La matanza de Florida arranca las primeras restricciones de armas en décadas

Agencias

«Este tiroteo es diferente de los anteriores. Tengo un buen presentimiento Algo va a cambiar». Las palabras de Daniel Bishop, de 16 años, superviviente de la matanza que segó la vida de diecisiete compañeros en las aulas del Marjory Stoneman Douglas High School, moldean el espíritu con que un centenar de estudiantes cubrieron en autobús los 650 kilómetros que separan su instituto del Capitolio de Florida.

Ni el primer revés de la Cámara de Representantes estatal, que rechazó casi a su llegada una moción para restringir los rifles de asalto como el que empleó Nikolas Cruz, parece desanimar la mayor movilización de jóvenes estadounidenses frente a las armas de fuego que se recuerda.

El anuncio de Trump de impulsar la prohibición de los «bump stock», los dispositivos para multiplicar la velocidad de disparo de las semiautomáticas como la AR-15, aunque no fuera empleada en Parkland, abre la puerta a otras medidas de control. Entre la esperanza de las primeras restricciones legales a las armas de fuego en Estados Unidos desde 1994 y el escepticismo de un país tan polarizado ideológicamente, arranca una batalla sonora pero de incierto final.

La ofensiva de los estudiantes es de largo recorrido. El martes daban el último adiós a sus compañeros. Hoy, pasaron del luto a la acción. Su concentración ante las puertas del legislativo estatal en Tallahassee coincidió con la visita de una representación de padres y profesores del instituto a la Casa Blanca, donde Donald Trump escuchó las mismas demandas de control de las armas y de seguridad en los centros educativos.

En Florida, familiares de las víctimas y supervivientes de la otra gran matanza reciente en el estado, la del nightclub de Orlando, donde Omar Mateen segó la vida de 49 personas en junio de 2016, se sumaron a la concentración. En Washington, la entrevista con Trump no es sino la antesala de la gran manifestación convocada para el 24 de marzo en el Mall de la capital, donde se espera la llegada de cientos de miles de jóvenes de todo el país.

Antes, el día 14, cuando se cumpla el primer mes desde el trágico tiroteo, el instituto de Parkland reunirá otro llamativo acto de silencio por los compañeros malogrados. Y habrá más. La movilización tendrá continuidad el 20 de abril, coincidiendo con el decimonoveno aniversario de la masacre del Columbine High School, en Colorado, donde se recordará a los doce alumnos y al profesor asesinados por dos estudiantes que posteriormente se suicidaron. La campaña va a ser posible gracias a los miles de dólares en donaciones que están recibiendo los organizadores de particulares, algunos de ellos famosos.

En un ambiente de permanente choque ideológico como el que se respira en Estados Unidos, no podían faltar las primeras suspicacias. En los sectores conservadores radicales se ha insinuado que la movilización estaría infiltrada por movimientos de la extrema izquierda.

Hace dos días, fue expulsado del Capitolio de Florida un asistente del representante republicano Shawn Harrison, por afirmar que dos de los portavoces del instituto de Florida eran actores que ya habían comparecido después de otros tiroteos. Sin embargo, a diferencia de crisis precedentes, medios conservadores como los neoyorquinos «Wall Street Journal» y «New York Post», ambos propiedad de Rupert Murdoch, están apostando abiertamente por aprobar limitaciones en el acceso a las armas.

El alcance real de los cambios legislativos es una incógnita. La primera ficha la ha movido Donald Trump, aunque por el camino más fácil. La prohibición de los dispositivos para acelerar los disparos, ordenada al Fiscal General, es la única medida que no ofrece resistencias. Ni siquiera de la Asociación Nacional del Rifle.