Renán Alcides Orellana, escritor, poeta y periodista: “Antes escribía para vivir, hoy vivo para escribir”

Don Renán Alcides Orellana | Fotos cortesía

Por Santiago Leiva

“Confieso que ha vivido”. Más que necesidad me resulta una obligación citar a Pablo Neruda para referirme al personaje de esta semana.  Don Renán Alcides Orellana ha vivido, y ha vivido en abundancia. Con 81 abriles sobre sus hombros don Renán no solo ha seguido la estela de longeva de los escritores y poetas más famosos de El Salvador sino que también atesora centenares de escritos paridos desde su prodigiosa pluma.

Periodista, escritor y poeta, en cada una de estas facetas ha dejado rastros imborrables desde que a los nueve años decidió escribir sus primeras líneas poéticas en su natal Villa El Rosario de Morazán. Diez libros dan fe de su obra literaria, pero también los periódicos de prestigio y tradición en el país le vieron desfilar por sus salas de redacción y gozaron de su intelecto en sus artículos. Renán pasó de provinciano a citadino en 1959 cuando con una maleta cargada de sueños aterrizó a la capital para enlistarse formalmente en el campo del periodismo.

“Cuando yo vine acá en 1959 me dijeron dos cosas: los periodistas tienen que ser bolos y los poetas jóvenes tienen que ser perseguidos políticos”, recuerda. Él se desempeñó en ambos campos, y aunque hubo tragos y vida bohemia en parte de su juventud, no cumplió el mandato al pie de la letra. Asegura que no prueba una cerveza desde hace más de 40 años y tampoco se afilio formalmente a una corriente revolucionaria.

En su pequeña oficina sin embargo dos cuadros advierten que tiene alma revolucionaria. En una pared, una amplia postal del “Che” Guevara parece darle protección, mientras que en otra Pablo Neruda da señales de observarle fijamente. Fue el poeta Pedro Geoffroy Rivas quien abrió las puertas de La Tribuna Libre para que don Renán entrara al campo del periodismo, luego formó parte de El Diario de Hoy, La Prensa Gráfica, Diario Latino, Diario el Mundo y Diario Co Latino. También trabajó en YSU, YSEB La Voz de Latinoamérica, Radio Eco, Radio Popular, Radio María, y también estuvo en el programa Ante la Prensa de Canal 4 TV.

En los campos de la docencia aparte de ser alfabetizador en “El Mozote”, impartió clases en el Externado San José, fue docente y director de la Escuela de Periodismo de la UES, así como Director de Comunicaciones, asesor de tesis y editorialista de la Radio UTEC. Además en su amplio currículo se destacan sus funciones como Director de Prensa de la Asamblea Legislativa, Director de Comunicaciones por varios periodos del MAG, del ISSS, BFA y del RNPN.

De sus creaciones literarias resalta Allá al pie de la montaña, pero hay otros libros como Lo que pasa cuando el tiempo pasa, Línea sin fin, Juicios Paralelos o Sonetos a media luz que está próxima a salir su segunda edición. Al igual que Neruda y tantos otros personajes célebres don Renán no ha podido escapar a las garras del cáncer. Desde enero, combate fuertemente con un carcinoma de piel en su pierna izquierda y eso lo tiene con dificultades para caminar, pero mantiene el intelecto  fresco y el amor por la escritura latente, oficio que en pocos días le llevará a recibir otro honroso reconocimiento. Recibirá este 20 de octubre el premio de cultura “Lic. Antonia Portillo de Galindo” que otorga el Centro Cultural. Él navegará por El Metropolitano Digital esta semana.

Hay un dicho que reza que en la vida un hombre debe hacer tres cosas: tener un hijo, escribir un libro y sembrar un árbol ¿ha cumplido el mandato?

Cuando yo era niño y muchacho en mi pueblo, sembré muchísimos árboles en un terrenito, ya llevó diez libros y tengo cinco hijos, creo que es la mejor prueba que me he realizado.

 

Jajaja superó con creces en todo la prueba…

Sí porque allá sembré muchos palos, no sé ni cuantos. Tengo cinco hijos profesionales con post grados y diez libros. Así que ya estoy realizado.

