Desde Zürich con amor: superándome por y para El Salvador

Fotos cortesía de Clara Miriam

A Clara Miriam le calza perfectamente las palabras del escritor estadounidense Napoleón Hill “Piensa en grande y tus hechos crecerán, piensa en pequeño y quedaras atrás, piensa que puedes y podrás”.

Lenny  Castro

Cuando conocí a Clara Miriam Guardado Torres, era una niña llena de sueños y deseos de comerse al mundo, pertenecía al movimiento scout y su familia estaba conformada por su madre, sus dos hermanas y su abuela. Ellas frente al mundo.

Era el 2003 y aquella chiquilla brillante e inquieta, a la que el juego al aire libre y los campamentos volvían loca de emoción, estudiaba en el Colegio Padre Arrupe y vivía en Soyapango.

Cada domingo iniciaba  su día en el escultimismo con la misma oración, aquella que solo los que pertenecieron o forman parte de este movimiento reconocen como un mantra “Señor: enséñame a ser generoso… a combatir sin temor a las heridas, a trabajar sin descanso  y no esperar más recompensa que saber que hago tu voluntad”.

Cuando la volví a contactar  para este perfil, me di cuenta que mis recuerdos de la niña no hacían justicia a la mujer en la que se ha convertido y que aquella oración, sigue siendo su guía por la vida en especial las partes en las que pide “combatir sin temor a las heridas y trabajar sin descanso”.

Esta salvadoreña de 29 años, antropóloga de profesión y exploradora de corazón; cruzo todo un continente para alcanzar sus sueños y prepararse para ser una ciudadana útil a su país desde su profesión.

En la actualidad posee un máster en Antropología el cual cursó en Suiza en el “Graduate Institute of International and Development Studies of Geneva (Dependencia de Universidad de Ginebra para Estudios Diplomáticos).

En su graduación de Maestría en el 2017

Su tema de tesis estuvo relacionado con la guerra en El Salvador (Actores políticos en el post conflicto y su relación con el Estado). Desde su licenciatura estuvo trabajando en la comunidad Segundo Montes en Morazán alrededor de dicho tema.

Actualmente, cursa un doctorado en Antropología y Estudios Culturales en la universidad de Zürich con un equipo multidisciplinario y multisectorial conformado por personas provenientes de Colombia, Líbano, Palestina y Centro América.

El tema de estudio son las voces alternativas a lo que se entiende por justicia y cómo los sobrevivientes de los conflictos interpretan y ponen a funcionar su propio concepto de justicia. Un tema relevante para El Salvador y su situación actual.

Cuando iniciamos la entrevista me aclaró que ella en el viejo continente está de paso, que su objetivo es volver a El Salvador y trabajar por su país y con su gente. Quiere compartir sus conocimientos, quiere explotar la parte académica de su profesión

¿Por qué antropología?

Cuando formulé la pregunta vi que asomó una sonrisa de satisfacción y procedió a explicarme que ésta no fue siempre la carrera que deseaba tomar, pero como nuestras vivencias forman parte del presente y determinan el futuro a ella hubo una que la marcó especialmente y la llevó por este sendero.

“En el 2006 en el Arrupe, hubo un concurso literario para hacer una novela histórica y yo participé, el primer lugar era un viaje a España y el segundo una cámara. Yo quería la cámara y terminé ganándome el viaje a España”.

Ante esto explota en carcajadas porque el destino es caprichoso, el viaje resultó ser un viaje histórico por la España de la edad media y de autodescubrimiento para ella.

El recorrido lo hizo con dos historiadores, después de ese viaje nunca volvió a ser la misma, una semilla estaba plantada. Conocer los sitios y siglos en que dicho país fue colonizado por judíos, cristianos, musulmanes  y cómo eso les permitía trazar o conocer los comportamientos culturales de las personas de ciertas regiones fue fascinante.

El viaje le ayudó a decidirse por la Antropología aseveró “…poder trasladar todo aquel conocimiento a mi contexto era el reto. El estudio de la cultura en todas sus dimensiones”. Así fue como después de finalizar el bachillerato comenzó un nuevo viaje por las aulas de la Universidad de El Salvador como alma máter en 2007.

Clara Miriam al centro junto con sus compañeros de maestría

Antes de finalizar su carreta obtuvo un empleo en FESPAD trabajando de cerca con las comunidades más vulnerables del país y fue con la gente más humilde donde volvió a encontrar estímulos internos y externos para dar el siguiente paso, buscar una maestría.

Clara Miriam es consciente que la educación es el arma más poderosa para combatir la violencia y la pobreza, de ahí que sus ojos siempre han estado puestos en ser una mujer preparada y que generará cambios en su entorno.

¿Por qué migraste?

Mientras estaba haciendo su trabajo de campo universitario en la comunidad Segundo Montes en 2011, tuvo contacto con la comunidad alemana que trabajaba ayudando en la zona, y eso fue otro punto de inflexión que abrió nuevas puertas.

Ahí conoció a una chica suiza, que vino al país a trabajar su tesis de maestría sobre presos políticos y Clara Miriam ofreció ayudarle en el tema.

