Viviendo el futuro

Por: Lenny Castro

Si creímos que viajar a través del tiempo era imposible, basta con conocer a Roberto Saravia, para reconocer que es posible vivir en el futuro y con la vista puesta en él.

Este compatriota, quien apenas está al inicio de sus veinte años, viajó alrededor de 14,731 kilómetros para alcanzar sus sueños y estudiar Administración de Empresas en Taiwán; gracias a una beca otorgada por la embajada de dicha nación en El Salvador.

Con una diferencia horaria de 14 horas, Roberto ha tenido que mantener sus lazos familiares y de amistad en la distancia, pero con la firme convicción de que lo que ahora vive y hace le permitirá forjarse un futuro mejor.

En cuanto nos pusimos en contacto con él para coordinar esta entrevista, surgió la broma de que él vivía en el futuro, y la comparación resultó ser una hipérbole de lo que ahora es su vida.

Su lugar de residencia es ahora Taipéi, capital de Taiwán, ubicada al norte y reconocida por sus concurridos mercados nocturnos, el arte imperial chino en el Museo del Palacio Nacional, entre otras atracciones.

Es en este mismo lugar, rico en cultura y desarrollo, donde Roberto verá cumplido un sueño el próximo 9 de julio, cuando obtenga su título en Administración de Empresas, después de 5 años lejos de su patria y de los que más ama.

Equipo de fútbol para el que juega Saravia con el #11

La clave

Su determinación y tenacidad han sido claves para que hoy por hoy culmine sus estudios superiores con éxito.

Desde antes de finalizar su bachillerato, Roberto tenía en mente buscar una mejor preparación académica fuera del país. Recuerda que otra opción era Argentina; sin embargo, el destino y su intelecto lo llevaron a donde se encuentra actualmente.

La decisión de salir de El Salvador para superarse, es una constante a la que muchos jóvenes salvadoreños se enfrentan, debido a la falta de oportunidades o incentivos por parte del país, para que puedan quedarse.

Esa misma inquietud fue la que llevó a Saravia a tomar la decisión.

Relató que fue gracias a su padre que se enteró de la beca, pero ganarla y mantenerla ha sido gracias a su esfuerzo. Entre los requisitos que tuvo que llenar para obtenerla se encontraban el hablar inglés o mandarín.

Roberto es muy consciente que su preparación académica en los primeros años no fue mala, y sabe que hay muchos salvadoreños que no ha tenido la misma suerte que él de acceder a estudios superiores, pero hace hincapié que la clave para buscarse un futuro mejor está tanto en el conocimiento de otro idioma como en la búsqueda de la superación personal.

Él, como beneficiario de una beca, quiere que otros también puedan acceder a éstas; cree que muchos jóvenes salvadoreños pueden verse beneficiados. Ese es uno de sus sueños, ver a más nacionales como él, preparándose para afrontar los cambios y exigencias de un mundo competitivo.

Invitó a sus connacionales a buscar opciones de superación, ya que hay todo un sistema de becas para salvadoreños que no se están promocionado y aprovechando.

Roberto, sabe que salir de la zona de confort no es fácil, pero en muchas ocasiones si se quiere alcanzar una meta es primordial hacerlo, ese es el caso de la preparación académica.

Compartir el conocimiento

Aplicando las palabras del empresario francés Alain Ducasse, nuestro compatriota cree firmemente que “lo mejor que se puede compartir es el conocimiento”

Es por ello que piensa regresar a El Salvador algún día, cuando su preparación haya terminado, para compartir lo que sabe. Reconoce que lo que hasta ahora ha alcanzado es solo el principio y la mejor parte viene en camino.

Sus planes están trazados a largo plazo y la juventud es su aliada en este sino.

En cuanto finalice sus estudios en Taiwán, piensa vivir allá por un corto tiempo, en especial porque pronto su hermano partirá hacia allá para labrarse también un futuro.

