más a eso de dar gracias y bendecirte, Patria sagrada? Disculpá, pero esos titulares de tantos entierros en lugar del desfile por tu cumpleaños, de juzgados que trabajaron horas extras para liberar al exfiscal y demás me siguen dejando la sensación de que sos (o estás) desangrada.