Fredy Mezquita: “Las tentaciones capitales de un pastor, evangelista o salmista son las tres F: faldas, fortuna y fama”

Fotos cortesía de Fredy Mezquita

Por Santiago Leiva

De adolescente y joven soñaba con el aplauso, soñaba con que la gente coreara su nombre y gritaran sus goles desde los graderíos de un estadio. Tenía una técnica depurada con el balón en sus pies y estaba convencido que eso le llevaría a la fama. Fredy Mezquita creció sin la imagen de un padre, y más adelante, a los 13 años, su madre lo lanzó a la calle, pero nunca apartó la mente de la pelota de fútbol y eso le permitió tener los pies en la tierra.

“Mi único pecado, mi única falla era jugar fútbol, mi adición era el fútbol, mi vida era el fútbol, amaba el fútbol. En vez de un plato de comida yo prefería el fútbol,  me pegaban por jugar fútbol”, confiesa. Sus andanzas con la pelota lo llevaron a enlistarse en academias de fútbol, a jugar en liga federada, en liga B., y asegura que  estuvo a punto de estampar su firma profesionalmente con Luis Ángel Firpo,  pero Dios le cometió un faul para sacarlo del partido y llevarlo a jugar para Él en las canchas del cristianismo. “En un partido para despedirme de la academia “La Chelona” me lesioné sin que nadie me tocara, sentí un dolor que me subía desde la cadera hasta la espalda y hasta el día de hoy los kinesiólogos y terapeutas no saben que fue”, dice.

Fredy está convencido que la lesión fue la única forma que encontró de Dios para que él entendiera que había algo más que fútbol. Con el tiempo Fredy Mezquita se ha convertido en un hábil predicador, un dinámico evangelista que ha llevado la palabra de Dios no solo a las calles  y todos los rincones de El Salvador sino también fuera del país, sobre todo a Guatemala.

“Mis mensajes no son aburridos, soy muy dinámicos y a muchos les he caído mal por eso, pero es el estilo que Dios me regaló. Me han dicho sea serio para predicar y yo les digo cuando yo vea que los pastores serios tienen unción yo voy a ser serio. A través del carisma mío Dios ha tocado mucha gente”, afirma. Eso sí, la sangre futbolera aún circula por sus venas. Todavía gana sus dolaritos jugando para algunos equipos en canchas polvosas, y lleva incrustado el color blanco en su sangre. “Dice la Biblia que las vestiduras van a ser blancas entonces yo sigo todo lo blanco”, dice confesando disimuladamente que es hincha del Real Madrid y el Alianza. Era uno de sus sueños jugar y llevar la “A” roja en su pecho. El evangelista Fredy Mezquita es nuestro personaje de esta semana.

 

¿Si volviera a nacer  le cambiaría algo a lo vivido hasta hoy?

Realmente a lo largo de mi vida he podido experimentar muchos momentos de dolor, de orfandad, de no tener una identidad paternal en casa, pero si volviera a nacer desearía vivir nuevamente cada etapa que viví.

 

¿Fue tan dura la etapa de su niñez?

Fue difícil. Recuerdo cuando celebraban en la escuela el día del padre y me ponían a hacer un dibujo o colorear un dibujo sabiendo que era para un papá. Y pasaba que  cuando llegaba a casa me daba cuenta que no había quien lo recibiera. Eso marcó dolor en mí, y mi mamá era como que no estuviera en casa.   Siempre que iba al parque de La Familia  miraba la imagen de dos padres con sus hijos, y yo aunque no tuve ese modelo en casa, siempre pinté mi dibujo de esa forma porque deseé y soñé poder tener una familia. Tener una identidad paternal y maternal como todo niño.

 

¿Cuál fue el momento en el que más notó la ausencia de su padre?

A los 13 o 14 años. Cuando mi papá me abandona tenía tres o cuatro años. Él quizá no se dio cuenta que era mi súper héroe. Cuando él hablaba yo siempre estaba en primera fila para escucharlo. Cuando él hablaba mi imaginación se echaba a volar. Cuando él se fue, fue duro para mí  porque ya no estaba el hombre que me hacía soñar, el hombre que me pintaba los cuadros de color y le daba sentido a mi futuro.

Entiendo que usted también dejó la casa muy temprano…

A los 13 años. Mi papá regresó tres años más tarde de habernos abandonado, siete años tenía yo y cuando lo vi enloquecí por él y le dije: papá, papá yo me quiero ir con usted, no puedo vivir mi vida si no está usted. Recuerdo muy bien la imagen, vivíamos en una casa de adobe bajo las faldas del cerro de San Jacinto, y me acuerdo que mi mamá me puso en medio de los dos y me dijo: decida con quien se queda, si se va, se va definitivamente. Yo no entendía, pero sabía que mi papá era mi mundo y me decidí por él.

