JC Piedrasanta: “Nunca tuve tiempo para bares y night club, pero no quiere decir que deba tener un altar en la iglesia”

Fotos de Kevin Aguilera | El Metropolitano Digital

Por: Santiago Leiva

Dos surcos de sudor bajaban como riachuelos por sus mejías. No narraba una final Alianza-Águila,  pero resumir su vida frente a mi grabadora, en 60 minutos,  hizo que don JC Piedrasanta sudara a mares. “¡Que sudada la que he dado!, pero ha sido bonito volver a recordar”, dijo poniéndose en pie para coger aire. Este ahuachapaneco llegó al mundo y quedó inscrito en las actas de nacimiento como Julio César Tobar, pero su fama tras los micrófonos creció bajo los seudónimos de  JC o simplemente Piedrasanta. Desde que don JC, en su juventud, cogía una escoba para bailar y cantar el popular “Popotitos” han pasado décadas, pero él sigue siendo dueño de una de las voces más privilegiadas de la locución salvadoreña. Don JC Piedrasanta descubrió desde muy temprano que su voz sería su herramienta de trabajo. Escuchó por primera vez su voz al aire leyendo saludos para las madres, y luego se familiarizó y se hizo amante de la música ranchera de Pedro Infante, José Alfredo Jiménez,  Antonio Aguilar, Lucha Villa y Lola Beltrán complaciendo a los ahuachapanecos.

“Empecé a leer todas las cartas, los jeroglíficos, porque no todas eran cartas con letra bonita. Después pasaba todos los días metido en la radio. Hubo luego un programa que se llamaba Fiesta Ranchera y en esa Fiesta Ranchera olvídense comenzaba a la 1:00 de la tarde y terminaba a las 10:00 de la noche y todavía no se había logrado satisfacer todas las demandas de la gente pidiendo sus canciones para saludar a las fulanitas, a la novia, el esposo, la esposa”, rememora.

Esas anécdotas se remontan al año 1968 y casi 50 años después don JC sigue tras al micrófono hablando de fútbol, el deporte que le apasiona. En la actualidad aparte de ser el maestro de ceremonia de varias instituciones, dirige el programa de radio “Fútbol Profesional”. Don JC es nuestro personaje de esta semana.

 

Cuando lo veo lo primero que viene a mi mente fue una frase que le escuché hace muchos años ¡hay hambre en el país!

Bueno ‘hay hambre en el país’ surgió de ver lo que somos los hombres de los medios, vamos a una conferencia de prensa y no ha terminado la conferencia y ya están encima de las “boquitas”. Después yo tuve que dar el ejemplo de que hay hambre en el país, y me iba a hacer cola porque a algunos no les gustaba la frase, les molestó. Y todavía fuimos a una actividad de la Federación uno de estos días para darle el bautismo al albergue del deportista con el nombre de Conrado Miranda, y habían unas ricas bocas y cuando llegué a tomar un vaso de agua otro dijo por ahí hay hambre en el país. A muchos  no les gustaba, pero decía yo en mis adentros a quien le pique que se rasque. Bueno usted no me va a dejar mentir, pero es que hemos visto tantas cosas de nuestros amigos que de veras la frase hay hambre en el país es real. Le voy a contar una anécdota, vi un amigo de los medios que se llevó en una ocasión una botella de whisky, ojo la botella si acaso tenía un miserable traguito, un miserable traguito, pero él se llevó la botella y lo más triste del caso es que lo ven y le dicen que devuelva la botella. Eso fue duro, fue cruel hasta para nosotros que estábamos viendo. ¡Como no le iban a quitar la botella si no tenía ni siquiera un doble!. Era quizá más útil la botella sola que el traguito, y lo peor del caso es que, el que se la pidió era más sinvergüenza que el que se estaba llevando la botella. Hay de todo en la viña del Señor.

 

El mundo del deporte le conoce como JC Piedrasanta, su nombre es Julio César Tobar ¿de dónde viene lo de Piedrasanta?

