La última rebeldía de Harry en su boda con Meghan: saltarse el protocolo y casarse con barba

No es que Harry no se pudiese casar con Meghan Markle luciendo barba. El protocolo dice otra cosa: que los miembros de la Armada Británica no pueden llevar barba mientras visten su uniforme. Y el príncipe Harry, como exmiembro de la Fuerzas Armadas británicas (tuvo una carrera militar de diez años en el ejército), vistió su uniforme militar, al igual que hicieron su abuelo, su padre y su hermano. Harry escogió hoy, en concreto, el de capitán de los Blues & Royals. Asi que sí: se saltó el protocolo.

De todos modos fue algo que no está del todo fuera de lugar en una boda que dinamitó muchísimos convencionalismos sobre lo que debe ser un enlace real. Y lo hizo, aparentemente, para alegría de los espectadores y de muchos medios británicos, que celebraron que, aunque el príncipe siente la cabeza, haga un guiño a su pasado rebelde.

El mundo conoció la barba de Harry en 2013, cuando apareció sin afeitar en las imágenes de su viaje a la Antártida. No era cualquier barba: era una que hizo que ganase miles de nuevos admiradores alrededor del mundo (convertía su rostro en más masculino y adulto) y se ganó artículos en la sección de estilo de revistas como la estadounidense Vanity Fair.

Pero la alegría duraba poco. A comienzos de 2014 algunos medios se hacían eco de que la reina Isabel II no estaba muy contenta con la barba de su nieto y le había ordenado afeitarse. “El vello facial está mal visto en palacio”, confirmó un miembro del servicio de la familia real británica entonces. “Se te dice que nada de barba o bigote. Son órdenes de arriba”. Un mandamiento que se extiende incluso a ellos, a los trabajadores de palacio.

Si la barba era un desafío a la reina, que la luzca con uniforme militar y en su propia boda es el desafío definitivo de Harry. Pero es probable que a estas alturas, y con la de hitos que esta boda aporta a la familia real (su nuevo miembro es una mujer mestiza y divorciada), el asunto del vello facial sea baladí.

Según Kensington Palace, la reina dio permiso a Harry para que vistiese el uniforme que su nieto eligió para este gran día. Lo que no se sabe todavía es si le pidió (y obtuvo) permiso para la barba. Viendo las bodas de su hermano, sus tíos o su padre, sabemos que en aquellos casos no lo dio. O ni siquiera se atrevieron a pedírselo. Pero Harry es un rebelde. Y un rebelde lo es para siempre.

Tomado de El País