Golpe de Estado en Turquía

Los militares aseguran que han tomado el poder en sus manos.

Agencias

El ejército turco asegura que tiene el control del país después de que haya tomado la televisión pública, el aeropuerto internacional Ataturk, infraestructuras básicas como los puentes sobre el Bósforo y el palacio presidencial. Sería un golpe de Estado en toda regla, como admitió el propio primer ministro Binali Yildirim en una comunicación en la que aseguró que se trata de un «grupo perteneciente a los militares». Los golpistas han tomado como rehén al jefe del Estado mayor, Hulusi Akar.

A través de la televisión local, los militares han anunciado que se ha impuesto la ley marcial y el toque de queda en el país. Mientras tanto, fuentes presidenciales contradicen estas palabras al asegurar, casi al mismo tiempo, que el presidente Erdogan y el Gobierno continúan en el poder.

En un comunicado oficial, dicen que se trata de un «ataque contra la democracia turca» y que la declaración de golpe de Estado «no ha sido autorizada por el comando militar», para dejar claro que la cúpula militar no apoya la rebelión. Por su parte, el Primer Ministro, Binali Yildirim, ha publicado en su cuenta de Twitter un mensaje en el que pide a la población que mantenga la calma.

Unos inesperados movimientos de tropas en Ankara y el paso rasante de aviones militares sobre la capital crearon a media tarde preocupación entre la población de la capital de Turquía. Más tarde, el primer ministro turco, Binali Yildirim confirmó un «intento de golpe de Estado» por parte de «un grupo de ejército turco», y añadió, de forma tajante: «No lo vamos a permitir».

El presidente Erdogan, en el poder desde 2003, se encuentra de vacaciones en la localidad turística de Bodrum y no ha hecho ninguna declaración sobre el incidente. La CNN de Turquía asegura que se encuentra a salvo. El alcalde de Ankara pidió a sus conciudadanos, a través de las redes sociales, que salieran a las calles para protestar contra el golpe.

Los militares han emitido un comunicado en el que aseguran que han tomado el poder para proteger el orden democrático y mantener los derechos humanos en Turquía. Han añadido que se mantendrán todas las relaciones exteriores del país y la ley será la prioridad.

Según declararon algunos testigos a Efe, en la capital se escucharon incluso disparos cerca del cuartel del Estado Mayor. Además, varios militares han confiscado las armas de los policías que guardan el palacio presidencial. Los militares han tomado con tanques la televisión pública y el aeropuerto internacional Ataturk. Las redes sociales no funcionan y las líneas telefónicas están empezando a fallar.

Por otra parte, unidades militares cerraron completamente al tráfico los dos puentes de Estambul que comunican la parte europea de la ciudad con la parte asiática.

Personal diplomático de Naciones Unidas destacado en el país está recibiendo mensajes de la organización pidiendo que se queden en casa o en los hoteles por un «golpe de estado en curso».

Turquía ha sufrido cuarto golpes de Estado. El último, en 1997, no sangriento, que precipitó el fin del gobierno del islamista Necmettin Erbakan.

Turquía, miembro de la OTAN y con uno de los Ejércitos más poderosos de la Alianza Atlántica, es uno de los principales aliados de EEUU en la lucha contra el ISIS. Además, es uno de los oponentes más significados del presidente sirio Bashar Al Asad y alberga a dos millones de refugiados sirios.