JC Piedrasanta surge porque un compañero panameño con el que leíamos noticias en la Radio Continental tenía un amigo que era de apellido Piedrasanta y  dijo que yo me parecía a él, entonces por esa razón me llamaba así y me gustó. Tanto me gustó que mi primer seudónimo fue Juan Carlos Piedrasanta, ya en ese momento había un hijo mío que se llamaba Julio César y un segundo que se llamaba Juan Carlos, de ahí, estábamos hablando de 1971, comencé a utilizar el JC, pero se fue ligando el apellido Piedrasanta y se fue quedando y hoy aunque no me lo ponga la gente así me llama en todos lados. Al final soy Julio César Tobar y el haber tenido popularidad con sobre nombre también me agrada. Uno no espera que vaya a tener tanta trascendencia y ha sido maravilloso.

 

¿Cuándo descubre que su voz sería su herramienta de trabajo”

Creo que esta es la razón. Cuando yo estaba estudiando agarraba la escoba y me ponía a bailar y cantar. Entonces en Ahuachapán llegó una Radio YSMG la Voz del Espino. Entonces en un 10 de mayo de 1968 estaba escuchando a los amigos  dando las dedicatorias a las madres y con todas las canciones. Y decía yo, que era un cipote, estaba en séptimo grado de hoy en día, eso yo lo puedo hacer. Y tome la decisión y el valor  y fui a la emisora a pedir la oportunidad. Y yo llegué seguramente como un regalo del cielo porque necesitaban ayuda. Solo había dos personas trabajando, la dueña de la radio doña Marinita, y en el micrófono en un pedestal estaba un amigo, Roberto Céa. Entonces me dieron la oportunidad que fui leyendo: un saludo especial de parte de Santiago Leiva para su madrecita con todo amor en su día. Empecé a leer todas las cartas, los jeroglíficos, porque no todas eran cartas con letra bonita. Después pasaba todos los días metido en la radio. Después hubo un programa que se llamaba Fiesta Ranchera y en esa Fiesta Ranchera olvídense comenzaba a la 1:00 de la tarde y terminaba a las 10:00 de la noche y todavía no se había logrado satisfacer todas las demandas de la gente pidiendo sus canciones para saludar a las fulanitas, a la novia, el esposo, la esposa. Fue una etapa linda, pero yo tenía que seguir estudiando y me vine para San Salvador.

 

Antes de aventurarse con el micrófono ¿cómo fue su niñez?  

La niñez mía es como la niñez de casi todos los salvadoreños de escasos recursos. Siempre me acostumbre a que cuando terminábamos las clases nos íbamos a cortar café y sí ya no había corta nos íbamos a los patios a recibir el sol del santo día moviendo y haciendo los surcos con el café para que se secara y lo vendieran. Nosotros no fuimos de triciclos ni bicicleta porque no las teníamos y nos íbamos a trabajar.

 

Cuando viene a San Salvador se olvida de la radio…

Esa es otra historia que yo la tengo como de lo más especial. Yo vine con valentía a Salvador. Tenía mi novia, tenía yo 20 años y me vine solo. Me vine sin conocer San Salvador, sin tener amigos, sin tener familia en San Salvador y sin siquiera saber donde estaba parado. Traía unas cartas de recomendación no digo que no las usé, pero realmente no las usé. Llegué yo a pedir trabajo. Mi idea era seguir mis estudios de contador, pero estaba en un mundo donde nadie me estaba ayudando, donde yo tenía que hacerle frente a la vida, no era de que yo estaba aquí y mi madre me iba a enviar el dinero. ¿Qué podía hacer yo, en que me había movido en los últimos tiempos? en la radio así que vine a buscar una radio (para trabajar). Y tuve tan buena suerte en que en una de las recomendaciones fui al Ministerio del Interior busque a un amigo que era de apellido Cristales que tenía familiares en Ahuachapán y él me dijo que había una radio que acababa de salir al aire. Era la Radio Continental. Fui y me recibió don Ángel Suárez y le digo don Ángel traigo unas recomendaciones y me dice: no te preocupes se ve que eres buena gente, que eres un buen muchacho. Me dice vamos al micrófono, vamos a dar la hora, y nos quedamos dando la hora y luego leyendo noticias. Pasé cuatro años trabajando en la Radio Continental que hoy es la Radio Clásica.