Fue esta suiza quien posteriormente la animó a participar en un intercambio socio cultural para observar diferentes universidades que pudieran ofrecer becas para maestrías. Sin dudarlo se lanzó de lleno a ello, trabajó por una beca y es así como inició su preparación de alto nivel.

Comenzó su maestría en 2015 y la finalizó en 2017 e inmediatamente después de finalizarla y sin pérdida de tiempo inició el doctorado.

La vida dura del migrante

¿Ha sido duro como salvadoreña vivir y estudiar en el extranjero?

A esta pregunta obtuve una respuesta cruda, la cual refleja lo duro y hostil que es para el migrante ser diferente a los oriundos, pero es peor cuando eres mujer y sobre todo latina.

“En Europa hay mucho racismo en todo sentido… siempre me pasa que cada vez que tengo que decir o hacer algo a nivel profesional o intelectual tengo que justificar el doble que una persona de aquí, únicamente porque consideran que mi educación no ha sido buena como la de ellos”.

Pero acepta que gracias a su trabajo ha logrado reconocimiento, pero ha sido duro alcanzarlo, solo la disciplina y la calidad en el trabajo ha hecho que se haya adaptado.

Al mismo tiempo, otros de los escollos con los que tiene que luchar  es con la empatía – en lo académico es difícil dejar de lado lo frío de la teoría por parte de los académicos ya  que no han vivido el sufrimiento y la pobreza que impera en El Salvador – y el tercero y quizás el más duro es que por su género y raíces se ha enfrentado a constantes prejuicios en las calles.

“Siendo mujer latina, muchas veces hay un estereotipo sexual, porque hay muchas (dominicanas, cubanas o brasileñas) ejerciendo la prostitución…o cuando te preguntan por qué estás acá se sorprenden de lo qué estoy haciendo, porque dicen que la mayoría vienen a casarse”.

Y por supuesto el desarraigo familiar es una constante, pero también el apoyo incondicional  para que ella alcance sus metas, la ayuda económico de la madre cuando Clara Miriam ha tenido que sobrevivir únicamente con su beca y las palabras de aliento cuando todo se ve cuesta arriba.

“Somos 5 mujeres y una depende de la otra, han estado en cada paso y decisión…La razón real de querer volver siempre será mi familia”.

Clara Miriam, es la mayor de tres hermanas y habla con mucho orgullo del papel fundamental que ha jugado su madre en su vida y decisiones, así como en las de sus hermanas menores quienes también ya se han graduado de la universidad y ahora tienen sus ojos puestos en buscar especializarse con maestrías.

Clara Miriam junto a su madre

Lo anterior no es fácil, ya que los medios económicos nunca han sido abundantes, pero confían en sus capacidades y en las herramientas que han tenido para forjarse su propio destino.

Clara Miriam, habla inglés y francés aparte de su español nativo. Está perfeccionando el segundo de la mano con la investigación constante que mantiene para su doctorado, hay ocasiones en que ha estado desde las 8:00 de la mañana hasta después de la media noche en la biblioteca en investigación.

Las ventajas de estudiar en un país como Zürich son esas, el apoyo y las facilidades que ofrecen, como flexibilidad de horarios en la biblioteca; además de contar con el material que se necesita. “Si te tienes que quedar después del cierre hasta el amanecer te dejan quedarte adentro… si no tienen el libro que necesitas te lo compran para tener disponibilidad… me encantaría exportar esas ideas para El Salvador”, explicó.

El Karma

Esta antropóloga cree mucho en el karma y sabe que toda acción tiene una reacción y todo tiene una explicación antropológica, es por eso que su idea es volver y poner al servicio de sus connacionales lo que ella ha aprendido.

“Mi profesión va de la mano con quién soy, todo lo que hemos tenido ha sido logrado con mucho trabajo, mi mami fue madre soltera con tres hijas, creo que ser antropóloga en este contexto es una gran oportunidad para entender la situación de otras personas y poder contribuir a que aquellas que no están en las mejores condiciones puedan seguir adelante. No necesitas todo para salir adelante, yo no lo tuve y lo he hecho”, afirmó.

También mencionó que parte de lo que ahora es fue influenciado por el movimiento scout, al cual perteneció por más de 10 años y marcó mucho su carácter, su independencia y le dio conocimientos alternativos a la educación formal.

Actualmente, vive anhelando toda la gastronomía salvadoreña, pero sobre todo a su familia y el mar; todo eso también es parte de ella y sabe que aunque tenga que esperar para disfrutarlos nuevamente volverá a la raíz. Mientras tanto se ve consolidando su carrera para en un futuro ofrecerle al país lo mejor de ella.

Soñando a gran escala

A Clara Miriam le calza perfectamente las palabras del escritor estadounidense Napoleón Hill “Piensa en grande y tus hechos crecerán, piensa en pequeño y quedaras atrás, piensa que puedes y podrás”.

“En 10 años… me veo trabajando en la UCA o en la UES y desarrollando mis proyectos sociales, también me gustaría tener una finca cafetalera o chocolatera” afirmó.

Finalizó la entrevista aseverando que su primera opción siempre será su país, trabajar por y para él y si su plan inicial cambia por cualquier motivo y no lo puede hacer desde dentro, también tiene la opción B y esta incluye en su horizonte a las Naciones Unidas, desde donde también podría contribuir a la toma de decisiones.