Con sólo 14 años, esta niña nacida en Kabul se ha anotado dos victorias a favor de los más jóvenes. A pedido suyo, las autoridades abrieron las escuelas para desplazados y les dieron agua potable.
Con sólo 14 años, Aziza Rahimzada ya convenció a las autoridades de que abran colegios para los niños refugiados y suministren agua corriente a más de cien familias. En su tierra la conocen como la «Malala afgana».
La comparación con la joven pakistaní galardonada con el Premio Nobel de la Paz podría quedarse en eso, pero Aziza ha sido designada para el Premio Internacional de la Paz para los Niños (International Children’s Peace Price), que Malala también obtuvo en su momento.
Y al igual que ella, Aziza tiene previsto poner su fama al servicio de la lucha por el derecho a la educación en un país donde la escuela es un sueño casi inalcanzable para los más pobres.
Aziza sabe de qué habla. Nació y vive en Kabul, en un campamento de desplazados donde su familia, originaria de una provincia al norte de la capital, se refugió en 2001, cuando el régimen de los talibanes tambaleaba por los ataques de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
«TODOS ESTOS NIÑOS SON NIÑOS DE LA GUERRA. HAN SUFRIDO MUCHO DURANTE EL CONFLICTO. LES DOY CONSEJOS Y LES EXPLICO LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN»
«Todos estos niños son niños de la guerra. Han sufrido mucho durante el conflicto. Les doy consejos y les explico la importancia de la educación», cuenta la adolescente.
«A menudo los padres no son muy instruidos, por eso también debo convencerlos a ellos«, añade, sentada en la casa pequeña de ladrillo donde vive con los otros siete miembros de su familia.
AFP