¿Se quedaba a dormir en la radio?

No, como había hecho mis centavitos, traía mis ahorritos y me fui a vivir los primeros días en el Boarding House Hondureño,  pero antes del Boarding House me fui a dormir a un hotel llamado Panamericano, era barato 1.50 o 3.50 de colón costaba la noche. Ahí de día era tranquilo, pero de noche era un ruido hermoso con tantas mujeres guapas que circulaban por ahí y que yo pues.

 

A cazar dijo usted jajaja…

Jajaja. Eso me pasó una sola noche que me quedé ahí. No me gustó el ambiente, me preocupó el ambiente. Me fui al siguiente día al Boarding Hause Hondureño estaba a un lado del Cine Libertad. Era bonito se pagaban ocho colones. Pasé ocho días ahí y en esos ocho días de mi llegada yo ya había conseguido trabajo. Ya estaba en la Radio Continental y mi primer salario fue de 35 colones en esos primeros 15 días. En el siguiente mes ya fueron 150 colones, imagine usted 150 colones en 1969.

 

Y los estudios…

Estudié, pero nunca pude terminar. Fui a la ENCO, al Liceo Abrahán Lincoln, fui a estudiar al Instituto Nacional, a Liceo Americano y al Nuevo Liceo Centroamericano, pero nunca pude terminar porque siempre había trabajo que hacer, y a esas alturas yo ya me había casado. Me fui a casar una noche del 10 de marzo de 1969 y luego nos venimos para acá alquilábamos un apartamentito compartido que costaba 60 colones en aquel entonces.

 

¿Fue en esta radio donde da el gran salto a la locución y la narración?

Estando ahí un amigo supo que nosotros narrábamos en Ahuachapán, porque narraba fútbol en Ahuachapán entonces me buscaron y comencé a meterme con Francis Melara. Él me dio la oportunidad de estar con él en la Radio Popular, en la YSU y en otras emisoras como la YSAX. En la YSAX me quedé como siete años aproximadamente. Estando con Francis Melara nos sale la oportunidad de irnos a trabajar a la Sonora, esto es allá por los años 1977 y desde entonces nos quedamos ahí hasta el año 2012.

 

¿Periodísticamente se vio involucrado en el conflicto armado?

No, no tuve esa experiencia por el contrario nosotros en nuestro mundo creamos un programa que se llamaba la Cátedra del Saber que era un programa cultural de preguntas y respuestas y lo traigo a cuenta porque una noche cuando terminamos el programa en la Radio Vanguardia, donde habíamos comprado el tiempo para pasar el programa, cuando iba pasando por el puente de la Guatemala nos detuvo la Guardia Nacional y nos puso manos arriba, Y dice uno: este tiene aquí unas balas, no, no, no son una baterías les digo. Solo situaciones como esa nos pasaron y afortunadamente salimos bien.

Les quiero contar una anécdota que es de las más difíciles que nos pasó, en una ocasión estando en la YSU me dice un compañero hay una conferencia de prensa con el Coronel (Mayor Roberto) D´Aubuisson, que estaba en la clandestinidad y de aventados fuimos. Ahí por Canal 2 nos llegaron a traer a una parada en un microbús. Cuando llegamos en el microbús a Lomas de San Francisco en la oscuridad de aquellos tiempos nos dicen: ok aquí se van a acostar en piso del vehículo, todos se van a acostar. Creíamos que era una broma, pero era cierto y vendado nos llevaron quien sabe donde, probablemente por el volcán.

Era para una conferencia de prensa de D´Aubuisson, ahí estaba él y había otros entre ellos un personaje que todavía está en una televisora. Afortunadamente salimos bien de esa experiencia un tanto dura. Ahí dijo él, D´Abuisson, que la guerra era indetenible, después nos regresaron siempre vendados. Fue una experiencia que gracias a Dios pudimos contarla.

 

¿No le llamó la atención la carrera militar?

