“Nos hemos montado en el macho y hay que hacerlo correr”

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Por: Jorge Molina

Se ha cumplido un año desde que el actual gobierno asumió el compromiso de guiar a El Salvador y cambiar la realidad del país en todos los aspectos, incluyendo el cultural. Ramón Rivas, secretario de la Secretaría de Cultura, da su visto bueno al quehacer de la gestión actual en el ámbito cultural y la apuesta a una sociedad más humana, teniendo como base la educación y la cultura para lograrlo.

¿Cuáles han sido los logros en este primer año de gestión?

Hemos vuelto a posicionar la Secretaría de Cultura en la sociedad. Todo aquel descrédito que se le daba y como institución que había perdido su razón de ser, nos lo manifiestan, ya sea por escrito o de manera verbal, que, ahora, se percibe otro quehacer aquí en la institución. Otros de los logros han sido: Un ahorro y manejo austero del presupuesto aprobado; ordenamiento de los recursos de la Secretaría; nuevos recursos a través de la cooperación internacional; convenios de cooperación con grupos y artistas independientes, así como con empresas e instituciones públicas; revisión y reasignación de fondos para proyectos mediante el Programa de Transferencia de Recursos; contratación de equipo de trabajo para la creación del Instituto Superior de Artes (ISAR). Incluso, hemos logrado que el señor presidente de la República nos refuerce el personal del Ballet Folklórico Nacional. Otro de los grandes logros fue reestructurar la institución en una forma que fuera más operativa, porque antes había 16 direcciones nacional y, desde el punto de vista operativo, era imposible reunirme con 16 directores nacionales… no se podía trabajar en un día. Aparte de eso, había un montón de directores que, aquí, prácticamente, solo era el título de director, entonces era prácticamente imposible poder trabajar. Se conformó de nuevo la estructura organizativa.

¿Ha funcionado la política de austeridad? ¿Cuánto dinero se ha ahorrado?

Desde el inicio teníamos que trabajar en un plan fuerte de austeridad y nosotros, vimos oportuno eso porque cuando llegué a la institución yo tenía una deuda de casi $800 mil dólares. Habían muchas instancias que nos estaban cobrando y esto era complicado, porque a cada rato llegaban cartas o llamaban por teléfono. En el marco de esta nueva estructura, que también tuvo que ver con todo eso del plan de austeridad, empezamos a darnos cuenta de que se podía ahorrar. Por ejemplo, empezamos a ahorrar en gasolina y también en teléfonos. Empezamos a escudriñar la institución y nos dimos cuenta de un Programa de Transferencia de Recursos, en donde la Secretaría de Cultura, entrega a ONGs que trabajan por la cultura en distintos temas culturales, $618 mil con $150 dólares, entonces, nosotros consideramos de que había que ver cómo se estaba trabajando con los recursos que nosotros los enviamos a ellos. Muchas veces nos dimos cuenta de que ellos (las ONGs), estos recursos, los utilizan no de acuerdo a lo que indica el reglamento. Con el plan de austeridad, hasta la fecha, se ha ahorrado un aproximado de $150 mil dólares.

¿Habrá algún cambio en la política cultural o se mantendrá tal cual?

Yo creo que, ahorita, nos hemos montado en el macho y ese macho hay que hacerlo correr. Pero sí, falta bastante. Ahorita, ante las Naciones Unidas hemos presentado tres importantes lugares: Los Cóbanos, Ciudad Vieja y el Trifinio, para proponerlos como lugares emblemáticos candidatos, para que sigan todo el proceso para ver si llenan los requisitos y ser declarados patrimonios de la humanidad. Este es un largo proceso, pero, por lo menos, el país está tratando de mostrar más, porque ahorita solo tenemos Joya de Cerén con el estatus de patrimonio de la humanidad, pero queremos tener otros tres espacios.

¿Qué falta por hacer?

Mucho. Estamos comenzando. Ahorita creo que hemos puesto las bases para empezar a trabajar. Por ejemplo, yo quiero, a finales de este año o a principios del próximo, entregarle al país un nuevo sitio arqueológico. ¿Qué falta? Falta mucho. Tenemos la deuda histórica. En este país no tenemos un museo de historia, hay que hacerlo. Tenemos que terminar el Museo Nacional de Antropología: ahí hay que hacer todavía tres salas. Esto de la cultura hay que verlo como un proceso. Cuando pienso en lo que falta, inmediatamente pienso en proyectos, pero pienso más en términos de educación, porque por medio de la cultura hay que educar. Yo creo que estamos sentando las bases para tirarnos a todo este proceso. Lo más importante que falta ahorita, en términos de carácter operativo, para ser esto más estricto y tener lineamientos, es la aprobación de la Ley de Cultura y Arte, que está en la Asamblea Legislativa y que va a paso de tortuga, porque los honorables diputados, o es complicado el trabajo que tiene que hacer ahí o a saber qué están haciendo, pero van a paso lento.

Como Secretaría de Cultura, ¿a qué se le apuesta?

Es toda una apuesta la que llevamos en la Secretaría de Cultura. De lo que se trata es, y esto es un mandato que tenemos del señor Presidente de la República, mostrarle a la población salvadoreña de que el arte ya no es solamente algo que tiene que ver con el disfrute de las bellas artes en los museos o en actividades culturales en la calle. También se le apuesta a la memoria histórica de nuestro país. Tenemos un desconocimiento a todo. Somos la sociedad de los cinco minutos: después de cinco minutos usted no se acuerda de lo que sucedió. El mandato que hemos recibido es trabajar para la puesta en valor, por medio de la investigación, de la memoria histórica. Contar el por qué sucedieron las cosas, porque usted no puede caminar regularmente y, va a caminar como un sonámbulo en el presente, si no sabe el por qué han sucedido las cosas como han sucedido, y es fácil que usted se deje influenciar por otros cuando usted no conoce su verdadera historia. Se trata de hacer ciudadanos conocedores, porque al ser conocedor usted es crítico y consciente de lo que está viviendo.

¿Cómo se pueden cambiar los paradigmas de la población salvadoreña?

A través de la educación. El paradigma es ver si le damos vuelta, en el sentido de ver que la cultura es un producto del ser humano y que la cultura se hace en relación con los demás y que nadie nace con cultura. La cultura se aprende. En ese sentido, la cultura y el valor que le ha dado el señor presidente de la República es que, la cultura ahora, juega un papel trascendental en toda la política del gobierno y es un eje transversal que toca lo social, lo económico, lo político, la salud, el medioambiente e incluso, la religión, con eso de inculcar nuevos valores. Por muy alejada que se encuentre una comunidad, por muy tradicional, la religión es un factor clave, así como la organización de una comunidad. Que nadie se extrañe ahora si se habla de inculcar una cultura de saber escuchar al otro, escucharlo y entenderlo, ¿para qué? Para llegar a una cultura del buen vivir, del entendimiento. El buen vivir es la filosofía que lleva el gobierno, un buen vivir adaptado a nuestra realidad, es decir, ir creando más el humanismo en el ser humano.