Así resucitó Zidane al Real Madrid en tres semanas

El Mundo.es

Dos aviones, dos vuelos, uno de ida y otro de vuelta. Uno largo (tres horas y pico), denso y con bruma de preocupación y otro corto (apenas 50 minutos) y alegre, con ganas de coger por la pechera el sábado noche de la capital, en víspera de elecciones. El primero llevó al Real Madrid hace hoy tres semanas a Estambul entre turbulencias, justo después de perder en Mallorca y con Zinedine Zidane bajo amenaza de desahucio en caso de una nueva derrota en la Champions. El segundo trajo a los blancos de Bilbao a Barajas, tras arrollar al Eibar firmando la mejor actuación en meses, quizá en el último año.

No sería una locura echar la cinta hacia atrás y comparar la primera parte de Ipurúa -una delicia de juego en corto, combinaciones y ritmo constante- con aquella vistosa goleada a la Roma con Julen Lopetegui en el banquillo, septiembre de 2018, en lo que sólo fue un espejismo que anticipó la caída al vacío del corto viaje del ex seleccionador. Fue despedido semanas después.

«Muy muy muy buena», resumió Zidane la apertura del pasado sábado, tan contento como sus jugadores -y el club- por el salto adelante del equipo. Precisamente, en torno al entrenador surgió una conjura de ánimos que se enlazó después con la indudable mejora sobre el césped, un progreso individual y colectivo, línea por línea: del crecimiento de Courtois al despegue de Hazard, pasando por la sangre juvenil de Valverde o Rodrygo. La sombra de José Mourinho, como posible sustituto si las cosas no iban bien en Estambul, puso en guardia a un vestuario tan receloso del portugués como agradecido, en su mayoría, a la figura de Zidane. Casi todos le deben mucho, entre numerosos títulos (en el pasado) y confianzas presentes.

El francés, en vez de apostar por una profunda revolución en la plantilla, pidió dar una oportunidad más a un grupo de campeones donde todavía intuía apetito ganador. Los mismos pero con retoques; los mismos, pero reactivados. Los mismos y alguno nuevo.

‘Match ball’

De la tensión en aquellas horas previas al partido con el Galatasaray, con los jugadores muy molestos por las dudas alrededor de su técnico, salió un Madrid comprometido, capaz de salvar el match ball turco y desde ese momento empezar a mejorar en todos los aspectos. Allí falló muchas ocasiones, pero ya cobró protagonismo su portero (tres paradas en los primeros minutos), un pilar imbatido desde que el Mallorca le marcara, el 19 de octubre. Hoy presenta ya 543 minutos sin agacharse hacia su red, batiendo la mejor racha de Keylor Navas. La suspensión del clásico eliminó un test siempre peligroso y dio días de descanso al Madrid antes de la goleada liberadora ante el Leganés.

Luego llegó el frenazo del Betis, un aviso aún de los achaques de puntería, hasta que el grifo anotador se abrió del todo en los dos últimos partidos, Galatasaray y Eibar, 10 goles a favor y ninguno en contra. Buen juego e intensidad. Otro aire, nada que ver con el tono mortecino de Mallorca y de tantos encuentros anteriores. «Estamos siendo contundentes en las dos áreas», resume Dani Carvajal, también fuerte otra vez en su carril.

«Esto es Zidane», recuerdan en las alturas del club para ensalzar la mano del entrenador con sus futbolistas, la gestión que tanto se alabó en la anterior etapa. Si la presencia de Lucas Vázquez en el último once, en lugar de Rodrygo, chirriaba en los móviles el sábado por la tarde, al conocerse el once, su buen partido posterior daba la razón al marsellés. Descanso para el niño maravilla y chute anímico para un suplente, el gallego, que ya le dio bastante en el pasado. Quiere que todos se sientan importantes, en el campo y en el banquillo. Hasta de las lesiones ha sabido sacar fruto ZZ. De la necesidad, virtud. La desaparición de James Rodríguez y Bale, con foco en el inicio de curso -a pesar de rozar la salida en verano-, ha creado espacios para piezas que ahora parecen fijas ya en el esquema blanco.

Estrategia del club

Pocas cosas gustan más en el club que ver la eclosión de chicos como Valverde Rodrygo. A los dos se les defendió este verano como jugadores importantes por lo que se intúia que podían dar. El uruguayo imita la historia de Zidane con Casemiro en el invierno de 2016, cuando el brasileño reforzó a un conjunto tembloroso. Ahora, a la robustez del consolidado brasileño, se ha unido el dinamismo de un chico de pierna larga y pulmones inagotables. Su gol del sábado hizo cruzar muchos mensajes de wasap entre sus descubridores en el Real Madrid, recordando a los incrédulos que el centrocampista además de gasolina tiene un pie muy solvente. Cuesta ahora imaginar la medular sin el charrúa, que da la sensación de haber llegado para quedarse, aunque sea a costa de un Balón de Oro como Modric. Éste, eso sí, recordó ante el Eibar que aún tiene fútbol que aportar. Destacó su sinergia con Hazard, rápido y con desborde.

Otro de los destellos ilusionantes de este Madrid que empieza a carburar camino de citas de verdadera enjundia, como la visita del PSG al Bernabéu en 15 días. Llegarán Neymar y Mbappé de la mano y con ganas de lucirse, cada uno con sus propias y notables motivaciones.