No, nunca me gustó y no, mi vida era para estar en el micrófono.

 

¿Lo de maestro de ceremonia es un plus, un empleo aparte?

Bueno tengo un evento para el 21 de este mes en la Federación de Tiro, en noviembre tengo 25 años de ser el maestro de ceremonia de Centro Educativo Denver y a mí me encanta hacerlo. Antes les decía yo que no había necesidad de pago, no cobraba, incluso puedo decir que no cobro, pero ahora sí. Me dicen: de cuanto son sus honorarios y yo les digo lo que usted disponga si hay, si no, no hay problema. No es tanto por el dinero, no que no me guste ganar el dinero porque a quien no le gusta ganarse unos $10, $20, o $50 dólares para venir al Chepe Pollo y comer con todos. Me gusta ser maestro de ceremonia, me esmero por hacerlo. A veces me pagan y a veces no.

 

¿De la narración de fútbol está retirado?

En este momento estoy totalmente retirado.

 

¿Después de hacer una excelente carrera como locutor, narrador, periodista, le queda algo por hacer?

Bueno yo creo que siempre hay retos, hay muchas cosas que uno dice para qué, pero uno siempre sueña, o por lo menos en aquel en tonces (soñaba) en tener una radio, pero ahora son inalcanzables. Hoy el poder económico es grande que una emisora por muy sencilla que esté no cuesta menos de $800 mil a un millón de dólares y tener un millón de dólares a estas alturas durante mi vida, mejor lo tomo y me voy por el mundo a pasear.

¿Murió entonces ese sueño para usted?

No, este sueño lo mantengo para recordarlo, para vivirlo.

 

Para hacer una carrera como la suya se necesita una vida ordenada ¿no hubo vicios, mujeres?

Bueno yo creo que ese es un tema bien especial porque ahí lo vemos hasta en cualquier película religiosa que se cruzan las miradas y eso como si es natural, y ese cruce despierta una emoción total. Le voy a contar algo que me dijo hace poco una señora de uno 60 años, ella es vendedora de seguros. Me pregunto que si yo había ido a los bares y los night club y le sorprendió que le dije que nunca los visité ¿Por qué? porque nunca tuve tiempo para eso. Mi vida desde los 20 años y antes, fue trabajo, trabajo y más trabajo. Es el mejor ejemplo que me dejó nuestra madre, solo pensar en el trabajo. No quiere decir que uno deba tener un altar en la iglesia, no, uno tiene sus celebraciones.

 

Sanas parrandas…

Con Francis Melara, el que me abrió las puertas en San Salvador, era un señor cantante, él tenía un trío. Él y dos hermanos más, entonces la costumbre de nosotros era ir a poner serenatas. Yo no digo que no me pudiera tomar unas cervezas, un par de cervezas, pero no más. Yo no pasó de ahí, de preferencia un café. Lo que nos gustaba era, ellos cantaban y yo les declamaba. La declamación era improvisada: aquí estamos al pie de tu ventana para que salgas con ese rostro angelical a decirnos que la noche está estrellada.

 

¿Y ganaba sus centavos por eso?

No, no, no eso era diversión. Esa era la diversión de nosotros. No es que no me pueda tomar un par de whisky.

 

A ver declámeme algo para el padre

¿Para el padre?, híjole para la madre sí, pero para el padre? Mejor lo que dice el cantante: es un gran tipo mi viejo que ya le pasan los años, pero su corazón sigue siendo grande y hermoso porque nació para amar a sus hijos. Y algo más cuando vienen los nietos eso es indescriptible. A los padres nos califican como los malos de la película, pero no es cierto. Hay buenos padres, hay buenas madres, hay buenas mamás como hay buenas mamazotas y mamacitas por todos lados.

 

¿Alguna vez pensó en divorciarse del micrófono?

No, jajaja, jamás. A estas alturas yo me siento orgulloso que hay gente que confía en uno. Hay mucha gente que me tiene confianza.

Gracias al patrocinio de Chepe Pollo, ubicado en la primera planta del mercado Cuscatlán, San Salvador