 

¿Por qué veía en su papá su mundo y no su mamá?

Porque mi mamá era una mujer reservada, una mujer callada, una mujer de pocas palabras y lo es hasta el día de hoy; y mi papá era lo contrario, era hablantín, era hiperactivo igual que yo, sabía que con él podía hablar. Cuando decido por mi papá me fui y descubrí que todos los cuadros que me pintó de colores y las imágenes que echó a volar eran falsos.  Recuerdo que vivíamos en un apartamento, él se iba a las 4:00 de la mañana a trabajar, me sacaba del apartamento y me dejaba durmiendo afuera amarrado de la puerta. Yo lloraba todo el día sin comer y unas ancianas me amenazaban con una jeringas para que yo me callara.

Hasta el día de hoy detesto las jeringas, no me dejo inyectar. Mi mamá me contó después que sintió en su corazón el ir a buscarme y me encontró en esa condición. Mi mamá me dijo: usted no es un perro se va conmigo a casa, y volví a casa con mi mamá, y pasó algo bien tremendo, soy el segundo de tres hermanos, y llegué a ser  como  el hijo menos amado, la decisión que tomé desde muy temprano me marcó la vida delante de mi mamá.

 

Vuelve a casa como el hijo pródigo, pero no amado…

Exactamente. Quizá la etapa más difícil de mi niñez y mi juventud fue no sentirme amado.

 

¿Cuánto tiempo estuvo fuera de casa con su padre?

Eso solo fue unas semanas, pero cuando yo tenía 13 años, mi mamá quizá cargada del dolor o golpes de ser una madre soltera con tres hijos (se dedicaba a vender pan) le hacían no ver en mi lo que ella deseaba. Yo pienso que no era tan apto, ni amado por ella porque me parecía a mi papá y mi papá le dañó la vida, su dignidad.

Entonces verme a mí para mi mamá era como ver a mi papá. Y en cada castigo me sacaba a mi papá y eso te frustra como niño, nunca conocí la palabra te amo. Un día, a los 13 años, mi mamá estaba comiendo y yo le pedí. Era una noche en la que quizá estaba frustrada y mi mamá  comenzó a ofenderme, yo le dije: solo porque te pedí comida me distes un gran sermón y ella se levantó de la mesa y comenzó a golpearme, descargó en mi todo lo que ella sentía. Mi hermano mayor le gritó y le dijo que porque me pegaba por gusto y mi madre empezó a llorar porque mi hermano nunca le había faltado el respeto. Yo me fui a dormir al camarote llorando y mi mamá llegó. Yo dije: viene a pedirme perdón porque sabe que se equivocó. Llega al camarote llorando y me dijo: maldito el día que te parí, hubiese preferido parir un perro que parirte a vos. Lárgate de la casa. Era un joven de 13 años que no tenía capacidad para sostenerme por mí  mismo, pero me fui de la casa.

 

¿Se fue a vivir a la calle?

Me fui a la calle y muchas veces (dormí) en la acera de una calle,  muchas veces me tocó refugiarme debajo de un puente, sabiendo que no era amado.

 

¿Llegaron drogas a sus manos en ese momento?

No, yo siempre tuve temor a algo porque mi hermano mayor practicó eso y mi mamá sufría al verlo a él así, y yo dije nunca voy a hacer sufrir a mi mamá de esa forma. Mi adición era el fútbol, mi vida era el fútbol, amaba el fútbol, en vez de un plato de comida yo prefería el fútbol,  me pegaban por jugar fútbol. Le voy a contar una parte muy difícil (vivir en la calle) me llevó a acompañarme a temprana edad. A los 13 años me acompañé por primera vez con una mujer de 22, y yo llego a la conclusión el día de hoy que nunca lo hice porque necesitaba conocer el placer y el sexo sino porque simple y sencillamente buscaba amor en alguien.

En la casa nosotros nos vestíamos de lo que otros nos regalaban, comíamos de lo que a otros les sobraba, a veces de un huevo tibio comíamos cuatro, no teníamos ni luz eléctrica y como había veces que no teníamos para comer mi mamá se ponía a hacer figuras de las candelas para que se nos olvidara la comida y nos dormíamos jugando.