Después, entre sus objetivos está continuar su preparación, siempre en otro país y continente. Ahora que está por finalizar la carrera, sus ojos están fijos en Europa para cursar un Master en Negocios Internacionales.

Como parte de este plan, de la mano de sus últimas materias, comenzó a aprender alemán, porque cuando vuelva a cruzar el océano Atlántico, Alemania será una parada obligatoria.

La nostalgia

Desde que partió a Taipéi, Roberto solo ha venido una vez a El Salvador, ya que el dinero es y será siempre una limitante para cualquier joven que subsiste con una beca; así que ha tenido que mantener el contacto a través de las redes sociales.

Aunque son una gran herramienta, reconoce que la nostalgia es algo que siempre está presente en lo cotidiano. Lo que más extraña es a su familia y amigos.

Una de las barreras que tuvo que superar fue la comida, entre risas y bromas contó que los fríjoles allá son dulces y que el saborcito criollo es el eterno ausente.

Para ganar dinero extra y ahorrar para sus otros proyectos, de la mano con sus estudios, consiguió un trabajo – un día a la semana – por las noches como promotor y organizador de eventos; además se ha mantenido activo practicando deporte.

También relató que este viaje no solo ha sido académico, también le ha dado una nueva visión de cómo la cultura influye en las acciones, así como en la calidad de vida de los habitantes de un país; independientemente del estrato económico.

Para ilustrar su punto de vista, narró que en una de sus excursiones dejó olvidada su cámara fotográfica en un transporte público, como salvadoreño acostumbrado al pensamiento que cualquier objeto perdido no tiene dueño, pensó que nunca volvería a saber de ella; sin embargo, intentó recuperarla de todos modos yendo a la estación a preguntar.

Y la sorpresa fue que alguien la encontró y la entregó a las personas de seguridad. Ese y cada uno de los detalles que demuestran honestidad en las situaciones menos esperadas, le han hecho cambiar estereotipos que a veces tenemos como salvadoreños, en especial aquel en el cual si haces una acción buena (como devolver objetos perdidos, ceder el paso o ayudar a alguien sin esperar algo a cambio) te convierte en tonto.

Saraví junto a compañeras

Juventud divino tesoro

Contrario a lo que les sucede a muchos connacionales a la hora de vivir en el extranjero, para Roberto el acostumbrarse a nuevas personas y hacer amigos no ha sido un problema.

Él cuenta que su experiencia allá ha sido satisfactoria y que adaptarse a su nueva vida no fue difícil, esto en parte a la amabilidad de la gente, reconoce que en algún momento se ha enfrentado a estigmas y que esa parte ha sido dura, pero ha superado cualquier obstáculo dando lo mejor de sí.

Recientemente, este compatriota, de la mano con otros estudiantes conformaron un equipo (3 latinoamericanos y 1 ruso) para afrontar el reto, en una competencia internacional, de crear un modelo de negocios en el campo de la energía renovable.

Dicha propuesta se enfocó en la creación de una cocina limpia que funcione sin combustibles fósiles, lo que permite un importante ahorro de recursos.

Su proyecto fue finalista y ha pasado a una nueva fase (la cual, hasta el momento de esta entrevista aun estaba pendiente).

Después de finalizar sus estudios, Roberto Saravia, se ve trabajando en una multinacional, en el campo de las tecnologías, todos sus pasos van en encaminados a ello. De acá a 10 años no se ve regresando a El Salvador para trabajar.

Sabe que las oportunidades laborales dentro de su país son limitadas, aunque no lo descarta del todo. Según él, su decisión dependerá de muchos factores donde la seguridad y lo económico son un tema primordial.

Antes de finalizar la entrevista Roberto, hizo hincapié en el valor que tenemos los salvadoreños, él cree firmemente que sus compatriotas tienen mucho potencial, el cual solo está esperando una oportunidad para forjarse un futuro mejor.

La prueba, es él y otros que como él, han salido de su zona de confort para salir adelante.