Vidal Palacios, ex soldado locutor de radio: “Si no me hubieran amputado el pie en la guerra quizá no fuera nada”

Fotos tomadas del perfil de Facebook de Vidal Palacios

Por Santiago Leiva

Después de volar por los aires, caer, y ver su pie derecho colgar de un hilo de piel, lo primero que pensó Vidal Palacios es que su vida útil había terminado: ya no rompería corazones y tampoco pegaría más a una pelota de fútbol; pero la mina que pisó y le explotó únicamente silenció su fusil, le sacó de combate y le enseñó una nueva ruta para vivir su vida.

Enfundado en un uniforme militar con escarapela de sub sargento, Vidal Palacios, peinaba el cerro de Guazapa en busca de guerrilleros cuando se paró sobre el punto que daría un giro de 180 grados a su vida. Jamás pensó que ese 3 de abril de 1986 la “operación Fénix” le obligaría, como el “Ave Fénix” a levantarse de entre las cenizas.

Vidal Palacios fue sacado en helicóptero de la zona de combate y llevado al hospital Militar donde debieron amputarle el pie y seguir luego un proceso largo de rehabilitación. Primero se inscribió nuevamente en la escuela para cursar su noveno grado, y luego aterrizó en la cabina de Cadena Cuscatlán donde descubrió una de sus pasiones y se convirtió en su trinchera no solo para culminar sus estudios de bachillerato sino también para hacerse de una carrera universitaria.

“Pasé un año en rehabilitación, y ese tiempo la Fuerza Armada empezó a crear estrategias de rehabilitación, enseñaban de todos los oficios. A mí me propusieron aprender de peluquero, de obra de banco y de mecánico y les dije no porque yo tenía otra visión.  Pero de repente llegó un teniente y me dijo: Mirá Vidal, hay una oportunidad en Cadena Cuscatlán y yo dije: ahí voy”, recuerda. “Me fui a la Cuscatlán y ahí aprendí todo lo que se hace en una radio, desde barrer. Fui ingeniero de sonido, productor, locutor comercial, y para no cansarlo al final ya para jubilarme terminé como subdirector de la radio. Fui también director de programación y director de relaciones públicas”. Vidal Palacio sin embargo se hizo celebre en esa estación radial por la creación del personaje “el Piloto Loco” donde a través de las ondas hertzianas buscaba motivar a la tropa y hacer que los combatientes guerrilleros abandonaran su lucha armada. También estuvo al aire con su programa “Cuéntenos su problema” donde aconsejaba sobre rupturas amorosas y o diferentes tipos de problemas. “En ese programa de radio yo salvé gente de suicidarse y ayudé a muchos cipotes a salir de problemas”, dice. Santos Vidal Palacio como está registrado en su acta de nacimiento, dejó la cabina de Cadena Cuscatlán, para convertirse en jubilado, el 31 de diciembre de 2016. Laboró ahí durante 34 años.

En la actualidad imparte clases universitarias, y del niño que nació en condiciones paupérrimas y que se dedicó a las labores agrícolas durante su adolescencia en Apastepeque y Zapotitán queda muy poco. Vidal Palacios y su historia de superación es nuestro primer personaje de 2018.

¿Cómo termina un soldado dando consejos matrimoniales a parejas, cultivó esa experiencia como militar?

Uno cuando está joven anda tratando la manera de tener novias, pero no era un tipo que me preocupaba andar con novias. Eso sí, la época de soldado era gloriosa en ese momento a nosotros se nos respetaba. Yo estuve en una unidad élite que viajaba por todos lados, era del Batallón de Infantería de Reacción Inmediata (ATLACATL) y viajábamos desde nuestra cede en San Juan Opico a Morazán, Usulután, Chalatenango, San Vicente. Los 14 departamentos se recorrían y no había mucho tiempo de estabilizarse con una mujer. Si hubo novias, pero no en la cantidad como algunos argumentan. Yo estuve cinco años activo, fui herido dos veces. La primera vez nos levantó una mina “Claymore” yendo para Potonico, Chalatenango, ahí murieron seis compañeros y a mí me quebraron la pierna, pero como estaba cipote me compuse rápido. Luego me volvieron a herir y me imputaron el miembro inferior de mi pierna derecha, debajo de la rodilla.

¿Pero, cómo termina en un radio aconsejando parejas sobre amor?