Cuando me voy de la casa empecé a tener mis propias cosas, empecé a tener mi propia plata, a ganar respeto en las calles, pero me sentía vacío. A los 14 tuve la oportunidad de poder viajar con “La Carlanga” Rivera. Era mi profesor en una escuela de fútbol de la Santa Clara y también entrenaba parte de “La Chelona”. Tuve la oportunidad de poder viajar al Galaxy de Los Ángeles, pero por no tener un papá, por una firma, no pude viajar. Yo siempre me refugié en el fútbol, y en mi otro vicio que fue andar con novia. A los 15 años me volví a acompañar otra vez. Creo que la ausencia de mi papá marcó una etapa difícil en mi vida y muchas veces pensé en quitarme la vida.

 

En serio…

Muchas veces pensé en el suicidio. Cuando vivía con mi mamá y cuando vivía lejos tomaba cuchillos y me los ponía en el estómago porque la vida no tenía sentido, pero siempre había un temor. Cuando tenía 18 o 19 años yo ya tenía todo. Tenía vehículo, fama.  Era un buen futbolista, jugué en la sub 17 y estaba a punto de firmar con Luis Ángel Firpo, pero en un partido para despedirme de “La Chelona” me lesioné. Quiero decirle que antes que todo eso pasara yo sentí un llamado. Una noche me fui a llorar porque a pesar que tenía todo no tenía nada, me sentía vacío.

¿Cómo llega al evangelio?

Fue algo sorprendente. Esa noche, fue un jueves, estaba yo en la calle principal  de donde vivía. Empecé a blasfemar, empecé a decir Dios no existe. Si Dios existiera  mi padre no me hubiera abandonado y mi madre estuviera conmigo, decía. Y sucedió algo impresionante vi una visión, vi a mi mamá muerta en un ataúd y empecé a llorar y sentí amor por ella y lloraba más intensamente porque vi a mi hermano y mi hermana muertos. Y luego me vi sin una mano, sin una pierna, y escuché una voz interna que me dijo: yo soy Jehová tu padre, yo soy Dios que te ama. Por primera vez escuché la palabra te amo y eso me devolvió a lo que yo iba ser en esta vida.

 

El llamado llega antes de la lesión…

Antes de la lesión. Cuando yo escuché por primera vez te amo me di cuenta que si tenía propósito. Dios me dijo que entregara la vida a él, y yo le dije solo una cosa te pido: hazme el hombre más feliz del mundo y no me hizo feliz sino que extremamente feliz. Después estaba yo en esa transición que iba a la iglesia y jugaba fútbol y era un poco agrandadito porque me pagaban por jugar. Jugué en federado y en liga B. Cierta vez estaba visitando una iglesia y estaba un hombre predicando y nadie sabía que yo jugaba fútbol. Ese hombre empezó a darle palabra de Dios a todos y me dejó de último y me dijo: vos sueñas que vas a salir en la tele, que vas a salir en los diarios, mejor humíllate porque no naciste para propósitos de este mundo si no para el propósito de Dios. Eso fue un sábado y el domingo me lesioné sin que nadie me tocara. Ahora entiendo que era el propósito de Dios, me dijeron que ya no podría jugar fútbol nunca, sentí un dolor que me subía desde la cadera hasta la espalda y hasta el día de hoy los kinesiólogos y terapeutas no saben que fue.

Después de eso pasé dos años que no toque una pelota, en eso dos años sentí que parte de mi vida se había ido de mí. En una ocasión fui a ver un partido y vi un joven con mayor capacidad que yo, entonces llegué a la conclusión que el mundo del fútbol no me necesitaba y me fui del lado de Dios completamente. Dejé de jugar fútbol durante siete años.

 

¿Cree que la lesión fue el propósito de Dios para que llegara a sus pies?

Quizá era la única forma que yo entendiera que había algo más que el fútbol. Dios hizo lo más correcto, he experimentado tantas cosas agradables que no las cambiaría por nada. Hubo siete años de pleno sometimiento a Dios, de aprender a tocar instrumentos, de cantar, de estudiar la biblia, de aprender a predicar y volví a patear el balón a finales de 2013 ya con muchas libras de más. Y la gente me gritaba gordo quemado, reventado ya no jugas y esa vez quedé campeón con un equipo malo. Hace poco jugué dos torneos de fútbol sala de la liga mayor, pero ya no pude ir por motivos de la iglesia.

 

¿Y cómo le ha ido en las canchas de Dios?

El llamado mío fue bien duro porque yo deseaba ser todo en la iglesia. A mí nadie me evangelizó, fue el mismo Dios que me llamó y eso me cautivó tanto que no puedo vivir lejos de Él. Yo le he dicho a Él, el día que yo me aleje de ti mátame porque mi vida no tiene sentido. Entonces cuando entre en mi primer amor yo quería hacer todo en la iglesia, pero no tenía talento para nada.