 

Puede morir tranquilo…

Sí tranquilo. Como dijo Pablo Neruda en sus memorias: confieso que he vivido.

 

¿De dónde viene ese gusto por la escritura. Dio el salto como es normal de periodista a escritor o al revés?

Te cuento la historia, yo estaba en cuarto grado en mi pueblito Villa El Rosario de Morazán. Tenía nueve años, y salió en el periódico, en magazine, de la revista dominical (del Diario de Hoy), una nota que invitaba a todos los alumnos de primaria del país a enviar poemitas, pinturas o dibujito para publicar. Yo mandé una notita y un poemita; y la sorpresa fue que a las tres o cuatro semanas llegó el periódico al pueblo y mi poema salió publicado. Era un poemita mal hechito de cipote, pero mi profesor se sintió contento y en la casa también, y desde entonces me fue entrando lo de escribir y escribir. Sin embargo por razones especiales yo tuve que dejar de estudiar cuando estaba en el tercer curso (noveno grado) y me fui a trabajar al Mozote. Yo tengo la dicha de haber sido el que inauguró la alfabetización en El Mozote en 1951. Entonces me fui a alfabetizar al Mozote a los 14 años y medio, y comencé también a hacer poemitas.  Por cierto en la lista de desaparecidos y muertos en el crimen horrendo (masacre del Mozote) ahí aparecían nombres de muchachos o señores de edad que habían sido mis alumnos.

 

¿Murieron alumnos suyos en la Masacre del Mozote?

Sí, murieron alumnos míos. Con el tiempo me vine a dar cuenta que Rufina Amaya (sobreviviente de la masacre) había estado ahí entre mis alumnos. Cuando fui a la UCA al vigésimo aniversario del asunto (la masacre) me le acerque y me le fui a sentar a la par y le pregunté: Rufina te acuerdas de mí? Sí me dijo, yo era una escuelera cuando usted estaba allá.

Roberto Armijo, Renán Alcides Orellana, Manlio Argueta y Tirso Canales

¿Y cómo viene de tan lejos a terminar en la capital?

Es que cuando estaba de alfabetizador hubo un llamado a muchachos de tercer curso o plan básico que quisieran ser profesores. Entonces nos trajeron a la  Normal Superior que estaba recién fundada, te estoy hablando de 1953. Estuve dos meses ahí y al mes me nombraron para dar clases en Meanguera, yo pedí en tres pueblitos y me salió en Meanguera a dos leguas de mi casa. A Meanguera yo viajaba los lunes en mula y regresaba los sábados a la casa. Después pedí a Torola. Estando en Torola muere mi padre y yo tenía el compromiso con él de hacerme bachiller, conseguí estudiar y saqué el plan básico (bachillerato) en Oriente. Luego en 1959 me vine a la Facultad de Humanidades (de la UES) a estudiar periodismo, pero empecé a trabajar de profesor en el Externado San José, ahí trabaje cuatro años.

Luego en 1962, un día yo fui donde el  poeta Roberto Armijo y le dije: mirá Roberto yo vine a esta capital a estudiar periodismo, a hacer periodismo y me dice: ándate donde Pedro Geoffroy Rivas a la Tribuna Libre a ver si te quedás ahí. Me voy con un mi saquito y entro le digo: Doctor me manda Roberto Armijo, y me dice: usted se va quedar, pero no porque lo manda ese poeta, y entonces me quedé en la Tribuna Libre ganando 90 colones.

Ya estaba flaqueando el periódico y a veces nos pagaban tarde. De esos 90 colones me descontaban el seguro, yo pagaba la universidad y un cuarto de mesón de 28 colones, total que no me quedaba casi nada. Después a los tres o cuatro meses de estar en la Tribuna Libre me fui al Diario de Hoy. Para no hacerte largo el asunto, me pasé luego a La Prensa Gráfica y después al Diario Latino. Luego estuve en YSU de jefe de prensa 1965, y después salió Diario El Mundo en 1967, fuimos fundadores, Waldo Chávez Velasco era el director, Cristóbal Iglesias era el jefe de redacción… y como yo cubría la Asamblea Legislativa, me llamó el presidente (de la Asamblea) para que fuera el jefe de prensa. Estuve cuatro años ahí. Ya en 1972 me fui a la Universidad como docente de periodismo y luego fue Director de la Escuela de Periodismo, entonces yo escribía poesía y cuentos en los medios, aparte del periodismo. Yo siempre combiné y nunca supe  si era literatura periodística lo que estaba haciendo, la cosa es que hacía las dos cuestiones. Esa ha sido parte de mi trayectoria. Yo antes escribía para vivir, hoy vivo para escribir. Lo hago mal, pero escribo todos los días.

