¿Por qué los egipcios adoraban a los gatos?

En muchas ocasiones hemos podido observar que los gatos en el antiguo Egipto, concretamente en el Imperio Nuevo (1550–1069 a. C), eran animales venerados por los mismos habitantes. Esto surge por dos razones: la primera, debido al culto hacia los dioses. La segunda,  el gato como animal doméstico, ambas conectadas entre sí.

Empezando con la primera, nos encontramos con los dioses Ra y Bastet. En la religión egipcia, Bastet es la personificación de los cálidos rayos del sol. Se la representa como una mujer con cabeza de gato o un gato entero y defendió a Ra, dios del Sol, contra los ataques de la serpiente Apofis. Un ejemplo muy claro de esta escena nos lo encontramos en la tumba de Inherkhau. Hay que mencionar que también Ra, en algunos mitos antiguos, adoptaba la forma de gato para descender a tierra.

En el Imperio Nuevo, el gato era considerado una encarnación del dios del Sol y la manifestación de la diosa Bastet. Los egipcios pretendían buscar el contento de la diosa, que simbolizaba el poder del sol, la protección del hogar y la alegría de vivir. Esto nos lleva a la segunda razón, ¿qué hacían los gatos?

Se opina que la domesticación empezó durante el 3er milenio a. C. El gato se convirtió en un animal de compañía apreciado por su dulzura, su encanto, su misterioso comportamiento, y sobre todo, por ser protector del hogar. Fueron muy importantes debido a su habilidad para hacer disminuir la población de ratones, que realizaban verdaderos estragos en los campos de cereales del Nilo, una zona de gran importancia económica. Además, mantenían limpias las casas porque al cazar ratas y serpientes, se eliminaba un portador de enfermedades graves, como la peste y los alrededores de los hogares próximos eran más seguros.

El gato logró una importancia que fue aumentando con los años, tanto en el plano religioso como en el social. En el Imperio Nuevo,  el gato es adiestrado para llevarlo a la cacería de aves.

Los egipcios tenían un gran respeto por sus vidas. Los miembros de la familia realizaban un funeral colmado de honores cuando el felino moría.  Se rasuraban las cejas como señal de aflicción y luto, y si disponían de recursos necesarios, el gato era embalsamado en un sarcófago especial. Cuanto más rica era la familia, más importante era el funeral y más suntuoso el sarcófago. Lo transportaban a la ciudad de Bubastis, para ser enterrado con solemnidad y se colocaban figuras con forma de gato como ofrenda para obtener el favor de la diosa Bastet.

El culto hacia los gatos era tan excesivo que incluso se crearon leyes sobre los gatos, las cuales eran muy estrictas, tanto que ni el faraón podía indultar a quien las quebrantara. Esto se puede observar en textos de algunos historiadores griegos.

Diodoro Sículo cuenta como la muchedumbre de Alejandría se lanzó contra un ciudadano romano que había matado un gato accidentalmente y pedían la pena de muerte para él.

Heródoto explica anécdotas en caso de incendio y las leyes aplicadas a los gatos:

«Cuando se declara un incendio, es sorprendente lo que sucede con los gatos. La gente se mantiene a cierta distancia cuidando a los gatos y sin preocuparse lo más mínimo de apagar el fuego. Pero los gatos se escurren por entre la gente o saltan sobre sus cabezas y se precipitan en el fuego. Y cuando esto sucede, los egipcios se quedan muy apenados»

«Si alguien mata voluntariamente a uno de estos animales es condenado a muerte y si lo hace involuntariamente, paga una multa que fijan en cada caso los sacerdotes…»

Ctesias habla de la batalla de Pelusium (525 a.C.), en la que se enfrentaron el rey persa Cambises II y el faraón de Egipto, Psamético III. Se cuenta que los persas idearon una estratagema para vencer utilizando en sus escudos representaciones de la diosa Bastet y capturando gatos para soltarlos durante la batalla y hacer que los egipcios pelearan con cuidado para no dañar a los gatos. Tras la batalla, los egipcios se refugiaron en Pelusio. Cuando asediaron la ciudad, Cambises II siguió utilizando a los felinos a su favor. Los soldados arrojaban a los gatos hacia la fortaleza y obligaban a los arqueros egipcios a disparar con precaución.

El culto a Bastet empezó a decaer a partir del 350 a. C. y desapareció totalmente en el 390 d.C. bajo orden de un decreto imperial. Subsisten, sin embargo, muchas pinturas murales que relatan las diferentes etapas de la vida del gato en la sociedad egipcia.

En 1890 en la aldea egipcia de Tell Basta, la antigua Bubastis, los arqueólogos descubrieron un antiguo cementerio en el cual se llegaron a contar trescientas mil momias de gatos embalsamados y colocados cada uno en un pequeño ataúd que reproducía la forma del animal. Al parecer, los sacerdotes llegaron a montar un lucrativo negocio alrededor de la venta de gatos momificados, ya que muchos habitantes consideraban un honor ser enterrado junto a gatos momificados, incluso los faraones.

Lamentablemente, apenas queda nada de ellos porque no interesaba en aquella época. Un comerciante británico se hizo con aquellas momias y las metió en la bodega de un barco rumbo a Inglaterra. Las machacó y las vendió como abono a campesinos en el puerto de Liverpool. Solo unas pocas se salvaron de aquello.

Tomado de HistoriaRum