El primer diputado abiertamente gay de Guatemala: “Quiero creer que mi elección es fruto de un cambio”

El País

Dávila se ha convertido en un pionero en un país en el que la homofobia sigue siendo común en el día a día. En Guatemala, dice, lo que no se conoce se agrede. Los fríos datos parecen darle la razón: en lo que va del año, el colectivo LGTBI ha sufrido crímenes de odio como nunca antes. Casos como el de José, en Huehuetenango (norte, frontera con México), asesinado y en cuyo cadáver escribieron oprobios con una navaja, o el del crimen de dos lesbianas en El Progreso (este), en cuyos cuerpos —amarrados uno junto al otro— también se escribieron mensajes de odio. Crímenes de otra era en muchos otros países de la región y que en el caso guatemalteco permanecen aún como una constante.

Con todo y el machismo imperante, su victoria en la carrera por un puesto en el Parlamento —a mediados de junio— es un importante paso, también en el terreno de lo simbólico, hacia una sociedad más tolerante. «Quiero creer que el escaño ganado es por tolerancia, por respeto, por aceptación… También tiene que ver con la unidad de la diversidad sexual: me atrevo a decir que la mayoría de votos con los que gané provienen de ahí. Pero también de gente que conoce y reconoce mi lucha contra la corrupción y la impunidad. Gente que vio en mí más allá del gay para encontrar a alguien dispuesto a luchar por una Guatemala mejor».

Desde el Legislativo, subraya, Dávila también luchará por una mayor inclusión de la mujer en la administración pública, otra de las grandes asignaturas pendientes: en la próxima legislatura la representación femenina quedará reducida al 20% de los escaños. Y eso, cuando en el padrón electoral hay mayoría de mujeres. «Estamos en un país donde las mujeres están en clara desventaja. Tienen menos acceso a la educación, a la salud, al trabajo y a la justicia… Es algo que tenemos que erradicar. En nuestra agenda está el promover el respeto a los derechos integrales de la mujer y el incentivarlas a participar en política».

Será un trabajo arduo, con una batería de propuestas que no se limitarán a trabajar por el colectivo gay. «Mi agenda es la de los derechos humanos de las poblaciones históricamente excluidas —juventud, mujer, pueblos indígenas, personas con discapacidades, personas que viven con VIH— y, obviamente, la de la diversidad sexual», añade en conversación con EL PAÍS. Principios de acción a los que se suma otros dos vectores que orientarán su tarea parlamentaria: la lucha contra la corrupción y la batalla sin tregua contra la impunidad.

Pero la guía que regirá su carrera legislativa será, por encima de todo, «salir del Congreso con la frente en alto, como he llegado. Y demostrar que desde la diversidad sexual trabajamos por todas las personas. Que no llegué con la agenda gay».

Una sociedad intolerante

Hasta mediados de junio, el Observatorio de crímenes violentos contra la diversidad sexual ha documentado hasta 12 casos de asesinatos atribuibles a la orientación de las víctimas en Guatemala, según informa a EL PAÍS el secretario general de la Red Nacional de Diversidad Sexual, Carlos Romero, que señala también que existe un subregistro atribuible a que no existe un patrón unificado para documentarlos.

El reto de construir una sociedad más tolerante es un reto complejo y de largo plazo. «No es tan simple. La exclusión el algo estructural y el Estado rehúye sistemáticamente su responsabilidad», apunta Romero. «No existe de su parte un verdadero interés: cualquiera se siente con derecho a agredirnos, a disminuirnos, a volvernos invisibles». Con todo, dice tratando de abrir una puerta a la esperanza, «hemos logrado pequeños avances y la juventud llega con criterios más tolerantes».

El papel de las iglesias —católica y, más recientemente, evangélicas—, tan influyentes en Guatemala, tampoco ayuda a cambiar las cosas a la velocidad deseada. «El poder político es muy tradicional y, para poder sostenerse, tiende puentes con otros poderes igualmente tradicionales: el económico, el religioso y el de las familias tradicionales. Todo un frente articulado para anular cualquier esfuerzo de cambio», cierra el responsable de la Red Nacional de Diversidad Sexual.