¿Y qué pasó con la ayuda humanitaria que se quedó varada en la frontera?

Agencias

Semana

En 2016, en medio de una actividad comunitaria en un sector popular de Caracas, A Roberto Patiño se le acercó una niña llamada Fabiola y le dijo que le diera algo de comer, que tenía mucha hambre. Eso lo conmovió profundamente, dice antes de iniciar la entrevista. Dos meses antes, su hermana había tenido a su primer hijo. El hecho de imaginarse a su sobrino en esa situación lo estremeció y lo impulsó a crear un programa que se llamó Alimenta la Solidaridad, en el que da formación a voluntarios, fundamentalmente mujeres, en sectores populares y con el que ha creado comedores para atender a niños que están en una situación de extrema necesidad. A principios de este año el presidente encargado Juan Guaidó, que es de la  generación de Roberto, le pidió que organizara un voluntariado para la ayuda humanitaria. Así nació el movimiento Voluntarios por Venezuela. Ya lograron organizar más de un millón de personas que se mueven en ese propósito.

SEMANA: ¿Quiénes son esos voluntarios y qué función cumplieron el 23 de febrero?

Roberto Patiño: Para prepararnos para el 23 de febrero tuvimos un primer evento con el presidente encargado una semana antes, un evento masivo en la ciudad de Caracas en el que creamos las brigadas humanitarias que eran una representación de cada uno de los estados del país para asistir con la ayuda humanitaria que llegaría de distintas partes del mundo a las fronteras. Yo estuve en el pueblo de Ureña en Táchira, en la frontera con Colombia, y ahí había miles de voluntarios dispuestos a ayudar, por supuesto desde nuestra convicción de que la ayuda humanitaria es urgente, de que hay que salvar las vidas de más de 300.000 venezolanos que están en riesgo -por falta de medicamentos y de alimentos- de morir, y bueno lo que nos encontramos fue una represión brutal por parte de algunos integrantes de la Guardia Nacional y de los colectivos paramilitares.

SEMANA: ¿Cómo fue eso? ¿Por qué la violencia? ¿Recibió amenazas antes de ese día?

R.P.: Primero empezó la represión desde muy temprano por parte de la Guardia Nacional. Los pueblos de la frontera de Táchira con Colombia son pueblos que hoy en día dependen mucho de sus relaciones económicas con Cúcuta. Entonces mucha gente trabaja allá, los niños estudian allá, cuando tienen problemas importantes de salud se van para Cúcuta también, así que es una frontera muy viva. Mucha gente cruza de un lado al otro todos los días y a esa gente, que solo iba a trabajar y no tenía nada que ver con la ayuda humanitaria ni con los partidos políticos de oposición, ya la estaban reprimiendo desde las primeras horas de la mañana. Antes de que empezara el operativo de ayuda humanitaria había gente que simplemente quería ir a trabajar. Por eso es que desde esos momentos ya presagiábamos lo que iba a pasar más tarde y la actitud que iba a tener el régimen respecto a la ayuda humanitaria. Desde las nueve de la mañana empezó la represión por parte de la Guardia Nacional. En el caso de Ureña dejó más de cien heridos por perdigones. Dos voluntarios perdieron un ojo porque los militares atacaron directo a la cara. Luego, ya en horas de la tarde, se presentaron estos grupos irregulares, llamados Colectivos, que llegaron también para intimidar y hacer disparos al cielo. Estos son civiles aliados al régimen y sustentados por el régimen que buscan amedrentar a la población y mantenerla aterrorizada.

SEMANA: Si ustedes presagiaban que con el paso de la ayuda humanitaria y antes con el concierto iba a haber una respuesta violenta de parte del régimen de Nicolás Maduro -además él ya lo había dicho- ¿no cree que hubo algo de irresponsabilidad en fomentar el paso de la ayuda, incluso cuando la seguridad era tan crítica?