 

¿Cuál fue su primer libro?

Mi primer libro es Corazón Adentro, contiene poemitas que escribí de los años 60s. Uno cada año, los recogí y los publiqué. Después Casi Seres Humanos que es de cuentos. Mi libro símbolo es Allá al pie de la montaña. Ese tiene casi cinco mil ejemplares en tres ediciones. Ese libro es autobiográfico también porque a mí lo que me ha gustado es contar mi historia, pero también la realidad del país. Entre ayer y mañana es de poemas, Lo que pasa cuando el tiempo pasa es narrativa. Sonetos a media luz es poesía.

 

¿La mayoría de sus libros son testimoniales?

Sí, son testimoniales en ellos cuento como crecí, en que dificultades me vi…

 

¿Nunca se ha visto tentado a escribir ficción, una novela de ficción?

Me gusta la ficción, pero yo no la he creado mucho.

 

¿Hay algún escritor que admiró y quiso imitar su estilo?

Me gustaba Alfredo Espino porque yo vivía en el campo y en que escuelita no estaba Jícaras Tristes en aquellos tiempos. Mi poesía no sé si es periodismo poético o poesía periodística porque yo me comunico con la gente con la poesía y con los artículos.

 

Usted fue contemporáneo de la Generación Comprometida ¿nunca le llamó la atención formar parte de ese grupo?

Es que yo vine en 1959 aquí y ya estaban formados ellos. Estaba Ítalo López Vallecillos que dirigía el grupo, Manlio Argueta, Roberto Cea, Tirso Canales y Alfonso Kijadurías. Lo que yo hacía era visitarlos y platicar con ellos, pero nunca fuí del grupo famoso ese. Hicieron un libro que se llamó Los Cinco. Después si estuve en varios grupos literarios como Vuelta de Hoja, la AES. Estuve en varios movimientos.

¿Le acarreó algún problemas pertenecer o relacionarse con estos grupos literarios, digo porque es gente a la que se vincula con la izquierda y había ya tambores de guerra?

Cuando yo vine acá en 1959 me dijeron dos cosas: los periodistas tienen que ser bolos y los poetas jóvenes tienen que ser perseguidos políticos por línea de izquierda. Estaba el Partido Comunista, pero yo me mantuve (neutro), tuve amistades con ellos, pero no me inscribí porque yo quería ser periodista hasta el final.

 

Jajaja, pero el periodista tenía que ser bolo…

Era un dicho, una especie de sentencia, porque el periodista siempre anda en las recepciones. Pero así se destilaba en aquel entonces que el periodista tenía que ser bolo y al escritor y poeta tenía que ser perseguido político para que le llamen poeta. No era tan así, podía tener sus rasgos de acierto, pero excepciones siempre había.

 

Me decía que en sus libros cuenta como creció, las dificultades que tuvo ¿su niñez fue complicado o viene de una familia acomodada?

En mi pueblo yo era de una familia muy conocida, no digamos ricos ni millonarios, pero era de las que le llamaban pudientes, mi abuelo había dejado terrenos y mi padre los vendió para mandarlos a estudiar. Esa fue la herencia. Entonces hasta los 15 años o 17 tuve una niñez y adolescencia maravillosa. Lo triste fue cuando me vine para acá: ya había tragos, mucho estudio y mucho trabajo mal pagado. Los periódicos pagaban poco, comía dos veces al día nada más. Llegar a la capital como un provinciano para mí fue duro.

 

Jajaja, así que obedientemente como periodista le entró a los tragos ¿dejó rápido el vicio?

