Un movimiento en boga: hay personas que creen que la Tierra es plana

Mike «Loco» Hughes tenía todo listo para el despegue. Había gastado más de 20.000 dólares para construir un cohete con pedazos de metal reciclados, que montó en una plataforma de lanzamiento casera, armada en la cola de una casa rodante. Su objetivo: volar a casi 600 metros de altura sobre el desierto de Mojave, en California. Su anhelo: conseguir más dinero, construir otro cohete, llegar al espacio y probar que la Tierra es plana.

«Lo que pasó, lo que descubrí, lo que investigué por cuatro, cinco o seis meses, y no lo puedo descartar, es que el mundo, creo, honestamente, es plano», afirma Hughes en un video en su página en YouTube. «Por supuesto que tiene montañas, pero no hay curvatura», insiste.

Al final, Hughes debió cancelar su vuelo porque el gobierno le negó un permiso, y su nave sufrió problemas mecánicos.

«Ha sido muy decepcionante», lamentó, según el periódico USA Today.

Intrépido, Hughes prometió encontrar la vuelta e insistir hasta lograr volar.

En Estados Unidos hay personas que creen que la Tierra es plana. Se los conoce como Flat-Earthers. Hughes, un chofer de limosinas de 61 años, cobró fama en los últimos días con su temerario proyecto. En el fuselaje rojo de su cohete había escrito, en letras amarillas y blancas: «Investiguen Tierra Plana».

El movimiento parece vivir un pequeño auge. La revista británica The Economistreveló hace poco que las búsquedas en Google en los últimos dos años en Estados Unidos la frase «Tierra plana» han aumentado más de un triple. A principios de noviembre último, en Raleigh, una ciudad de Carolina del Norte, se realizó la primera Conferencia Anual de la Tierra Plana. Una de las charlas se llamó: «NASA y otras mentiras espaciales». Los creyentes tienen su propio foro: la Sociedad de la Tierra Plana. (Elon Musk, fundador de SpaceX, preguntó hace unos días en Twitter: «¿¡Por qué no existe una Sociedad de Marte plano!?») Y también tienen celebridades: el rapero B.o.B. se sumó a la causa con una foto suya en Twitter donde se ven dos ciudades en un horizonte que, a la vista, parece plano.

«¿Dónde está la curva? Por favor, expliquen esto», escribió el músico.

Unos meses después, en septiembre, fue más allá: lanzó una campaña de recaudación en la página GoFundMe para recaudar un millón de dólares y lanzar «múltiples» satélites al espacio con el fin de «encontrar la curva» de la Tierra.

Varios astronautas, entre ellos, Buzz Aldrin, el segundo hombre en caminar sobre la luna -otro hecho del que descreen muchos entusiastas de las conspiraciones-, no dudaron en responderle. Scott Kelly, quien pasó un año en el espacio, publicó un video de una órbita completa al planeta, donde se ve con claridad su forma, y urgió al rapero a donar el dinero recaudado -menos de US$ 7000 de la meta de un millón de dólares, en dos meses- a las víctimas del huracán María en Puerto Rico.

El movimiento integra un fenómeno más amplio: la fascinación que despiertan varias teorías conspirativas en la primera potencia económica y militar del globo. Una de las más peligrosas ha sido la creencia de que las vacunas causan autismo, algo que no ha sido avalado por ningún estudio científico serio, y uno de los motivos que contribuyó, hace dos años, a un brote de sarampión. Una de las personas que ayudó a propagar esa creencia fue el propio presidente, Donald Trump, quien también ha dado aire a otras teorías conspirativas. Una de las más famosas: que Barack Obama no nació en Estados Unidos.

Uno de las razones por las que la gente se aferra a sus creencias es un rasgo humano que los científicos llaman «sesgo de confirmación», una tendencia a buscar y favorecer información que ratifica lo que creemos. Ese sesgo ayuda a entender, por ejemplo, a la gente que descree la ciencia que explica la incidencia humana en el cambio climático.

Hughes está convencido de que la Tierra es plana, y de que las «caminatas espaciales» de los astronautas son montajes. Tan convencido está, que está dispuesto a arriesgar su vida intentando ir al espacio.

Tomado de La Nación