Relato | María del Pilar, del golpe a la pluma

María del Pilar, a sus 72 años comparte su poesía; inspirada por las heridas del pasado | Foto cortesía Alan Martínez

Por: Alan Martínez | Colaborador El Metropolitano Digital

Golpes, puños, maltratos verbales y psicológicos, discriminación y opresión. Dolor y desencanto. Así fueron los primeros años de juventud –y los que le siguieron años después- de María del Pilar de Flores, una salvadoreña que como otras tantas sufrió de violencia intrafamiliar.

Obligada a casarse muy joven y a seguir los patrones de la sociedad machista que imperaba con más fuerza hace unas seis décadas, María del Pilar es un ejemplo viviente de lucha, superación y de valor.

En El Salvador la Procuraduría General de la República (PGR) reportó para el periodo 2013 a junio de 2016, más de 5 mil mujeres víctimas de violencia física en el ámbito intrafamiliar y 1,811 mujeres víctimas de violencia física en el ámbito laboral, según el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU).

Esta es su historia, similar quizás a la de muchas en el país. Tras sufrir las agresiones de su esposo se refugió en el arte de las letras. Su poesía es limpia, pura y sencilla; le nace de las lecciones aprendidas y de los sucesos vividos.

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Nació en San José Verapaz, un municipio de San Vicente reconocido por sus artesanos, siembra de café y producción del dulce de panela. María del Pilar de Flores, a sus 73 años de edad, recordó que su juventud pasó por la venta de ropa y de muñecos de trapo, costura por encargo; oficios que le permitieron mantener a una numerosa familia.

En su infancia disfrutaba de la lectura, aunque no tuvo libros de grandes escritores o de alto contenido educativo, le encantaba participar en actividades académicas como declamar poesía  y el teatro. Además en eventos sociales en los cuales aprovechaba el momento para dar a conocer sus escritos entre los amigos.

Su juventud, como en los relatos de los libros, fue todo un drama. Obligada por su madre para consentir y aceptar un matrimonio arreglado, abandonó sus estudios y dejó su preparación académica en el sexto grado.

Se mudó con aquel desconocido que era ya su «compañero de vida» a una casa de adobe. Su gusto por la lectura siguió aunque sufrió los reproches de su pareja quien insistía que las mujeres debían dedicarse a los quehaceres del hogar y a criar a los hijos. Nada más.

Luego de varias décadas de sufrir violencia intrafamiliar, María del Pilar vive su vejez junto a sus seres queridos | Foto cortesía Alán Martínez

De su relación nacieron 9 hijos (5 mujeres y 4 hombres). La conocían como «la niña Pilar», una mujer que se esforzó  para sacar adelante a sus hijos realizando varias actividades como la venta de frutas  en el parque del municipio o haciendo» remiendos», cortando café o simplemente  fabricando muñecas de tela con los retazos de las costuras porque su esposo «don Pedro» aportaba únicamente 5 colones para ella y sus 9 hijos.

Uno de los golpes más fuertes que recibió fue de la vida misma al morir una de sus hijas. Sin tener médicos cercanos, acudió con su hija donde una “curandera” para que calmara la fiebre y vómitos de la niña.

El diagnóstico de la “curandera” fue que la niña “tenía ojo” (creencia en las regiones que indica que una persona puede hacerle daño a otra con solo mirarla) y procedió a la supuesta práctica de curación: le pasó un puro encendido y un huevo indio por el cuerpo, la tomó por las piernas y la agitó de un lado a otro para “bajarle la mollera” provocándole una torcedura en el cuello que le provocó la muerte.

María del Pilar entró en una profunda depresión por la muerte de su bebé, su esposo se refugió en el alcohol y los maltratos físicos y verbales aumentaron. El agresor utilizó cualquier objeto para lastimarla; desde palos, riendas de caballo y puños. Además le quemaba la poca ropa que lograba conseguir de la generosidad de otras personas.

Una noche tuvo que huir con sus hijos por los cafetales para escapar de las amenazas de muerte que su esposo ebrio les hacía. La familia tuvo que pasar la noche en hogar de una familia vecina. Sin embargo, la ira de su esposo empeoró y la golpeó al día siguiente a tal punto de dejarla en cama durante tres días. El ciclo de violencia no terminó ahí. Los hermanos de Pilar reaccionaron por lo sucedido y agredieron a Pedro en uno de los terrenos donde sembraba maíz “para que escarmentara”.

La advertencia no sirvió de mucho. Pilar soportó aquella vida de violencia por 35 años. Respiraba amenazas, debía proteger a sus hijos y tenía que mentir sobre las marcas en su cuerpo para evitar la furia de su agresor. Decía, por ejemplo, que los moretones eran por la caída de un árbol de naranjas.

Al pasar el tiempo los hijos mayores de la pareja emigraron para San Salvador. Pilar se quedó únicamente con sus últimos tres hijos que mantenían la siembra y la casa. La vida les cambiaría por completo con la muerte inesperada de Pedro. Cabalgando sobre el caballo luego de hacer trabajos en el campo perdió el conocimiento y pasó toda una noche bajo la lluvia. Al día siguiente lo localizaron y lo llevaron al hospital de Santa Gertrudis en San Vicente y luego al hospital Rosales donde se le diagnosticó una embolia pulmonar.

Sin un cuadro alentador fue llevado a su casa donde murió en abril de 1995. Tras el luto y luego de dos años de vivir en soledad, María del Pilar se mudó a San Salvador junto a sus hijos.

Actualmente escribe sobre de la vida, la guerra y así sana de a poco las heridas y los golpes del pasado; declamando y compartiendo su poesía con familiares y amigos.

Lee en el siguiente link una muestra de la poesía de María del Pilar:

Poemas-María-Del-Pilar-Flores