Canonización de Pablo VI, Romero, un tema personal para papa

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CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco canonizará el domingo a dos de las figuras más importantes y polémicas de la Iglesia católica del siglo XX, declarando al papa Pablo VI y al martirizado arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero modelos de santidad para los fieles de hoy.

Se espera que sea una ceremonia emotiva para Francisco, ya que ambos religiosos le influyeron mucho y en privado dijo a sus confidentes que quería canonizarlos durante su papado. Los dos representan el epitome de la iglesia abierta que ha defendido el argentino, que esté cerca de los pobres y luche contra la injusticia.

Pablo VI y Romero enfrentaron una fuerte oposición dentro de la institución tanto en vida como tras su muerte, una suerte también que está viviendo el actual papa ante el floreciente escándalo de abusos sexuales y encubrimiento.

Estas dos destacadas figuras serán canonizadas junto a otras cinco en una ceremonia diseñada para mostrar que la santidad se puede alcanzar en todos los ámbitos de la vida.

ARZOBISPO ÓSCAR ROMERO

Francisco también anhelaba declarar santo al arzobispo Óscar Arnulfo Romero, convencido de que fue un verdadero mártir de la fe y de que ofreció su vida voluntariamente con su defensa a los pobres de El Salvador y su denuncia de la violencia de la dictadura militar.

Romero, arzobispo de San Salvador, fue abatido por un escuadrón de ultraderecha mientras oficiaba una misa el 24 de marzo de 1980 en la capilla de un hospital. El ejército se había opuesto con vehemencia a sus predicamentos contra la represión militar al inicio de la guerra civil (1980-1992).

Casi inmediatamente después de su fallecimiento, Romero se convirtió en un icono de la izquierda sudamericana, y su imagen aparecía con frecuencia junto a la del Che Guevara y Salvador Allende.

Pero esa politizada fama post-mortem le costó cara y afectó a la causa para su canonización Vaticano. Los prelados conservadores de la región, liderados por el fallecido cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, temían que su aparente asociación con la teología de la liberación pudiese impulsar al movimiento que sostiene que las enseñanzas de Jesús piden a sus seguidores que luchen por la justicia económica y social.

“Romero se vio atrapado en un importante conflicto político entre quienes lo veían como un revolucionario _ algo que no fue porque era muy amable _ y quienes lo veían igualmente como un revolucionario pero en un sentido negativo”, apuntó su biógrafo, Roberto Morozzo della Rocca.

Luego de que su caso estuviese paralizado durante tres décadas, el papa Benedicto XVI lo desbloqueó en 2012 y Francisco, el primer papa latinoamericano de la Iglesia, impulsó el proceso hasta su última fase.

A pocos meses de la beatificación de Romero en 2015, Francisco denunció que el arzobispo fue mártir dos veces: una cuando fue asesinado y después cuando sus propios hermanos obispos “difamaron, calumniaron y arrojaron tierra sobre su nombre”.

Pero el pontífice ya había dejado claro antes que quería ver a Romero honrado.

El exsecretario de Romero, Jesús Delgado Acevedo, desveló una conversación privada que tuvo con el entonces cardenal Bergoglio en 2007 en un aparte de una conferencia de obispos latinoamericanos en 2007 en Aparecida, Brasil.

Recuerda que le preguntó a Bergoglio, que fungía como arzobispo de Buenos Aires y era una voz influyente en el encuentro: “Eminencia, ¿Óscar Romero será canonizado algún día? El cardenal Alfonso López Trujillo me dijo que eso nunca ocurrirá”.

“Escuche, si llego a ser papa, lo primero que haré será enviar a López Trujillo a San Salvador” para hacerle santo, dijo Bergoglio según fue citado por Delgado.