Keiko sufre amarga derrota en su segundo intento por lograr la Presidencia

Foto de agencias

Keiko Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), ha sufrido una amarga derrota en su segundo intento por lograr la Presidencia en las elecciones más reñidas de las últimas décadas en Perú.

Pese a que se perfilaba como favorita en las encuestas, Keiko Fujimori, de 41 años, perdió por una diferencia mínima de 0,25 % al lograr el 49,87 % de los sufragios ante su rival, el exministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski, que consiguió el 50,12 % con el 100% de actas procesadas.

Keiko rompió hoy varios días de silencio para aceptar la derrota y aseguró que su partido, Fuerza Popular, que será la primera fuerza en el Parlamento al lograr 73 diputados en los comicios del pasado 10 de abril, cumplirá su papel de oposición «con firmeza».

Tras perder en los comicios de 2011 frente al actual presidente, Ollanta Humala, Keiko Fujimori se preparó a fondo y durante estos cinco años no dejó de recorrer el país. Sin embargo, el antifujimorismo, que no olvida la corrupción y la violación a los derechos humanos en el Gobierno de su padre y que se reforzó en esta campaña con varias marchas en contra de su candidatura, volvió a frenar sus aspiraciones como ya le ocurrió en las elecciones de 2011.

Consciente de eso, en estas elecciones Keiko trató de desmarcarse de la herencia del Gobierno de su padre, preso por delitos de corrupción y violación a los derechos humanos, y marcó distancias con el ala más dura del fujimorismo.

Para intentar reducir el voto antifujimorista, Keiko llegó a firmar durante la campaña un documento en el que se comprometió «al respeto irrestricto del orden democrático y los derechos humanos.»
Keiko Fujimori también prometió que una eventual liberación de su padre, quien cumple una condena a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad y corrupción, debía ser vista por el Poder Judicial.

Pero en la recta final de la campaña, su candidatura se complicó por una serie de denuncias que vincularon al fujimorismo con el lavado de activos y el narcotráfico. La primera reacción de Keiko Fujimori de defender al exsecretario del partido fujimorista y uno de sus principales financistas Joaquín Ramírez, vinculado con una investigación por lavado de activos del Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA), perjudicó su candidatura en el tramo final de la campaña, según los analistas.

A ello se sumó los temores que se revivieron sobre viejas prácticas fujimontesinistas, después de que el candidato a vicepresidente de Fujimori, José Chlimper, reconociera que entregó una grabación a un programa televisivo que difundió un audio manipulado para desacreditar la denuncia contra Ramírez.

En su pronunciamiento de hoy, rodeada por los 73 legisladores electos de su partido, Keiko denunció que «el país ha sido testigo de una campaña que promovió el enfrentamiento entre peruanos, que buscó y logró despertar odios y fanatismos que resienten la democracia».

«Quiero decirle al pueblo peruano que seguiré trabajando en el encargo que la mitad del Perú nos ha dado. Tengo un compromiso con el país y aquí me quedo, con este gran equipo de Fuerza Popular», añadió.

Las elecciones del domingo pasado han mostrado la división del país entre el fujimorismo y el antifujimorismo, y aunque Keiko ha perdido la Presidencia, su partido dominará el Congreso, en el que primera vez en las últimas décadas tendrá una bancada de izquierda con 20 diputados, mientras que el partido de Kuczynski logró 18 diputados.

Para el analista político Eduardo Dargent, la derrota de Keiko le abre un problema en su partido Fuerza Popular. En declaraciones a Efe, Dargent consideró que «a pesar de ser una excelente candidata y haberles llevado dos veces cerca de la victoria, probablemente los más duros del partido reclamen un cambio».

Sin embargo, para el analista político Santiago Pedraglio «no es la primera vez que un político pierde dos elecciones seguidas», y es «temprano para hablar de división» en el fujimorismo.

Por: EFE