Agencias
En los sesenta años de vida del proyecto comunitario, nunca había habido una percepción más aguda de que los problemas de seguridad son de orden colectivo, que ningún país por sí solo es capaz de hacer frente al desafío terrorista. Las fuerzas populistas antieuropeas luchan por lograr que se restablezcan las fronteras y que se endurezca la política de inmigración, en contra de las tesis que sostienen que es necesario aumentar la cooperación entre las fuerzas de seguridad de todos los países, informa desde Bruselas Enrique Serbeto.
Pero eso no impide que en Bruselas se mantenga un nivel tres (sobre cuatro) de alerta antiterrorista, con el Ejército desplegado en las zonas estratégicas de la ciudad. Los funcionarios europeos viven, como los belgas, bajo el recuerdo de los atentados de abril en el aeropuerto y en el metro de Bruselas, que siguen presentes en todas las recopilaciones de los acontecimientos del año que termina y que han marcado para siempre la historia de esta capital y de los europeos en general.
Los dirigentes comunitarios han reforzado la legislación introduciendo, por ejemplo, el control obligatorio de la identidad de todos los viajeros que entran en Europa, sin excepciones, para tratar de conjurar el peligro que supone el regreso de los que fueron a combatir con Daesh. Más inmediata es la amenaza que pende sobre las celebraciones de esta Nochevieja, para las que se han adoptado medidas de seguridad excepcionales.