Por Nancy Pérez | Desde Nueva York
Karla Villatoro tiene un alma altruista. Se emociona por ayudar a los más indefensos, a los niños, a esos jóvenes que buscan un mejor mañana; así como a un pintor le apasiona hacer cuadros, un chef al preparar esos exquisitos platillos, ella se apasiona por ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio, tan solo ver un mejor futuro para la niñez más olvidada.
Cuenta que su proyecto para ayudar a los demás nació al ver como chiquillos leían y aprendían bajo las sombras de un árbol, en condiciones tristes en República Dominicana; y es así como en 2009 decide desde Florida, Estados Unidos, poner en marcha CEL Project (Connect. Educate. Lead), donde apoya en la educación a la niñez tanto de República Dominicana, para posterior seguir en Filipinas, incluso en Latinoamérica.
En 2015, también decide trabajar más de cerca con niños de la Escuela León Sigüenza, ubicada en cantón Soledad, Monte San Juan sobre el desvío El Carmen; aquí confiesa, ha beneficiado a más de 800 niños, quienes cuando finalizan su noveno grado, selecciona a los de mejores calificaciones y otorga becas para estudios en colegios privados.
“Mi corazón se me sale al pensar, muchos niños han entrado a la universidad con notas perfectas, es una alegría para mi tener incluso ya profesionales”, compartió con emoción.
Comparte que ahora su prioridad desde el comité son los niños de primero a noveno grado, porque es donde se forman. “Yo tengo el slogan que si cuidamos a nuestros niños de cinco a 18 años tenemos un presidente o un delincuente”, destacó.
Camino de altas y bajas
Karla Villatoro es originara de El Sauce, La Unión. Emigró a sus 19 años a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, en busca del “sueño americano”. Rememora que los primeros días fueron difíciles pues no tenía a sus hijos con ella.
Recuerda que empezó a trabajar haciendo limpieza incluso aseo en la Bolsa de Valores Lehman Brother, al igual que cuidando pequeños, esos pequeños que imaginaba eran sus dos varones que había dejado en El Salvador. Es así como después de haber ahorrado un dinero los trajo a Estados Unidos cuando ya tenían tres y seis años.
Las crisis le pusieron pruebas que iba superando poco a poco y con ello también iba escalando en su vida, grada tras grada, paso a paso, lento pero seguro.
Luego de mucho esfuerzo llega a trabajar al mayor distrito financiero de la ciudad de Nueva York, (Wall Street) donde estuvo de supervisora atendiendo los salones de conferencias de inversionistas.
Entre las más amargas experiencias que ha vivido se encuentra aquel fatídico 11 de septiembre 2001. Con voz entrecortada relata que ese día su hijo se había quedado dormido en casa y que casi quedaba enterrada pues se encontraba en el piso 29 al momento de los ataques.
Rememora que al instante de su escape cayó el segundo avión y la fuerza del impacto la hizo caer, pero como pudo se levantó y empezó a caminar sin importar que se le dificultaba el respirar pues en ese momento el aire estaba atestado de polvo, podía más el instinto de supervivencia.
“Acaban de pasar 20 años y por más años que pasen uno queda con ese chip que se prende y no se apaga”, cuenta con una voz que ahora se corta como consecuencia de todo el polvo aspirado en aquel suceso ocurrido en 2001.
Hoy en día ella se siente bendecida y agradecida con Dios porque sobrevivió a ese ataque terrorista y puede seguir con la vida de cerca con sus ahora cuatro hijos. Con orgullo como toda madre menciona que tiene dos hijas y dos varones. Las niñas nacieron en Estados Unidos producto de un feliz matrimonio.
Ahora agradece al Creador porque sus hijos son profesionales y seres de bien que lograron aprovechar todo ese esfuerzo de su madre.
Confiesa que Dios le ha dado la oportunidad de ayudar y no olvidar sus raíces, tiene presente siempre el motivo por el que llegó a Estados Unidos y por eso le nace ayudar a los demás.
“Ayudo para que los demás vean que la vida tiene sentido y hay esperanza”, puntualizó.
Menciona además que sus hijos le apoyan en algunos proyectos como voluntarios e incluso su hijo Juan Carlos que ya es ingeniero le donó 50 computadoras para que sean entregadas en Colombia, entre otros.
De la mano con el arte y cultura
Karla Villatoro, también es directora ejecutiva de El Comité Cívico Hispano de Arte y Cultura (COCIHAC).
Desde acá apoya a que jóvenes de diferentes países y culturas se unan e involucren en los festivales y desfiles como el de Hispanidad pues considera que en este país hay mucha gente que les puede tender la mano a los talentos artísticos de los chicos.
Gala de la Herencia Hispana
Por cuarto año consecutivo se desarrolló la 4th Gala de la Herencia Hispana, donde se dieron cita tanto lideres comunitarios, directivos, homenajeados, embajadora de El Salvador en Estados Unidos, Milena Mayorga, entre otras importantes personalidades. La organizadora, Karla Villatoro se mostró satisfecha de los resultados cosechados hasta el momento.