Papa orará y escuchará a menores reclusos panameños

LAS GARZAS, Panamá (AP) — Algunos jóvenes reclusos panameños que cargan con un historial duro de violencia y homicidios esperan que el papa Francisco los escuche. Otros se conforman con un acercamiento, como un interno lisiado por un balazo en la pierna que le tiene una sorpresa al pontífice: una pintura de Panamá.

Francisco se tomará un espacio en el marco de su participación en la multitudinaria Jornada Mundial de la Juventud en la nación canalera para visitar el Centro de Cumplimiento de Menores de Las Garzas, el principal de su tipo en el país y una prisión en la periferia que los internos han pintado con diferentes colores, dibujado símbolos de paz y el logo del festival juvenil en paredes y asientos.

“El papa va a donde los jóvenes no pueden venir”, dijo el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa. “El papa va a escucharlos, a animarlos; (los internos) se han estado preparando con mucha ilusión para poder recibir ese mensaje”.

En el encuentro de algo más de una hora, Francisco –que pisa por primera vez suelo centroamericano– orará y dará un mensaje de reconciliación y paz a los menores. Además confesará a varios, entre ellos a uno que cometió doble homicidio a los 16 años, y escuchará algunos testimonios.

Francisco casi siempre visita las cárceles durante sus viajes al extranjero, de acuerdo con su creencia de que los que están en los niveles más bajos de la sociedad también tienen dignidad y necesitan de su ministerio. En tales visitas, por lo general predica la esperanza y recuerda a los internos que también ha pecado y critica las fallas judiciales, como el hacinamiento en las cárceles y los esfuerzos inadecuados de rehabilitación. Esta será la primera vez que escuche confesiones en una prisión.

Las autoridades penitenciarias aseguran que el centro es un modelo si se lo compara con algunas otras cárceles de menores en la región más atestadas y que han sufrido grandes tragedias. Sin embargo, este centro panameño que alberga a 144 internos se inauguró un año después de que cinco menores fallecieran quemados durante un incendio en otra cárcel capitalina en 2011, por el cual fueron condenadas por homicidio o negligencia nueve personas, entre administrativos y policías. Se trató del peor episodio en un centro carcelario juvenil en Panamá.

Situado a unos 40 kilómetros al este de la capital en una zona rodeada de matorrales, el nuevo centro cuenta con varios pabellones donde están las celdas, que los menores pintaron de diferentes colores pasteles. Su césped verde está bien cuidado, tiene una escuela, una zona de lavandería, comedor y talleres de construcción para formar albañiles, de ebanistería y serigrafía.

Construido para albergar máximo a 200 menores, el centro logró la convivencia de grupos de bandas rivales y no sufre de congestionamiento. El 65% de los internos están sancionados por robo y el resto por homicidio, según las autoridades. Panamá tiene una población penitenciaria juvenil de unos 400 menores.

Muchos de los internos del centro vienen de hogares con familias protestantes o evangélicas, por lo que al inicio no mostraron gran interés cuando se les dijo que el máximo jerarca de la Iglesia católica los visitaría, pero las autoridades afirman que lograron entusiasmarlos respetando su libertad de religión. Hay otros que ni siquiera les interesa el culto, que no han sido bautizados y tampoco saben persignarse.

Panamá es un país mayoritariamente católico.

A pocos días del encuentro con el papa, se vio a un grupo ensayando con alegría a la entrada de la escuela el himno de la Jornada Mundial de la Juventud, que cantarán a Francisco. Un interno tocaba el piano, otros la guitarra y un grupo entre varones y mujeres hacían el coro guiados por voluntarios. Ese día en otro salón decenas de internos, sentados en círculo sobre el piso, recibían información sobre la jornada, mientras otros trabajaban en diferentes labores para tener listo el centro.

“El solo hecho de pensar que el papa nos viene a visitar para ellos ha sido una transformación total”, dijo Emma Alba de Tejada, directora nacional de estudios interdisciplinarios en los centros de menores. “Ellos están vistiendo el centro, lo han pintado, se han incorporado, están cantando”.

Admite que hay una parte de los menores que no quiere participar. Algunos esperan, empero, un mensaje de fe y de esperanza por parte del papa.

“Lo conocía por televisión y me siento feliz con la idea de poder compartir con él de cerca”, afirmó un joven que pintó un acrílico con imágenes folclóricas y emblemáticas de Panamá para Francisco, uno de varios regalos que se darán al Santo Padre durante el encuentro y que incluyen un mueble para descansar los pies y un báculo.

“Para mí sería importante un acercamiento, recibir la bendición”, agregó el interno, condenado por homicidio y cuyo nombre y rostro no pueden ser divulgados por exigencia de una ley de menores.

“Le diría que me diera otra oportunidad”.