Carmen, la mujer que renació

Muestras de su labor periodística se pueden leer en algunos periódicos del país y también la Universidad Benedicting de Chicago expone una pieza de su trabajo fotográfico.

Por: Lenny Castro

Periodista, madre, activista y feminista… Son muchas las etiquetas que se le pueden poner a Carmen Rodríguez, esta periodista quien actualmente se encuentra radicada en Buffalo, Estados Unidos es un ejemplo de la tenacidad y perseverancia de la mujer salvadoreña.

Carmen, vivió en carne propia la opresión de la violencia de género por parte de su exesposo y tuvo que sobrevivir a ella, así como a los estigmas de una sociedad patriarcal, antes de levantarse y reafirmar lo que Amado Nervo plasmó en sus letras donde reza que “somos los arquitectos de nuestro propio destino”.

Desde el que hace casi dos años es su nuevo hogar, nos habló de su vida actual, sus sueños y de cómo su pasado dejó cicatrices imborrables, recordatorio constante que es una sobreviviente.

Al escuchar su voz ronca y pausada, uno se da cuenta que está frente a una persona ecuánime. Según avanzamos en la conversación, mi concepción de la personalidad de Carmen crece y perfila a una mujer ingeniosa y llena de vida; también comprendo que la experiencia le ha enseñado el poder de la perseverancia.

Esa persistencia la ayudó cuando tomó la difícil decisión de salir de su país para reinventarse en otra tierra y la que le ha permitido trabajar en su profesión como periodista, a pesar que lograrlo ha sido una faena difícil.

Actualmente trabaja como corresponsal de prensa y colabora con medios salvadoreños tales como La Prensa Gráfica, El Salvador Times y para otros medios de Latinoamérica, así como el Programa de las Américas. Su especialidad son temas que estén relacionados con migración y derecho.

Su llegada al mundo de los medios no es casualidad, previo a su matrimonio abusivo, estudió periodismo en la Universidad de El Salvador (UES) y el medio que la vio nacer como comunicadora, después que le tocará recoger los trozos de lo que era su vida, fue el periódico digital La Página, allá por el 2010.

Quizá por su experiencia de vida, las áreas que más le apasionan son los que tienen que ver con las áreas jurídica, fiscal y policial. Es consiente que, si en el pasado ella hubiese conocido tanto del sistema judicial como hoy, su vida hubiese sido distinta.

La gran lección que su profesión le ha dado, es el poder que otorga el conocimiento, un arma invaluable para la sobrevivencia.

Miedo al cambio

Después de los agravios vividos por años, y según sus propias palabras odiar los fines de semana ya que era cuando las agresiones alcanzaban un crescendo que no se detenía por la calidad de alcohólico de su expareja, tuvo que reconocer que era víctima de la violencia y que tenía que defenderse o podría perder a su hijo o su propia vida.

Este último paso no fue nada fácil, porque estaba atrapada en una situación que para ella se veía insostenible, no contaba con un trabajo fuera de casa y aunque tenía un pequeño negocio, en gran medida dependía económicamente de él. Quien nunca dudo en usar el poder económico para mantener su posición de superioridad frente a ella y las leyes.

Amigos y familia desconocían el infierno que vivía y del cual ella – como otras tantas atrapadas en la espiral de violencia de género – no quería hablar por vergüenza y evitar las recriminaciones de hombres y mujeres machistas que siempre culpan a la mujer.

Y no se equivocó, cuando logró emerger de su viacrucis con la ayuda de una psicóloga, quien le mostró que su relación era zahiriente, vinieron las recriminaciones y menosprecios de otros. Recuerda que eso fue una constante, inclusive cuando estaban en el proceso de divorcio la misma juez adujo que su trabajo (como periodista) no era un trabajo por laborar en un medio digital.

En 2012, con un empleo que para otros no tenía valía, sumado a otras agravantes que le dan el poder al hombre en nuestra sociedad, Carmen tuvo que conformarse con perder la custodia de su hijo por no contar con los medios suficientes para mantenerlo y se le asignó una cuota alimenticia.