Le voy a contar a groso modo mi historia. Yo vengo de una familia paupérrima, éramos cinco hermanos por parte de mi mamá, mi padre abandonó a mi madre. A los 14 años, perdí a mi madre. Yo soy originario del cantón Calderas de Apastepeque y cuando empezó la guerra ahí por 1979-1980, nosotros no teníamos para poder emigrar hacia el casco urbano de Apastepeque, éramos demasiado pobres y no teníamos para alquilar una habitación, pero tenía un tío que había vivido en la zona de Zapotitán. Nosotros éramos acosados por la guerrilla y por la Fuerza Armada y cuando ya no se soportó nos fuimos para Zapotitán.

 

¿Qué les hizo huir?

Lo que pasa es que mi abuela tenía una tiendita donde vendía cositas como churritos y si llegaba la guerrilla les vendía y si llegaban los soldados también, entonces hubo alguien que le puso el dedo, quedamos en un callejón sin salida y tuvimos que emigrar para Zapotitan. Ahí vivimos en una casita sumamente pequeña.

 

Al inicio me dijo que vivían en extrema pobreza ¿de que trabajaban antes de migrar a Zapotitán?

Hacíamos trabajos agrícolas, pero no crea que cosechábamos nosotros. Nosotros éramos mozos, peones y trabajábamos en frijolares, maicilleras, en maizales. A mí me tocó cortar algodón que era una cosa terrible, yo solo duré una semana. Yo he cortado caña, y cargado camiones cañeros. Luego cuando llegamos a Zapotitán ahí habían frijolares, maizales  y también tabacaleras. Yo trabaje en tabacaleras, tomateras, chileras. He hecho todo trabajo campirano y no me avergüenzo, me siento orgulloso de ello.

 

¿De ahí se va al cuartel?

En 1982 que tenía 16 años y meses me reclutó el ejército. Y mire que curioso yo tenía unos cheros y debido a la precariedad de los trabajos, como no había trabajo a los 15 años junto a otros dos muchachos nos queríamos ir a presentar a un cuartel, pero no los decidíamos. Eso sí, nunca planificamos estar en el Batallón ATLACATL porque tenía la fama que ahí se sufría en los entrenos. Sin embargo ese año estábamos reunidos con los cheros, llega el camión y de repente se bajan los soldados y comienzan a preguntarnos las edades. Yo les pregunté que de donde eran y me dijeron que del ATLACATL,  les dije que no podía ir porque era el único de mi mamá, y me dice el soldado: yo también soy el único, subí al camión. Un señor que era evangélico vio que nos habían agarrado, éramos tres, y le fue a contar a mi abuela que a mí a matarme iban, que me fueran a buscar al Playón, y mi abuela me fue a buscar. Cuando llegamos al cuartel yo vi a un amigo, él iba con licencia y con él mandé razón a mi abuela que me habían reclutado.

Este amigo que se llamaba Pedro, me dio un uniforme viejo y unas botas estilo burro, y yo ya me sentía soldado. El día domingo me llegó a ver mi mamá (abuela) y me llevaba una gallina para el almuerzo, la llevé donde dormíamos y como no teníamos catre fijo resulta que cuando llegué en la tarde ya no estaba, me la “gueviaron”, pero eso era parte del folklore de la tropa. Poco a poco fui adaptándome a esa vida, ascendí a cabo a los dos años y luego a sub sargento.

¿Cómo fueron sus primeros días en el ejército, no pensó en desertar?

Fueron difíciles, yo llegué a una compañía que ya tenía dos meses entrenando cuando yo llegué, y a los tres meses nos mandaron a la primera operación. Nos mandaron a Guazapa y yo apenas tenía un mes. Fui al mes a la guerra sin saber nada y era una angustia terrible porque usted sabe que enfrente tenía al enemigo y no le está tirando piedritas, maicillo o frijoles. Le está tirando balas.  Sabe con base al sistema ideológico que yo tengo creo firmemente que fue una guerra injusta.

 

¿Usted mato?

Es que usted se defiende, usted se defiende. Uno dispara, pero no sabe si pega. Por ejemplo cuando a mí me hirieron  el guerrillero no sabe si me pegó. El que pone la mina quita pie no sabe quién se paró en ella. La guerra así es. Distinto fuera que lo agarraran, lo pusieran ahí y yo disparo, ahí si considero yo que es un asesinato, cosa que yo no hice. Yo no fumé marihuana, yo no fui bolo, no me gusta el guaro ni la cerveza, no consumí cocaína, siempre anduve lúcido, pero me quitaron el pie y ahí terminó la guerra para mí. Hay gente que habla y nunca estuvo ahí. Hay muchísimas historietas, no se sí ha leído “Las mil  y una historias de Radio Venceremos”, si ya la leyó como usted no estuvo usted cree todo eso, la ciencia ficción que le hacen, pero yo estuve ahí y no fue así como ahí lo escriben.

 

¿Y qué me dice del Mozote, hay libros que relatan lo sucedido?