R.P.:  Me parece a mí que lo que sería realmente irresponsable sería desistir de la ayuda humanitaria, porque estamos hablando de que la ayuda representa la salvación de la vida de más de 300.000 venezolanos. Entonces, por un capricho del régimen, por una postura política con la cual ellos niegan que entre la ayuda humanitaria a Venezuela, no íbamos a arriesgar a toda esa gente que nos necesitaba. Además, si Nicolás Maduro le teme a la ayuda es porque evidencia la gran contradicción de su Gobierno. Un Gobierno que llegó al poder diciendo que venía a salvar a los pobres, a reducir las desigualdades en Venezuela y que terminó siendo un Gobierno al que se le mueren los niños de hambre, en el que todos los días se mueren pacientes sin medicamento. Entonces, para nosotros, no es una opción dejar morir a los venezolanos que tienen diabetes, que tienen hipertensión, que requieren una atención hospitalaria urgente o a niños que están en situación de desnutrición. Entonces claro, a pesar de las amenazas y a pesar de los atropellos, para mí vale la pena seguir luchando. Así como valió la pena ese día y vale la pena todavía seguir luchando para que entre la ayuda humanitaria porque es un asunto de vida o muerte.

SEMANA: En ese sentido cuál es su posición frente al comunicado que publicó la Cruz Roja en el que dicen que no participarán de ninguna ayuda en Venezuela por la politización de quienes la envían. ¿Hasta qué punto la ayuda está politizada, ya sea de parte de Estados Unidos o, del lado de Maduro, de Rusia y de China?¿Cómo ayudar desinteresadamente a otros cuando se está jugando en la arena geopolítica?

R.P.:  El 23 de febrero demostró la farsa del Gobierno Maduro de que la ayuda humanitaria representaba la invasión, al final quedó demostrado que toda la argumentación que ellos hicieron era totalmente inválida. Yo lo vi en Ureña, ahí no había un despliegue del ejército, ahí no había una actitud de parte de las Fuerzas Armadas como si estuvieran esperando una invasión. Por el contrario, la violencia solo vino de parte de la Guardia Nacional y de los Colectivos, no de las Fuerzas Armadas. Ahora, en el tema de la politización hay dos niveles. El primer nivel, que es el más nefasto y viene del régimen, es el entregar ayuda humanitaria o beneficios sociales a cambio de lealtad política y bajo un criterio de discriminación, en donde si estás con el régimen recibes y si no estás con el régimen no recibes. Esto quedó en evidencia también ayer en un artículo del New York Times en el que alrededor de veinte médicos cubanos que desertaron de Venezuela insisten en que el régimen utiliza el desespero de las personas para pedir lealtad política y para chantajear. Desde la Asamblea Nacional, desde el voluntariado estamos peleando por la ayuda humanitaria en Venezuela y se ha insistido en lograr la entrada de un canal humanitario pero civil, en el que por supuesto no se discrimine a nadie en términos partidistas. Es decir, el único criterio para recibir ayuda humanitaria sería la necesidad. La segunda cuestión es cómo entra la ayuda humanitaria y bueno, la realidad es que hay una postura a mi juicio hipócrita por parte de organizaciones como la Cruz Roja. Decir que no participan o que no van a presionar para que entre la ayuda humanitaria es lavarse las manos frente a esos 300.000 venezolanos que están en riesgo de muerte. Las organizaciones lo saben y aún así se alían a un régimen que lo niega todo.

La única razón por la cual está politizada la entrada de ayuda humanitaria en Venezuela es porque el régimen lleva tres años negando que existe una emergencia humanitaria compleja. Entonces, la negativa viene del miedo a perder el control discursivo, a reconocer que este supuesto gobierno de izquierda, reivindicador, terminó siendo un gobierno hambreador al que se le mueren los venezolanos más vulnerables todos los días.

SEMANA: ¿Y ustedes han pensando en qué vendrá después de la ayuda? Es decir, ¿si la ayuda logra pasar vendrá con favores políticos, con responsabilidades hacia los otros países? Algunos internacionalistas dicen que la ayuda es una transacción política…

R.P.:  Yo creo que eso no está planteado de ninguna manera. La ayuda humanitaria es una ayuda que no está atada hacia ningún país en el futuro; es una ayuda que está atada a la salvación de vidas que están en riesgo por responsabilidad de un régimen corrupto y dictatorial.

