Cae a la Tierra Tiangong-1, la primera estación espacial china

Después de semanas girando hacia la Tierra, finalmente, la estación espacial china Tiangong-1 se ha desintegrado en la atmósfera, y sus restos han caído en el Pacífico Sur, a las 8:15 (hora china) de la mañana del lunes (2:15 hora española).  Antes de desintegrarse, el laboratorio espacial abandonado ha alcanzado una velocidad de 26.000 kilómetros por hora.

Un reingreso en la Tierra que se ha producido algo antes de lo esperado y “fuera de control”, aunque sí ha cumplido las estimaciones de los científicos, representando un riesgo mínimo para el ser humano, tal y como se esperaba. El análisis del Centro de Control Aeroespacial de Beijing mostró que, en su mayoría, el objeto se ha calcinado en la atmósfera.

Según la Agencia Espacial Europea, los escombros del laboratorio espacial deberían aterrizar en cualquier lugar entre las latitudes de 43 grados norte y 43 grados sur, desde el medio oeste de Estados Unidos hasta Nueva Zelanda. Finalmente, los restos se han detectado varios miles de kilómetros de kilómetros al noreste de Nueva Zelanda.

Además, la reentrada a nuestro planeta se ha producido, como era de esperar, sin el menor riesgo para el ser humano, dado que el módulo se ha desintegrado casi por completo: era muy improbable que sobreviviera. Previsiones anteriores estimaban que solo una de cada diez naves espaciales del tamaño de Tiangong-1, que pesaba 8,5 toneladas y tenía el tamaño de un autobús, resistiría un reingreso a la Tierra.

Lanzada en 2011, Tiangong-1, también llamada Palacio Celestial, fue la primera estación espacial de China, sirviendo como plataforma experimental para proyectos más grandes, como el Tiangong-2, lanzado en septiembre de 2016.

Tenía dos módulos, uno para sus paneles solares y motores, y uno para un par de astronautas para vivir y realizar experimentos. Dos tripulaciones de astronautas chinos vivían en la estación en el transcurso de estas operaciones. Un tercer astronauta durmió en las naves espaciales de Shenzhou que atracaban con la estación, que también contenía instalaciones para la higiene personal y la preparación de alimentos.

Su último equipo partió en 2013 y regresó a la Tierra en 2016. Desde entonces, ha permanecido abandonada, y orbitando cada vez más cerca de la Tierra.

Teniendo en cuenta que, originalmente, se diseñó para una misión de solo dos años, la vida útil de este módulo ha sido relativamente larga.

De media, cada semana un satélite se calcina en nuestra atmósfera

El Tiangong-1 no es el primer módulo espacial que ingresa en nuestro planeta fuera de control.

De hecho, según la Agencia Espacial Europea, cada semana, de media, un satélite inerte cae en nuestra atmósfera y se quema. Controlar estas reentradas y advertir a las autoridades civiles europeas se han convertido en un trabajo rutinario para los expertos en residuos espaciales de la ESA.

Así, calculan que, cada año, caen cerca de 100 toneladas de satélites, naves espaciales no controladas, y aeronaves.

«Encontronazos» famosos

Aunque la mayoría no suponen ningún problema para los habitantes de la Tierra, hubo algunos “encontrozados” famosos.

La estadounidense Lottie Williams fue golpeada por la caída de una pieza del Cohete Delta II de EE. UU, mientras hacía ejercicio en un parque de Oklahoma en 1997, aunque no sufrió ningún traumatismo de gravedad.

Otro ejemplo: el Skylab estadounidense, de 77 toneladas, se estrelló en la atmósfera en 1979, y esparció fragmentos de restos cerca de la ciudad de Perth, en el suroeste de Australia.

Lo más curioso es que el gobierno de la región multó con 400 dólares a los Estados Unidos por arrojar basura.

Tomado de Muy Interesante