Tuvo que conformarse con ver a su hijo cada 15 días y poco a poco ese lapso de tiempo se fue alargando, siempre había excusas por parte del padre, para que no lo pudiera ver. Él aducía que el niño no quería ir o tenía otras actividades.

“Poco a poco me quitaron el derecho de ver a mi hijo” recordó Carmen, quien también fue victimizada por el sistema, que le negó sus derechos como madre.

Después de la separación con su hijo cuando era niño, ahora que él es casi un adulto recién han retomado la comunicación y espera que algún día él comprenda la magnitud de la situación en la que ella se encontraba y porqué tomó ciertas decisiones en aquel momento.

En retrospectiva, esta comunicadora cree que tuvo mucha suerte de salir viva de esa relación turbulenta, destino que para otras ha sido muy diferente, ella desde su profesión es una activista que busca generar conciencia sobre el tema de la violencia de género.

Recientemente en una columna de su blog, contó su historia y lo que más llama la atención de ella, es el sufrimiento y contundencia que, aun después de tanto tiempo, reflejan sus palabras: “Este hombre nunca me amenazó de muerte, pero no era necesario. Yo supe que, si no escapaba en ese momento y me quedaba, no iba a salir nunca más. Cuando pedí medidas de protección, luego de la última agresión agradezco que mi caso lo vio un juez de familia que sabía sobre la violencia de género.” Citó.

Ese mismo conocimiento y su instinto de preservar su vida, también la llevaron a tomar la decisión de alejarse de El Salvador, ya que después de su divorcio, el padre de su hijo quería seguir con otro tipo de maltrato, el psicológico. Ese que no se ve, pero hace el mismo o más daño que los golpes y deja marcas imborrables.

Esta sobreviviente recordó que, a raíz de un mal entendido, aun en la distancia, la reacción de él fue desmedida y le dijo que no regresara a El Salvador porque si lo hacía, él se encargaría que no volviera a salir nunca del país. Ella está segura de que él puede hacerle daño. Esa es una de las razones que la mantienen lejos.

Renovarse

Ahora Carmen, se encuentra en el proceso de reconstruir su vida laboral en Estados Unidos, pero ha tenido que vencer una serie de obstáculos. Armada con su visa de periodista y sus conocimientos se ha lanzado a trabajar de forma autónoma.

Relató, cómo el sistema judicial norteamericano es totalmente diferente al de El Salvador. En nuestro país la prensa no es cuestionada o sometida a interrogatorios antes de proporcionar cualquier tipo de información, en USA son más celosos de las pesquisas.

“Conectarse profesionalmente ha sido muy difícil, no encontraba un trabajo fijo. Yo comencé por mi cuenta a hacer periodismo independiente, empecé a buscar historias sobre latinos e incidencias en migración.” Narró.

Es así como en la actualidad esta periodista trabaja a su propio ritmo e investigando; entre algunas de sus noticias que se han podido leer en nuestro país están:

Machismo y crímenes de género: La otra cara de la violencia en El Salvador (para el Programa de las Américas)

Salvadoreña con TPS: “Tenemos miedo y sentimos que el Gobierno salvadoreño no nos apoya” (elsalvadortimes.com)

Experto salvadoreño en pandillas se une a la guerra contra MS: EUA (LPG)

Su trabajo ha ido ganando reconocimiento poco a poco y eso la llena de satisfacción. En el ámbito personal también ha comenzado de nuevo, ahora tiene una relación de pareja, con un norteamericano, quién ha sido de gran apoyo ya que comparten su pasión por el periodismo.

En la distancia, ha sido la familia de su compañero actual quien la ha hecho sentir cobijada y querida. Al estar lejos de su propia familia, ese es un consuelo enorme.