No. Ahora tengo como 48 años de no tomarme una cerveza. En aquel tiempo todas las  noches de los viernes hacíamos recitales con Roque Dalton, con el Pichón Cea, Jorge Campos, poetas jóvenes de aquel tiempo, y de ahí nos íbamos para ahí frente al Teatro Nacional que estaba el Alcazar, el Mercedes y otro. Nos íbamos desde el viernes en la noche que terminaba el recital a beber ahí. Amanecíamos el sábado, de ahí nos íbamos a la casa de uno (de ellos), e iba apareciendo el domingo en mi propia casa. En 1970 dejé de tomar.

 

¿Don Renán, aquí en el país se puede vivir de escritor?

No, es difícil. Tú vas a ver poetas como Chamba Juárez vendiendo libros en la calle y yo también lo he hecho y lo estoy haciendo.

 

¿Le ha tocado salir a vender libros en la calle?

Sí. Y te digo algo la gente le dice a uno: ya publicaste tu libro, mándamelo, regálamelo. Y uno dice como que no fuera trabajo. Mira si uno lograra sacar al menos el costo de la imprenta sería gran cosa, pero quien te paga los desvelos, las investigaciones, las lecturas, los servicios, pero sobre todo el talento de la persona ¿Quién paga eso? Nadie. Yo vi a Claudia Lars trabajar hasta los últimos días de ella, ya viejita 70 y pico de años. Yo me venía en el bus con ella de allá de la colonia Costa Rica cuando ella iba a trabajar. Salarrué no murió en la opulencia tampoco, y así te puedo decir de todos, murieron en la calle. Yo vi trabajar duro a Quino Caso en el Diario Latino, a Serafín Quiteño tampoco lo vi que viviera riqueza. Creo que el escritor no tiene posibilidades de vivir en la opulencia tal vez puede vivir dignamente que es lo que necesita.

 

Pasemos a un tema delicado, entiendo que sufre cáncer de piel ¿Cómo encara esta situación?

Sí es de piel, es un carcinoma de Merkel.

¿Cuándo llega esta enfermedad?

El 23 de diciembre pasado fuimos donde un médico amigo de mis hijos. Y le digo mire doctor aquí tengo una picadita, si me dijo debe ser una picadita. Me voy para Estados Unidos el 27 de diciembre y allá mis hijos me la vieron también en todo enero y vieron que no me cambiaba, así que, el día que me vine, el 27 de enero, me dijeron que fuera donde el dermatólogo. Entonces fui a consulta y el patólogo que es amigo nuestro, en vez de mandarme a mí el resultado de la biopsia se las mandó a mis hijos. Y era cáncer. Al principio yo tenía fe que a mí no me podían ocurrir esas cosas, pensaba que la chibolita no era nada.

 

¿Cómo tomó la noticia, se asustó?

Sí me impresionó, pero como tenía cinco años luchando con ella (su esposa) ya me conozco todos los vericuetos de oncología. Ella tiene ya seis años de haberlo tenido y ahorita está con una quimioterapia que ya es sencilla, le llaman de mantenimiento, es cada dos meses. Entonces me fui al Seguro y ahí me operaron, ahí si ya vi la cosa seria. Pero hasta ahí estaría bien porque sacaron todo. Lo que pasa es que un día me toque la ingle y me sentí unas pelotillas, pensé que se había subido el cáncer. Me operé en un privado y me sacaron un montón de ganglios, pero no salió nada y el Seguro tampoco me salió nada, pero esta cirugía me ha matado.

 

¿En la parte de arriba de su pierna el examen le salió negativo?

Sí, y hoy (jueves) fui al radiólogo para que me viera por la parte de abajo

 

¿Le han dado radioterapias?

Sí, me dieron 20 secciones. Me las terminaron de dar el 14 de agosto.

 

¿Qué le dicen los médicos?

Están con que (tengo) lo que le llaman ellos un linfodema que es que la pierna queda inflamada y a lo mejor no regresa nunca. La mía está roja e inflamada entonces me están tratando un fisiatra que me ve tres veces por semana, un oncólogo, un radiólogo, un hematólogo en el Seguro, y un cirujano. Ahorita el pleito es resolver lo de la cirugía grande de arriba que es la que me ha traído todos estos problemas.

 

¿Escribirá en algún libro este episodio de su vida?

Es posible si me da tiempo. Yo quiero dar el testimonio y tenemos el de ella también.