El Metropolitano Digital
La alegría de los payasos terapéuticos invadió el área de Pediatría del Hospital Nacional San Juan de Dios, de San Miguel, donde a más de 50 niños se les engrandecieron los ojos de emoción y en sus labios se marcó una sonrisa, al ver a un grupo de personas voluntarias con una nariz roja, que les llevaban juegos y figuras de globos para aliviarles el dolor.
Con vestimentas y pelucas de colores, las 28 personas que forman parte de los talleres de payasos terapéuticos que imparte la Secretaría de Cultura de la Presidencia, a través del proyecto de Intercambio de Experiencias de Teatro Infantil La Colmenita, llegaron como voluntarios con la misión de crear sonrisas en los infantes, y sus acompañantes, que por algún motivo se encuentran en el hospital.
La visita a Pediatría, que tuvo lugar este 1 de julio, duró alrededor de dos horas, tiempo durante el cual cada payaso hizo su mayor esfuerzo y encontró la metodología adecuada para cautivar la atención de los menores.
Jugaron a ser héroes, a decir que la medicina eran “poderes” que los médicos o las enfermeras les transmitían para que fueran más fuertes, les contaron cuentos basados en sus realidades e hicieron que se conociera un paciente con el otro. También, la alegría era trasmitida a los padres y madres de familia que se encontraban cuidando a los pacientes, quienes agradecieron por llevarles un momento de felicidad a sus hijos.
“Es algo muy bueno porque a los niños les alegra. Ellos están pasando una etapa difícil por las enfermedades y que vengan los payasos es una gran cosa. Mi niño está alegre y feliz, y eso como madre se los agradezco, porque mi alegría es mi bebé. Es una buena terapia lo que están haciendo”, dijo Cristina Murillo, madre de un pequeño.
Esta visita fue la primera práctica que los nuevos payasos terapéuticos de San Miguel realizaban para mostrar lo que aprendieron en el taller que les brindan las payasas terapéuticas de La Colmenita, Aniet Venereo y Alina García Espinoza.
“El interactuar con niños ha sido una de las experiencias más hermosas de mi vida. Al principio me costó compatibilizar con una de ellas, era tímida, la mamá me lo dijo. Intenté con un globo y con una pelota, pero descubrí que a ella le gustaban las burbujitas. Logré que se riera y eso me alegró mucho. Fue una experiencia muy bonita”, expresó María Teresa Escobar, estudiante de la Licenciatura de Fisioterapia y Terapia Ocupacional, de la Facultad Multidisciplinaria de Oriente de la Universidad de El Salvador (UES), en San Miguel.