SEMANA: ¿Por eso es que en otras entrevistas usted ha insistido en que la ayuda humanitaria lleva años sucediendo en Venezuela, en que no es algo reciente?

R.P.:  Sí, la ayuda humanitaria en Venezuela se ha dado desde hace tres años y nuestra organización es un reflejo de eso. Una organización que hace contención de la emergencia humanitaria compleja y que ha trabajado desde hace años por resolverla. Yo pienso que lo que representó el 23 de febrero fue la exigencia de la masificación de la ayuda humanitaria.Y creo que los ámbitos en donde es más urgente y más se requería es en los temas de salud, con énfasis en enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión o enfermedades renales. Hay miles de venezolanos pendiendo de un hilo, por una situación de la que no tienen ninguna responsabilidad. Entonces la ayuda humanitaria tiene que ver con los derechos fundamentales de vivir. Nosotros llevamos tres años ayudando a ese vivir, pero la situación es tan crítica que realmente necesitaba de la masificación que prometió ese 23 de febrero.

SEMANA: ¿Cree que Maduro le teme a que más gente se levante contra el régimen si tienen las necesidades básicas resueltas?, ¿a que la gente se dé cuenta de que no los necesita para subsistir?

R.P.: Yo creo que tiene que ver más con la contradicción que evidencia la ayuda humanitaria respecto a la política que ellos dicen abanderar. Mucha gente ya se ha levantado y protesta contra el régimen desde los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Entonces para mí no se trata solo de eso, no se trata de que la gente se libere de los mecanismos de control, porque al final la ayuda humanitaria está destinada solo a poblaciones que están en una situación de vida o muerte. Se trata de que la ayuda humanitaria es una parte fundamental en ese plan de reconstrucción y de apoyo social en Venezuela que va a venir una vez que acabemos con este régimen usurpador.

SEMANA: ¿Cree que ese cambio político está pronto a venir? Los periodistas empiezan a temer que Guaidó termine siendo un Capriles, un caso olvidado mediáticamente.

R.P.:  Es imposible de predecir, porque como ha sucedido históricamente con regímenes de esta naturaleza el momento en el que caen es en el que ya estaban dadas todas las condiciones, como en el caso de Venezuela, pero tiene que haber un detonante que lo genere y ese detonante es difícil de predecir cuál será… pensábamos que podía ser la ayuda humanitaria. A mí me gusta poner el ejemplo de la Unión Soviética, uno de los países más poderosos de la historia de la humanidad, con mayor extensión territorial, recursos, bombas nucleares que cayó por algo simbólico como fue lo del muro de Berlín, sin que se disparara un tiro y esa fue una circunstancia histórica inesperada. Entonces, desde mi punto de vista, en Venezuela están todas las condiciones para que el régimen salga del poder y tenemos que seguir insistiendo porque lo que está en juego es demasiado grande, no solamente para Venezuela sino para Latinoamérica y para el mundo. Estamos estamos hablando de millones de venezolanos que han abandonado nuestro país por la crítica situación que estamos viviendo y estamos hablando también de un modelo, de si vamos a permitir que en Latinoamérica exista un régimen dictatorial represivo que que solamente permite el beneficio de una pequeña élite a costa del sufrimiento de la mayoría, de si vamos a tener una Latinoamérica indiferente ante la violación de derechos humanos.

SEMANA: Entonces, ¿qué fue de la ayuda humanitaria?

R.P.:  La ayuda humanitaria está sucediendo en Venezuela, lo que no sucedió fue la masificación que tanto necesitábamos. La ayuda humanitaria está pasando por muchas vías: a veces por caminos verdes y otras porque funcionarios civiles y militares en la frontera se hacen la vista gorda porque saben que son necesarias. Así que la ayuda humanitaria está goteando por todas partes y filtra al régimen. El gran problema es que la situación es tan crítica y tan urgente que se necesita la masificación y por eso un canal humanitario como el que estamos buscando abrir es tan urgente y tan necesario.