Por: Samuel Gutiérrez
Este 21 de marzo se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Down o trisomía 21, que es una malformación congénita causada por la presencia de un cromosoma extra y que ocasiona desordenes de aprendizaje en quienes lo padecen y que le debe su nombre a John Langdom Down, quien fue el primero en estudiar el trastorno genético.
Todos las personas poseen 23 pares de cromosomas, es decir 46 en total, y en el par numero 21 aparece un cromosoma extra que da lugar al síndrome de down o trisomía 21.
En El Salvador, hasta el año 2009 se estimaba que unas 40 mil personas tenían el síndrome de down.
Las personas que padecen del síndrome se caracterizan por algunos signos físicos particulares como ojos rasgados, cara redonda, entre otros rasgos.
El diagnóstico para esta anomalía congénita puede darse al momento de dar a luz si el bebé tiene una sola línea en la palma de la mano o por la postura de su lengua. Para confirmar el diagnóstico se hace un examen llamado careotipo; que consiste en un análisis de sangre de tipo cromosómico para saber si el paciente posee el cromosoma extra causante de la condición.
El síndrome trae consigo una serie de patologías que es necesario tratar desde el momento del diagnóstico, entre ellas cardiopatías, como soplos en el corazón, hipotiroidismo y enfermedades intestinales, que afecta su peso y su estatura.
Patricia Marticorena de Fuentes, encargada de la coordinación del Departamento de Psicología del Centro de Rehabilitación Integral para la Niñez y Adolescencia (CRINA), explicó que el síndrome se puede clasificar en tres tipos: Síndrome de Down puro; cuando se tiene un daño cromosómico de 100%, un Síndrome de Down Mosaico; con un daño de 75% y un Síndrome de Down por translocación que son los niños con más afectaciones patológicas.
La psicóloga del CRINA sostuvo que el nivel de aprendizaje de los niños no depende del nivel de afectación de las células por la trisomía, sino de la estimulación temprana y continua que reciba de parte de sus padres y familiares.
De Fuentes también señaló que en El Salvador se necesita de un sistema nacional que promueva la estimulación y concientización para la inclusión y superación de niños con síndromes de down a la sociedad.
Aunado a las patologías y las dificultades de aprendizaje que los niños presentan se encuentra el impacto psicológico que acarrea a los padres el saber que su hijo tendría el síndrome. De fuentes dice que una de las técnicas es expresar sus sentimientos sobre la situación para trabajar en la aceptación.
“Que no se centre en que su hijo va a ser rechazado, la aceptación tiene que empezar en el hogar”, acotó la psicóloga.
La especialista también recomienda a los padres “que olviden el síndrome y que lo vean como cualquier niño, que lo disfruten porque es un niño que sonríe y tiene ternura”.