El Gerona tumba al peor Madrid de Zidane

Foto de Reuters

La Vanguardia.com – Algunos le pedían al Madrid un gesto en favor de la unidad de España, y lo ha tenido. No compareció realmente en Gerona y deja al Barça a ocho puntos. Acabó roto e incomprensible, como en tiempos de Benítez, y fondón como en tiempos de Ancelotti. Caminantes blancos. El peor Madrid de Zidane.

El Gerona salió presionando bien y bastante arriba. Al Madrid cada vez le presionan más pronto. Sólo destacaba Isco en reducidísimos espacios. El Madrid dio impresión de apatía y a veces hasta de desidia. Casemiro, Kroos y Modric más que un centro del campo dibujaban un totopo. Muy mal los dos interiores.

Maffeo, el mejor local, fue el primer cántaro yendo a la fuente y chutó al palo tras una evolución por su banda; a la jugada siguiente, la contra del Madrid fue de un cinismo devastador y acabó en gol: chut de Cristiano, mal rechace del portero Bono y oportunismo de Isco, de nuevo como llegador. La mejoría de Isco se observa también en sus goles.

“Y nada más”, que diría el himno. El Gerona siguió construyendo un fútbol convincente pero ingenuo ante el desdén morfinómano del Madrid. Sólo pasó algo cuando Casemiro superó cual elefante de Aníbal la línea de medios. Hubo un par de movimientos de Benzema y alguna llegada de Achraf, mientras Marcelo sufría defensivamente. Los 5-4-1 le complican la vida a los laterales del Madrid, ya de por sí sobrexigidos.

Los esfuerzos del Girona tuvieron otro frustrante premio en el palo de Portu, que remató de cabeza y con el cogote un balón de parábola infantil.

El partido era tan malo, tan opresivamente soporífero, que empezaba a temerse que todos, incluidos los no puigdemonianos, acabaran sumándose a ese grito.

La segunda parte se abrió con un extraño remate como de espuela de Benzema que un defensa local, último hombre, sacó con la mano. Involuntario, pero tan importante como para ser penalti. En cualquier caso, hablar del árbitro sería engañar al personal. El Madrid fue barrido por la energía del Gerona.

Se vio en el 1-1, muy poco después: Pere Pons se marcó un eslalom que ni Hazard, y la pelota le llegó a Stuani, con tiempo y tranquilidad para prepararse el tiro. Volvemos a tiempos de una defensa madridista de mantequilla.

Con el gol se aceleró el partido y al Madrid le costó adaptarse. Cuando se quiso subir ya era tarde. La media y las bandas fueron desarboladas por el optimismo “gironí”. Portu marcó el segundo en posible fuera de juego, pero la jugada, bien iniciada por Granell, había sido un siniestro total del Madrid: evolución por la banda que no cerraba Achraf, chut en solitario, y rechace también para el Gerona, ante la mirada de vaca impertérrita de la media blanca. Kroos y Modric juegan andando, y los defensas volvieron a verse superados por rivales llegando como paracaidistas.

¿Qué se hizo de la “solidaridad” zidanesca que fue el principio de la reonstrucción?

Se oyerón olés en Montilivi. No era ninguna broma la aportación madridista a la unidad española.

El desempeño de Benzema fue de una invisibilidad absoluta. Ya no es que se ocupe de ser secretario para los espacios de Cristiano o de acompañar como un mayordomo las paredes, últimamente se acostumbra a no-hacer: a dejar pasar la pelota, a amagar, a ocultarse en su propia bomba de humo.

Medio Real Madrid camina como los grupos anticolesterol que se ven en los atardeceres de las ciudades españolas, y todo lo tiene que hacer Isco. Zidane quitó a los laterales y puso al equipo con tres defensas (Casemiro llevaba ya minutos encajonado), con Asensio y Lucas de alas. Hubo el habitual desconcierto táctico y Stuani estuvo a punto de rematar solo ante Casilla.

Casilla no dio sensación de seguridad ni hizo paradas milagreras.

El Madrid se resumió (viene siendo así) en balones a Isco. Del balones a Morata al balones a Isco. Centralizó el juego e intentó buscar a Asensio, incapaz de un centro correcto.

La superioridad de Isco sobre el resto fue tan grande que esos minutos finales del Madrid, de total disloque colectivo, invitan a repensar la relación de fuerzas y jerarquías en el equipo.

El Gerona jugó unos últimos minutos vibrantes ante un Madrid que no tuvo ni la intensidad espiritista de sus finales épicos. Para colmo, Isco se empezó a doler de una pierna. Se subió el pantalón como un torero. Su muslo extraordinario lució como el único argumento actual del Madrid. La derrota quizás enseñaba el camino al Madrid: ese gran muslo ibérico es actualmente un muslo tan considerable como el de Cristiano. Habría que rehacer el equipo alrededor del muslamen poderoso de Isco.