¿Es bueno dormir sin almohada?

Por un lado están aquellas personas que no pueden conciliar el sueño si no se apoyan en un cojín específico y, por el otro, los que dicen que desde que decidieron dormir sin almohada descansan mejor.

En este artículo te contaremos si es bueno o no añadir este elemento a nuestra cama.

Debido a que se trata de un tema más que controvertido, es frecuente leer o escuchar voces a favor o en contra de esta práctica.

Por supuesto que hay fanatismo en mayor o menor nivel: desde aquellos que van a un hotel donde ofrecen menú de almohadas a los que si, por descuido, apoyan la cabeza en un cojín, se quejan por el insomnio, la migraña y las contracturas todo el día.

Más allá de estos extremos, lo cierto es que usar almohada se ha convertido en una costumbre.

Desde que somos pequeños nos han inculcado la idea de que “se necesita” para dormir y que sin ella la columna en general y las cervicales en particular sufrirán las consecuencias.

Dormir con almohada solo en ciertas circunstancias

 

Esta primera “hipótesis” plantea que solo aquellas personas que la necesitan tienen permiso para usarlas. Por el contrario, en el caso de los niños o los que gozan de una columna vertebral flexible y sana, sería contraproducente.

La almohada en este caso no representaría un elemento necesario para que la espalda pueda mantener su curvatura fisiológica.

Si desde pequeños nos acostumbran a usarla, entonces la columna se vuelve dependiente de ella.

En ese caso, a pesar de no precisarla, la convertimos en un objeto indispensable para poder dormir.

 Y si no contamos con un cojín acorde a nuestra costumbre, es probable que no podamos conciliar el sueño, tengamos pesadillas o por la mañana nos levantemos con una fuerte contractura en el cuello y hombros.

Entonces, según esta idea, la almohada es fundamental cuando existe:

  • Rigidez cervical
  • Artrosis con antepulsión de las cervicales
  • Dolores crónicos en esa área

Si nos basamos en estas condiciones, podríamos decir entonces que la gran mayoría de los adultos deberían colocar un cojín en su cama.

Y es que el trabajo en la oficina o frente a un ordenador durante muchas horas requiere de un descanso sí o sí con almohada.

Sería conveniente utilizar la más gruesa que encontremos en el mercado (el grosor está relacionado al nivel de problema cervical que padezcamos).

Si bien muchos creen que para dormir bien se precisa una almohada dura y otros expresan que es mejor blanda, aquí también es cuestión de gustos, posturas, formas de descanso, características de la postura, tipo de trabajo, etc.

Lo importante es que la almohada cumpla con su objetivo principal: disminuir la rigidez cervical y permitir un descanso completo.

De esta forma la columna vertebral mantendrá su integridad y evitaremos muchos dolores y problemas.

Segunda hipótesis: no se puede dormir sin almohada

 

La primera teoría indicaba que en ciertos casos está permitido, pero esta segunda idea lo descarta por completo, salvo por tres excepciones. No hará falta almohada si:

  • Dormimos boca arriba.
  • Nos movemos poco.
  • Tenemos una complexión física menuda (somos delgados).

El resto de los mortales… deben usar almohada.

Para llegar a esta conclusión se dice que, como la columna vertebral debe estar lo más recta posible (tal y como sucede cuando estamos de pie pero sin la presión sobre los hombros), será imprescindible usar algún tipo de soporte que pueda elevar levemente tanto el cuello como la cabeza.

Debido a que esta zona alberga una buena cantidad de ligamentos y músculos y tiene la difícil tarea de soportar una gran presión, la única manera de relajar todo el conjunto es usar un cojín que alivie las tensiones y permita una mayor comodidad.

Dime cómo duermes y te diré qué almohada utilizar

En el mercado podemos encontrar cientos de opciones en lo que a almohadas se refiere. Las hay altas o bajas, especiales y normales, ergonómicas y rectas y de diferentes materiales.

Si nos basamos en la teoría que indica que sí o sí debemos dormir con ella, entonces el siguiente paso es escoger la que mejor se adapta a nuestras características:

Dormir de lado

La gran mayoría de las personas en edad adulta duermen de lado. Esta postura se la llama “cúbito lateral” o “fetal” si flexionamos las rodillas.

Si dormimos de esta manera ejercemos presión sobre los hombros y la cabeza se eleva en relación al colchón, ya que debe pasar la altura del brazo apoyado.

Al dormir de lado la cabeza se ladea y el hombro debe realizar un movimiento anormal para sostenerla.

El desvío cervical se traduce en dolores muy fuertes (la famosa tortícolis). La almohada correcta sería aquella que permita dejar la cabeza recta en relación a la columna.

Dormir boca arriba

 

Si esta es tu postura favorita podrías prescindir de la almohada. Sin embargo, si estás muy acostumbrado a ella, te recomendamos que uses una de grosor intermedio y firmeza media.

De esta forma conseguiremos que la cabeza no quede demasiado “hacia atrás” en relación a la línea de los hombros.

Dormir boca abajo

Esta postura no es aconsejable, y no solo porque la cabeza queda de costado muchas horas, sino también porque nos impide respirar bien.

Si no puedes cambiar la forma de dormir boca abajo, al menos, coloca una almohada lo más fina y blanda posible.

Tomado de MejorConSalud