Las princesas se rebelan y huyen de las monarquías árabes

Clarín

Una sucesión de osadas fugas de princesas y esposas de ricos jeques revelaron el costado más trágico de la vida que llevan las mujeres de las monarquías en el Golfo Pérsico, pese al lujo que derraman.

Sheikha Latifa (33); Rahaf Mohammed (19); Hind Al Balooki (43); Haya bint Al Hussein (45) y recientemente las hermanas sauditas Dua y Dalal Khalid, se atrevieron a rebelarse y escapar de sus hogares, enfrentando incluso las graves consecuencias que puede acarrear una decisión así en una rígida familia musulmana.

“Representan sólo la punta del iceberg”, aclara Radha Stirling, la CEO de “Detained en Dubai”, una organización de derechos humanos con base en Londres . “La forma correcta de entenderlo es que el abuso doméstico y la represión de mujeres en el Golfo es un problema social tan generalizado que incluso está ocurriendo en los niveles más altos de la sociedad. No están seguras ni las esposas e hijas de los gobernantes de la región”, explica a Clarín.

Sheikha Latifa es hija del jeque Mohammed bin Rashid Al Maktum, poderoso emir de Dubai y primer ministro de Emiratos Árabes Unidos. También uno de los hombres más ricos del planeta. A los 16 años Sheikha huyó del asfixiante entorno familiar. La capturaron y, según denunció, estuvo “presa” casi tres años en los que sufrió abusos y maltrato.

El año pasado lo volvió a intentar por mar, con la ayuda de un francés. Un comando enviado por su padre la alcanzó y secuestró cerca de la India, para regresarla luego a Dubai. Nadie sabe nada de su paradero o situación.

El caso de Rahaf Mohammed cobró relieve en enero de este año, cuando fue detenida por las autoridades de Tailandia. Su padre, gobernador de la ciudad de al-Sulaimi en Arabia Saudita, no le permitió estudiar y amenazó con matarla por no seguir los preceptos del Islam. Luego la forzó a casarse con un hombre que no conocía, pero que a la familia le interesaba.

Durante las vacaciones en Kuwait, en un descuido de sus cuidadores, Rahaf huyó y tomó un avión a Australia. La detuvieron en Bangkok. El escándalo se viralizó en las redes y terminó consiguiendo asilo en Canadá. “Las mujeres sauditas son tratadas como esclavas”, sentenció, ya libre.

Hind Al Balooki, esposa de un encumbrado hombre de negocios emiratí y madre de tres hijos, se hartó del maltrato y pidió el divorcio. Ahí comenzó otro calvario. Estuvo encerrada y custodiada. Desesperada, escapó por la ventana de un baño. Luego se dirigió a la casa de un amigo que le ayudó a viajar a Macedonia. Pero allí son complicadas las regulaciones de asilo, así que terminó en un centro de refugiados. Todavía reclama que algún país le brinde asilo.

“Es endémico en la región, y sin reformas, cada vez más mujeres intentarán escapar”, señala Stirling. “Se enfrentan a las leyes de tutela masculina, a un sesgo extremo en el sistema legal, en particular al denunciar abusos, y en materia de divorcio y custodia de menores”, agrega.

Este año le tocó el turno a la famosa princesa Haya, sexta esposa del emir Rashid al Maktum, el padre de Sheikha Latifa. Haya es de alta alcurnia dentro de las monarquías árabes. Es hija del difunto rey Hussein I de Jordania y hermana del actual, Abdalá II. La princesa descubrió lo que había pasado con la pobre hija del primer ministro emiratí y decidió que a ella no le ocurriría lo mismo. Abandonó el país y se refugió en Londres. A punto de cumplir 70 años, Rashid al Maktum ya reclamó el divorcio y la custodia de los hijos.

“Este hombre”, dice Stirling en relación a Rashid al Maktum, “está acusado de haber ordenado una redada militar en un barco civil en aguas internacionales para secuestrar a su propia hija, que estaba huyendo de lo que ella llamó años de abuso”.

“Este hombre -enfatiza Stirling- se ha negado rotundamente a cooperar con una investigación de las Naciones Unidas sobre ese incidente, y calificó las denuncias penales de violencia física, encarcelamiento ilegal, secuestro y drogadicción forzosa, como ‘asuntos familiares privados’”.

Dua y Dalal Khalid, dos hermanas que huyeron de Arabia Saudita.© clarin.com Dua y Dalal Khalid, dos hermanas que huyeron de Arabia Saudita.

Finalmente está el caso de las hermanas Dua y Dalal Khalid, de Arabia Saudita. Ambas soñaban con otra vida. Estudiar, trabajar, viajar. Las imposiciones familiares las llevaron a rebelarse: renunciaron al Islam y huyeron a Turquía. Fueron acusadas de apostasía y, según las leyes islámicas, pueden ser decapitados públicamente por este crimen.

Han denunciado una experiencia de abuso, subyugación, discriminación y tiranía doméstica interminables desde la infancia hasta nuestros días. En Turquía corren el peligro de ser deportados en las mismas condiciones horribles que les han traumatizado toda la vida”, cuenta Stirling.

La especialista reclama ayuda internacional para estas jóvenes. “No pertenecen a la realeza, no son famosas. Todos los días que permanecen en Turquía ponen en peligro sus vidas. Después de todo fue en Turquía donde las autoridades sauditas llevaron a cabo el asesinato del periodista Jamal Khashoggi”, recuerda.