Por Bayron Romero
Corresponsal destacado en Los Angeles California.
Reportaje Especial
En una esquina cálida del oriente salvadoreño, donde las calles de tierra conviven con la brisa que baja de los cerros, nació una niña destinada a llevar su nombre mucho más lejos de lo que ella imaginaba. Lorena Romero, criada entre los abrazos de su madre Magdalena y los cuidados de sus abuelos María y Cecilio, aprendió desde pequeña que la vida es una mezcla de raíces profundas y alas que no deben temer al vuelo.
De Chirilagua, su pueblo natal, Lorena absorbió la sencillez, la solidaridad y la música que vibra en cada fiesta patronal. Pero como muchos jóvenes salvadoreños, tuvo que dejar atrás esa tierra de volcanes y recuerdos para buscar un futuro al otro lado del continente. Aún adolescente, con las ilusiones guardadas en una maleta humilde, cruzó la frontera del destino rumbo a Estados Unidos.
La muchacha que llegó a California con un sueño y encontró otros
Su primera parada fue Los Ángeles, una ciudad imponente que suele devorar a quienes no están preparados. Pero Lorena encontró su propio latido entre sus calles, y desde ahí se trasladó a Monterey, donde comenzó lo que sería una nueva vida. No solo estudió con dedicación en Monterey Peninsula College y en Golden Gate University, sino que se formó para el mundo profesional con una carrera en Hospitality Manager.











Fue en Monterey donde ocurrió uno de esos momentos que cambian una historia: Lorena fue coronada Miss El Salvador. Ese título, que para otros hubiese sido un logro aislado, para ella se convirtió en una llave. Detrás de esa corona habían nacido una artista y una mujer que, sin saberlo, estaba a punto de emprender un camino de música, escenarios y representaciones culturales.
La voz que cruzó fronteras
Convertida en vocalista de su propia Sonora, Lorena comenzó a cosechar el cariño del público y la admiración de quienes la escuchaban. Con el tiempo, su nombre empezó a escribirse en programas, festivales y ceremonias dentro y fuera del país.
Hoy puede decir, con total modestia pero con profunda satisfacción, que es acreedora de más de 250 premios internacionales.
El continente Europeo, Centroamérica, Estados Unidos y Sudamérica han sido testigos de su voz, de su energía y de su capacidad para representar no solo a un público, sino a toda una identidad.
Los Ángeles: la ciudad que la vio convertirse en embajadora cultural
De regreso en Los Ángeles, Lorena se consolidó como un rostro imprescindible de la comunidad latina. El Senado del Estado de California y el entonces alcalde Eric Garcetti entregaron en su honor numerosos reconocimientos —once de ellos directamente del alcalde—, celebrando no solo su carrera artística, sino su compromiso comunitario.
Organizaciones como el Broadway International Film Festival (BIFF) y el Festival de Independencia Salvadoreña (DEFISAL) también la homenajearon, mientras su presencia se volvía habitual en desfiles, coronaciones y ceremonias multiculturales.
Fue así como Lorena se convirtió en Madrina, Madrina de Honor y Mariscal en el Desfile Ecuatoriano en Los Ángeles, además de ser nombrada Reina de Reinas, Embajadora Internacional y Vicepresidenta de Latinos Unidos Los Ángeles. Los títulos se sumaban, pero detrás de cada uno había trabajo, sacrificio y un profundo amor por representar a los suyos.
El continente Europeo y su amor correspondido
Italia, España, Francia, Suecia… cada país la recibió como si fuera una hija adoptiva.
En Italia especialmente, Lorena vivió momentos inolvidables: recibió cinco reconocimientos en 2018, fue nombrada Embajadora Cultural del Caribe y Latinoamérica en Milán, ganó el Oscar Dell’Integrazione de la Cancione en 2019, y obtuvo una medalla diamante por su participación en la obra Las Grandes Divas. Ese mismo año, participó en tres producciones cinematográficas que reafirmaron su versatilidad artística.
En 2021, la historia se repitió: representó a la Hermandad Salvadoreña en Roma y Diulianova, y volvió a Milán para recibir más premios, entre ellos otro Oscar, una medalla y un diploma otorgados por Golden Fashion Milano.
El regreso a casa
Pese a los escenarios, a los aplausos y al brillo internacional, Lorena nunca olvidó la tierra donde creció. Cada viaje era una oportunidad para llevar consigo un pedazo de Chirilagua, pero también para regresar y dar algo a cambio.
Su pueblo la nombró Hija Meritísima Chirilagüense, honrándola por más de 15 años de labor social, especialmente con los más necesitados. También ha impulsado el deporte juvenil y ha trabajado para abrir oportunidades donde antes no las había.
Fuera del país, en Acatenango, Guatemala, recibió las llaves de la ciudad.
La mujer detrás de La Internacionalísima
Quienes la conocen dicen que Lorena no se detiene. Mientras otros celebran un logro, ella ya piensa en el próximo. Actualmente prepara su libro “Solo Éxitos”, dirige un cortometraje con visión cinematográfica propia, continúa con su programa radial “Lorena Romero Contigo” y participa en múltiples iniciativas artísticas y comunitarias.
Ha recorrido escenarios en España, Suecia, Finlandia, Alemania, Inglaterra, Holanda, Francia, Italia, Noruega, Dinamarca, Centroamérica, México y Estados Unidos, llevando siempre el mismo mensaje: El Salvador también brilla.
Por eso, este 2025, será nombrada Embajadora Mundial, y a finales de noviembre recibirá en Argentina la Distinción Arco de Córdoba. Otra página en un libro de logros que aún no ha terminado de escribirse.
Un nombre que viaja con orgullo
Lorena Romero no es solo una artista. Es una bandera humana. Una mujer que entendió que su voz podía abrir puertas, unir culturas y llevar esperanza.
Por eso hoy, en cada país donde la han visto cantar, en cada tarima donde se ha parado con la frente en alto, en cada reconocimiento que ha recibido, su nombre lleva un título que no todos poseen:
La Internacionalísima.
Una mujer que, desde un pequeño pueblo salvadoreño, aprendió a conquistar el mundo sin olvidar jamás de dónde viene.