Le voy a decir algo, la historia tiene tres caras: la suya, la mía y la correcta, pero se han inventado tanto que ya más parece mercadológico eso. Lo han tergiversado tanto que satanizaron el lugar. Cuando usted va a ese lugar hay una señora, mercadóloga sin estudio que si usted no sabe, no conoce, lo convence rápido. Yo no estuve ahí, pero porque tergiversar las cosas. La historia del Mozote se hizo mercadológica. Para mí la guerra fue algo que no debió pasar nunca. Se dice que la guerra empezó por la desigualdad social.  Le pregunto ¿terminó eso?, no ha terminado. Hoy hay otros ricos, yo no juzgo a quien tiene más, si tiene más es porque Dios le ha dado, pero que sea honradamente.

 

¿Cómo termina amputado de su pie?

Ahí por 1985 se dio una operación famosa llamada “Fénix”. En  Guazapa entraron todos los batallones de reacción, entró el Bracamonte, el Belloso, el Arce, ATLACATL, La Primera Brigada, Cojutepeque. Era una operación para rodear el cerro de Guazapa. Yo estuve ahí varias fases por nos sacaban a los 15 días, para mandarlos con licencia durante cinco días y luego volvíamos a entrar. En la operación que a mí me hirieron  nos mandaron a cubrir cerca del cantón Salitre. Yo era el explorador y llevaba cuatro soldados a mi mando, de repente sentimos una ráfaga y nos tendimos, comenzó el combate y nosotros entramos a un campo minado. De la compañía íbamos como 120 y solo regresaron como 80 ilesos, ahí tuvimos varias bajas. Esa noche nos pidieron que no nos moviéramos del lugar, pero el problema es que nos quedamos sin agua y mandé a un soldado, “Hulk”, a traer agua. Cuando él estaba llenando las “caramañolas”, se paró y cuando asentó más el pie lo levantó una bomba. Cuando llevábamos a “Hulk” en la espalda, cayó otro soldado en una mina. Total que en el mismo vuelo del helicóptero enviamos tres soldados sin pierna. Hablamos que teníamos que retroceder, y cuando ya veníamos y nos habíamos posicionados del lugar donde íbamos a dormir, le dije al cabo que andaba el detector de minas que lo pasara donde yo iba a dormir. Lo pasó y luego cuando nos disponíamos a jugar un “cucho” con naipes, y  yo venía con la caja de municiones me paré en la mina. Me levantó como tres metros y caí. En esos momentos sentí que la vida se me acabó.  Mi pie quedó desecho, el enfermero me lo amarró y yo vi mis dos pies rectos, pero el dolor era “perro”. Me sacaron en helicóptero y yo sentía que el helicóptero no avanzaba. Cuando llegamos al hospital Militar, yo no quería que me apuntaran la pierna, pero cuando me quitaron la venda, el pie quedó colgado del pellejo, yo vi y empecé a llorar. Así fue como me quitaron mi pierna. Pasé un año en rehabilitación. Hasta esa época yo había estudiado hasta octavo grado, ya en rehabilitación, con muletas, me iba a estudiar mi noveno grado. En ese tiempo la Fuerza Armada empezó a crear estrategias de rehabilitación. Enseñaban mecánica, peluquería, de todos los oficios. A mí me propusieron aprender de peluquero, de obra de banco, de mecánico y les dije no porque yo tenía otra visión. De repente llegó un teniente y me dice: Mirá Vidal, hay una oportunidad en Cadena Cuscatlán y yo dije: ahí voy.

¿De qué trataba la oportunidad?

De aprender. Había oportunidad para aprender fotografía, imprenta, dibujo. Tenían cámara fotográfica y de video para aprender y estaba la radio. Entonces me fui a la Cuscatlán y ahí aprendí todo lo que se hace en una radio, desde barrer.

 

