Estados Unidos ordena retirar al personal no esencial de su embajada en Cuba

Agencias

Todo comenzó con una sucesión de enfermedades entre el cuerpo diplomático estadounidense en La Habana. El pasado noviembre, funcionarios y familiares empezaron a faltar a su trabajo en la embajada, aquejados de síntomas similares.

Mareos, fuertes dolores de cabeza, pérdida de audición… Desde entonces hasta hace unas semanas, la serie de males ha afectado a 21 miembros del personal.

Los misteriosos ataques sónicos han crecido hasta poner en peligro las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, restablecidas hace tres años como parte de un histórico deshielo impulsado por el presidente Obama, que incluyó la reapertura de embajadas medio siglo después. Washington ha decidido no cerrar por ahora su legación, pero sí retirar a los empleados menos esenciales, aproximadamente un 60%.

El Departamento de Estado justificó ayer la decisión en la necesidad de «proteger a nuestro personal diplomático», combinada con una seria advertencia a los estadounidenses del «riesgo» que corren si viajan a la isla.

El anuncio se produjo tres días después de que el secretario de Estado, Rex Tillerson, mantuviera una intensa reunión con su homólogo cubano, Bruno Eduardo Rodríguez Parrilla. El hombre de Raúl Castro fue muy efusivo en el intento de convencer al canciller norteamericano de que su Gobierno puede proteger a los estadounidenses en La Habana.

Además de un revés para una apertura política, muy conveniente para el régimen castrista, la medida adoptada por Washington perjudica a la principal fuente de ingresos de Cuba, el turismo.

La Administración Trump está convencida ya de que el Gobierno cubano no está detrás de los ataques sónicos y reconoce su esfuerzo y ayuda en las investigaciones.

En un gesto con pocos precedentes, el régimen ha permitido y colaborado con el FBI en el empeño por esclarecer qué y quién está detrás de los insondables ataques.

Pero Washington sí le hace responsable de la falta de seguridad de sus diplomáticos, después de un cúmulo de medio centenar de ataques sin explicación aparente. Motivo por el cual se ha planteado hasta el cierre de la embajada, opción que todavía no descarta.