Toni Morrison, Nobel de literatura de EEUU, muere a los 88

NUEVA YORK (AP) — La premio Nobel de literatura Toni Morrison, precursora y gigante de la literatura moderna cuya imaginación desbordante expresada en obras como “Beloved” y “Song of Solomon” (“La canción de Salomón”) transformó las letras estadounidenses, falleció. Tenía 88 años.

Morrison murió el lunes por la noche en el Centro Médico Montefiore en Nueva York. Su familia dijo en un comunicado distribuido por la editorial Alfred A. Knopf que padeció una breve enfermedad.

“Toni Morrison falleció serenamente anoche rodeada por familiares y amigos”, dijo la familia. “Fue una madre, abuela y tía extremadamente cariñosa que disfrutaba estar con su familia y amigos. Escritora consumada que amaba la palabra escrita, ya fuera la suya, la de sus estudiantes u otros, leía con voracidad y estaba mayormente en casa cuando escribía”

Pocos autores surgieron con un estilo tan rápido y espectacular. Tenía casi 40 años cuando se publicó su primera novela, “The Bluest Eye” (“Ojos azules”). Para sus 60, tras apenas seis novelas, se había convertido en la primera mujer negra en recibir el Nobel de literatura en 1993, cuando la Academia Sueca la elogió por su “fuerza visionaria” y por indagar en el “lenguaje mismo, un lenguaje que ella quiere liberar” de las categorías de blanco y negro.
En el 2019 fue objeto de un aclamado documental, “Toni Morrison: The Pieces I Am”.

Morrison ayudó a colocar el multiculturalismo estadounidense en el escenario mundial y a quitarle la censura al pasado de su país, desenterrando las vidas de desconocidos e indeseados y hablando de “la falta de libertad en el corazón del experimento democrático”. En sus novelas, la historia — la historia negra — fue un tesoro de poesía, tragedia, amor, aventura y viejos chismes, ya fuera en un pueblito de Ohio en “Sula” o en la gran ciudad de Nueva York, específicamente en Harlem, en “Jazz”. Consideraba la raza un convencionalismo social y a través del lenguaje creó el mundo mejor que sus personajes lucharon por obtener. La literatura africana y los relatos de esclavos, la Biblia y García Márquez, todo le sirvió a Morrison para entretejer la más diversa y a la vez armoniosa de las tramas literarias.

“La narrativa nunca ha sido simplemente entretenimiento para mí”, dijo en su conferencia del Nobel. “Es, creo yo, una de las maneras principales en las que absorbemos el conocimiento”.

Ganadora del Premio Pulitzer en 1988 por “Beloved”, fue una de las presencias más reales en el mundo de los libros, con su gran peinado rasta canoso, la mirada aguda de sus ojos oscuros, y su voz cálida y teatral, capaz de bajar a un misterioso gruñido o subir a un humorístico falsete. Una “dama guapa y perceptiva”, la llamó James Baldwin.

Sus admiradores fueron incontables: desde colegas autores, estudiantes universitarios, trabajadores y Barack Obama, quien le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad; hasta Oprah Winfrey, quien la idolatró y ayudó a ampliar su base de lectores. Morrison compartía esas opiniones y repetidas veces etiquetó una de sus novelas, “Love” (“Amor”), como “perfecta” y rechazó la idea de que los logros artísticos debían aceptarse en silencio.

“Maya Angelou me ayudó sin saberlo”, dijo Morrison a The Associated durante una entrevista en 1998. “Cuando ella estaba escribiendo su primer libro, ‘I Know Why the Caged Bird Sings’ (‘Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado’) yo era una editora en Random House. Ella estaba disfrutando tanto el momento, y jamás dijo, ‘¿Por qué yo? ¿Mi pequeño libro?’”

“Decidí que… ganar el premio (Nobel) era fabuloso”, agregó Morrison. “Nadie me iba a quitar eso y convertirlo en algo más. Me sentí figurativa. Me sentí estadounidense. Me sentí nativa de Ohio. Me sentí más negra que nunca. Me sentí más mujer que nunca. Sentí todo eso, y puse todo eso junto y salí y la pasé bien”.

Morrison, cuyo verdadero nombre era Chloe Anthony Wofford, nació en Lorain, Ohio, un pueblo acerero a las afueras de Cleveland. Estudió en la Universidad de Howard, donde pasaba la mayor parte de su tiempo libre en el teatro, y conoció al arquitecto jamaiquino Harold Morrison, con quien se casó y tuvo dos hijos, Harold y Slade, antes de divorciarse en 1964.

Aun mientras crecía, creyó que era más inteligente que los niños blancos y dio por sentado que era más sabia. Era una alumna de honor que decidió ir a Howard porque soñaba con pasar su vida entre intelectuales negros.

Y aunque terminó enseñando en su alma mater, Howard la decepcionó. La vida en el campus se sentía más cercana a una escuela de élite que a una institución de conocimiento. Manifestantes, entre ellos su exalumno Stokely Carmichael, exigían igualdad. Morrison quería eso también, pero se preguntaba de qué tipo.

“Pensé que querían integrarse con fines nefastos”, dijo. “Pensé que debían exigir dinero en esas escuelas negras. Ese era el problema — los recursos, mejores equipos, mejores maestros, los edificios que se estaban cayendo — no estar en una escuela secundaria cerca de algunos chicos blancos”.

En 1964, empezó a trabajar como editora en Random House, siendo una de las pocas mujeres negras en el mundo editorial. Los 20 años siguientes trabajó con autores emergentes de ficción como Gayl Jones y Toni Cade Bambara, en las memorias de Muhammad Ali y libros de activistas como Angela Davis y el dirigente de los Panteras Negras Huey Newton. Un proyecto especial fue editar “The Black Book” (“El libro negro”), una colección de todo, desde anuncios publicitarios en periódicos hasta letras de canciones que anticipó su inmersión en las vidas cotidianas del pasado.

Para finales de la década de 1960, era una madre soltera y escritora resuelta que había sido impulsada por su futuro editor, Robert Gottlieb, a decidir si iba a escribir o a editar. Sentada en la mesa de su cocina, dio cuerpo a una historia basada en los recuerdos de infancia de una niña negra de Lorain que deseaba tener ojos azules. Tituló la novela “The Bluest Eye” (“Ojos azules”). No tenía agente y fue rechazada por varias editoriales antes de conseguir un acuerdo con Holt, que publicó la novela en 1969. Las ventas fueron modestas, pero a los críticos les gustó y Morrison pronto firmó contrato con Gottlieb and Knopf, su casa editorial de toda la vida