A su pareja lo conoció en El Salvador, en una universidad donde él impartía clases de fotografía, Rodríguez recuerda que él iba y venía para verla; además de estar trabajando es sus exposiciones fotográficas, las cuales ha llevado a otros países latinoamericanos tales como México, lugar de donde también ella ha hecho una serie de fotografías de altares y fue tan bueno su trabajo que, una de ellas ha sido incluida en la galería de arte de la Universidad Benedicting de Chicago.

Al cuestionarla sobre el hecho de que si su vida allá es dura o no, su respuesta es cruda y realista. Lo cual denota una verdad sin medias tintas “La gente cree que después de migrar tu vida es glamorosa, pero no es así… Hasta el hecho de enfermarte es un privilegio”.

Fotografía de Carmen expuesta en Universidad Benedicting de Chicago

Su respuesta refleja claramente el hecho de que en EE.UU. la salud es pública pero no por eso es gratuita como mucha gente cree fuera. Los ciudadanos y los residentes legales de Estados Unidos deben cancelar altas sumas de dinero al año para poder acceder a la atención médica, razón por la que una gran cantidad de personas se encuentran excluidos del sistema de salud.

Carmen, es consecuente con ese hecho de que enfermarse allá es un lujo que muchos migrantes no se pueden permitir, ese es el precio que se paga al vivir en una sociedad que tiene un grave problema, en aumento, de desigualdad de ingresos. Lo que deja a muchos en una situación precaria y sobre todo vulnerable.

Ella, ha tenido el privilegio de llegar a esas tierras de forma regular y tiene que enfrentarse a la misma realidad que otros que lo han hecho de forma indocumentada, frente al tema de salud y otros como el racismo. Desde su óptica de periodista puede apreciar las actuales políticas migratorias de una forma objetiva y sabe que van dirigidas a frenar la migración a cualquier precio.

Realidad que marca

“La vida acá no es fácil, tenés que trabajar mucho, eso lo hace a uno valorar más lo que tiene allá”. Explicó, antes de continuar relatando que, como migrante se ha dado cuenta de otra realidad con relación a nuestro país, que muchos que vivimos acá no vemos.

Para ella, como salvadoreños permitimos muchas cosas que moralmente no son correctas y somos intolerantes con otras que no tienen la misma magnitud.

Ella, en la actualidad ha encontrado mucha satisfacción en el hecho de generar conciencia sobre los problemas que tienen los migrantes, por medio de sus notas de prensa. Ha sido testigo de primera mano del calvario que viven muchos de ellos.

Recuerda que, en una de sus incursiones en la búsqueda de información, durante la conocida caravana de migrantes que llegó a la frontera de México con Estados Unidos, conoció a un joven que necesitaba comunicar a su madre que estaba vivo, después de más de un mes de camino.

Carmen, no dudo un segundo en pedir ayuda a sus colegas de El Salvador para lograr la comunicación. Son hechos como ese, a veces sencillos pero significativos los que marcan y generan conciencia desde su punto de vista. Ya que muchos no sabemos los privilegios que tenemos, hasta el hecho de poder hacer una llamada no está al alcance de muchos.

Llegar de forma legal a otro país para encontrar un futuro más digno, es un lujo para la gran mayoría de connacionales.

Antes de finalizar la entrevista, no pudo faltar la pregunta ¿Si tuvieras oportunidad qué cambiarias del pasado? Ahí es donde desaparece la profesional y reaparece la madre y mujer para afirmar entre lágrimas. “Hubiera hecho más de lo que hice para no perderlo a él –  a mi hijo – en las cortes… Después aprendí mucho; en aquel momento yo no conocía a nadie que me pudiera haber asesorado, hice lo que pude, lo que estaba en mis manos”.

Carmen tiene conciencia que el “hubiera…” no existe, pero espera con ansias poder reestablecer una relación más cercana con su hijo, también se ve a futuro y en 10 años no se imagina viviendo en EE.UU., extraña demasiado la cultura y el sabor de Latinoamérica. Sin embargo, independientemente de lo que suceda tiene la seguridad que su vida y su fe le pertenecen.