Jajaja le tocó servir el cafecito a los locutores

No tanto así porque de alguna manera lo respetaban porque usted había sido soldado y era lisiado, pero sí alguna vez le fui a traer café a Tony Mineros, a Tony Alvarenga, al “Primo Chomo”. Ahí estaba también Osvaldo Agreda, Javier Cisneros y el director que era Eugenio Acosta Rodríguez (Chico Tren). De los cinco (militares) que llegamos a la radio yo fui el primero al que le dieron la oportunidad de abrir micrófono, me dio la oportunidad el Lic. Acosta Rodríguez y el me motivó también a estudiar. Así que estudié a distancia el bachillerato. Luego me casé y quería estudiar en la universidad, pero no tenía ni siquiera para pagar la Universidad Nacional, pero vino un primo de Estados Unidos y me regaló 500 colones para que estudiara, así fue como me metí a estudiar Relaciones Publicas y Comunicaciones en la Universidad Francisco Gavidia y cinco años después me estaba graduando. Después que abrí micrófono en la radio el encargado del estudio de grabación me dijo que si no quería aprender a grabar. En la radio, mi derecho de piso lo pagué en un turno que iba de 12:00 a 6:00 de la mañana. Pasaba ahí seis horas y de ahí me iba a aprender al Estudio de Grabación. En la tarde me daban permiso de dormir, dormía esa tarde y la noche y al siguiente día me iba al Estudio de Grabación. Después cuando se terminó la guerra fueron disminuyendo personal y yo quedé como ingeniero de sonido. Así que fui ingeniero de sonido, productor, locutor comercial, cabinero y para no cansarlo al final ya para jubilarme terminé como subdirector de la radio. Fui también director de programación y director de relaciones públicas.

 

La gente sin embargo quizá lo recuerde más por su programa…

¿Cuéntenos su problema?

 

Ese programa se da cuando yo me voy de la Stereo Aries.

 

¿Trabajó en la Stereo Aries?

Sí, yo trabajé en la Stereo Aries. Es que estando en la Cuscatlán, primero un amigo me consiguió unas horas en la “Versátil”, trabajé como un año ahí. Luego regresé de lleno a la Cuscatlán y  me salió una oportunidad en la Aries. Así que me fui a la Aries para un turno que iba de 7:00 a 12 de la noche porque trabajaba todo el día en la Cuscatlán. En la Aries trabajé dos años.

 

¿Ahí inició su programa Cuéntenos su problema?

No. Ahí se llamaba “Quéjate tú mismo”. De esa radio me fui porque yo quería estudiar en la universidad.

 

¿Entonces el “Quéjate tú mismo” se lo lleva con el nombre de “Cuéntenos su problema” a la Cuscatlán?

Sí, es que yo fui muy famoso ahí. Pero antes de eso cuando abrí micrófonos en la Cuscatlán hice un personaje. Mi personaje se llamaba “el Piloto Loco”.

¿Por qué ese nombre?

No sé si ha visto usted la película que se llama “Good morning Vietnam”. Yo vi esa película y me emocionó tanto que con la ayuda de otro amigo creamos el personaje “el Piloto Loco” para motivar a las tropas en combate, motivar a la población civil y desmotivar a la fuerza enemiga (la guerrilla).

 

¿Cuál era el mensaje?

Eran mensajes simples. En Navidad (al enemigo) le decíamos vente para tu casa, tus hijos, tu Mamá, tu familia te espera, no sufras más, y al ejercito le decíamos: donde te encuentres, tu sabes que eres lo mejor que tiene este país, eres un soldado heroico. Era pura motivación. Con la población lo que hacíamos era desmentir lo que la Radio Venceremos decía.

 

Hábleme de “Cuénteme su problema”,  que tan exitoso fue

El programa duró 18 años. Yo ahí arreglé problemas de pareja, de gente que estaba a punto de divorciarse. En ese programa desde la radio yo salvé gente de suicidarse y ayudé a muchos cipotes a salir de problemas. Una vez un señor quería suicidarse en La Unión. Me dijo que había perdido a su mujer y sus hijos y que se iba a matar. Le dije que qué ganaba con eso, empezamos a hablar y gracias a Dios a los cinco años después me volvió a llamar. Ya tenía una nueva familia y me llamó para agradecer a Dios y a mi persona. Así que hice mucha obra social.

 

¿Cuál fue el caso más dramático que conoció al aire?

Yo pienso que ese. Pero también hubo un joven de Ahuachapán que se quería suicidar. Me llamó su señora y me dijo que el joven había puesto unos libros en una silla para ahorcarse. Mire me dijo: ahorita ya tiene el lazo al cuello y se quiere ahorcar. Yo le dije que le diera volumen a la radio para que me pudiera escuchar. Lo primero que  dije fue: ¿te das cuenta?, ¿sabes para dónde vas si te matas? ¿eres cristiano?, sí me dijo, si te matas vas para el infierno le dije abiertamente. Hablamos una hora y ya no se mató.

 

Vidal ¿qué le borraría a lo vivido hasta hoy, el pasaje militar, la pérdida de su pie quizá?

Las cosas negativas que he hecho. Yo estoy agradecido con Dios, he sufrido, he llorado, pero también he triunfado.  Dios da males para bien, si no me hubieran amputado el pie en la guerra quizá no fuera nada. Si no me hubieran quitado el pie quizá anduviera chapodando. Esta es mi historia, esta es mi vida y no borraría nada.