Los Rolling Stones cerraron su gira con un histórico recital en Cuba

Foto por AP

El eléctrico Mick Jagger , con saco negro bordado en rojo y plateado, camisa roja satinada y pantalón negro, subió a un escenario fabricado al aire libre para la ocasión en la Ciudad Deportiva ante medio millón de personas que esperaron por horas para lograr los primeros lugares, ver a sus ídolos y realizar con ellos un ritual de clásicos del rock.

«Hola Habana, buenas noches mi gente de Cuba», lanzó Jagger en perfecto y modulado español ante un público que lo vitoreaba a poco de empezar el concierto que arrancó con el clásico «Jumpin’ Jack Flash».

«Sabemos que años atrás era difícil escuchar nuestra música aquí en Cuba, pero aquí estamos. Pienso que los tiempos están cambiando», agregó el vocalista en relación a las dificultades que las bandas angloparlante tuvieron en los años 60 y 70 en la isla, cuando al calor de la revolución se los silenciaba en las radios y medios bajo el argumento que su estática representaba la decadencia del capitalismo occidental, aunque los isleños se las ingeniaban pasándose los discos de vinilo de mano en mano.

En los años 80 ese contexto cambió, y aunque sus temas se transmitían por la radio y sus conciertos por la televisión, la agrupación nunca había tocado en vivo en la isla. Entre los espectadores no faltaron los carteles con mensajes como «We Love Stones» o banderas de países que se declaraban «República Stones», ni las personas vestidas con camisetas que lucían el popular logo de la banda de la boca con la lengua afuera.

Las luces, con fuertes tonos rojos y azules, le pusieron color al ambiente de un sonido impecable. Tres pantallas gigantes en la parte delantera y superior del escenario multiplicaban hasta la enormidad la labor del guitarrista Keith Richards y el carismático baterista Charlie Watts.

El espectáculo derrochó lujo rocanrolero y una docena de cámaras fueron capturando los momentos que se convertirán en un documental, indicaron los organizadores.

Las calles fueron cortadas el jueves en las inmediaciones de la Ciudad Deportiva, el espacio al aire libre donde se instaló un escenario de metal y todo el equipo de audio del espectáculo, que fue de acceso gratuito.

«Yo crecí con los Beatles, con los Rolling, en los años 60 y 70, soy de esa época», dijo emocionado Joaquín Ortiz, un custodio de 62 años. «Después del día de hoy me puedo morir».

Agencia AP