La primera vez yo le dije a los pastores yo siento que tengo llamado de Dios para cantar, de verdad hermano Fredy, lo vamos a probar el lunes que viene poca gente me dijeron. Y yo llevaba el gozo, el entusiasmo, pero nunca había cantado ni en cumpleaños. Paso y les digo: Dios les bendiga iglesia y en su nombre denle palmas al señor y la gente comenzó a aplaudir y dijeron ¡wow¡ este trae unción de Dios.

El problema fue cuando canté, todos se pusieron a reír porque no tenía talento para cantar. Y lo peor es que me pusieron a cantar todos los días porque me vieron el gozo y unas hermanas hasta me compraron discos. Vaya a escuchar a Danilo Montero y trate de imitarlo me decían porque usted canta feo y yo me sentía mal, pero quería demostrar que podía. Luego como no pegué en la alabanza me metí a la escuela de música, dije tal vez tocando la hago.

Aprendí una canción: mi Única Razón, en cuatro notas básicas y el día de la gala que los iban a presentar a todos, presentaron a todos menos a mí, eso me frustró. Después me compré un uniforme de servidor y me comencé a ganar a la gente sirviéndole, estuve dos años cuidando carros en el parqueo, pero yo deseaba predicar.

El día sábado había escuela de predicadores, me dijeron que preparáramos un sermón de cinco minutos y a mí no me dejaron predicar ni siquiera un minuto porque había estado hablando disparates. Me sentí mal, pero eso me empezó a formar sin que supiese. Luego un pastor me dice vámonos de misioneros para Nicaragua y yo dije: ahí está, de misionero me quería Dios, pero viví una experiencia bien fea. Me dejaron en Nicaragua en un lugar aislado de todo y ahí empezó Dios a formarme. Creo que Nicaragua fue el taller de mi formación. Cuando regreso acá al El Salvador después de muchos meses de estar allá, regresé en 2013, tenía a mi prometida con la que me iba a casar, mi primera novia en el evangelio, pero ella ya había puesto la mirada en alguien más y todo se derrumbó. Sentía que había perdido la vida, pero me volví a refugiar en Dios y nuevamente en el fútbol, por eso volví a patear la pelota a finales de 2013. Eso me ayudó también a perder peso y que me volvieran a pagar por jugar.  También me refugie en Dios, le dedique un año de vigilias al Señor, hacía vigilia todos los días.

 

Y luego vino el éxito…

Hice un año de vigilias. Le dije a Dios no vuelvo a pararme en un pulpito sin tu presencia. Empecé a buscar su gloria, su presencia. Me prestaban un piano y con las pocas notas que sabía pasaba toda la noche cantando. Tenía un piano, una mesa y tenía tres sillas en mi cuarto porque vivía solo en un apartamento.  Ahí había  24 horas alabanzas y todas las noches había vigilias. Yo ponía las tres sillas y me presentaba: a continuación el salmista salvadoreño Fredy Mezquita y yo oía multitud de gente aplaudiéndome cuando me paraba a cantar la Única Razón que era la única que me sabía. La cantaba en tres versiones digo yo, lenta, rápida y en adoración. Era divertido porque hacía el culto yo solo. Empezaba los cultos a las 10:30 u 11:00 de la noche, yo me presentaba como evangelista sin ser un predicador aún.

El problema era que el culto que hacía se me terminaba en 20 minutos, en 20 minutos cantaba, predicaba y “recogía la ofrenda”. Cuando terminaba el culto, agarraba el piano y comenzaba a llorar. Decía Espíritu Santo enséñame a tocar, y le voy a decir algo hasta el día de hoy el Espíritu Santo nunca me enseñó a tocar jajaja, pero si me dio su presencia, me dio su respaldo y su gloria. Durante todo el año que yo estuve orando y haciendo mis devocionales, las tres sillas solas representaban multitudes. Mis multitudes eran El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos y yo éramos multitud. Y hasta el día de hoy siempre predico para ellos tres. Puedo tener cinco o 500 personas acá y siempre predico con la misma intensidad porque aprendí a predicar para ellos, no para la gente.

 

¿Cuándo se convierte verdaderamente en pastor?

Al no tener iglesia, un señor, un anciano, don Mateo me dice ¿tú quieres pulpito? Si quiero pulpito le dije, las iglesias no me dan pulpito, mi iglesia no cree en mí. Mandá a hacer un pulpito y predicá fuera de tu casa me dijo. Me acuerdo que me fui a poner con un combito frente a la Despensa de Don Juan del Parque Libertad. Tocaba la guitarra y predicaba. Durante un año prediqué ahí y nunca se convirtió nadie, es más siento que hasta yo me estaba desconvirtiendo porque no miraba frutos jajaja, pero predicar en las calles me hizo amar las almas, me hizo ver que la iglesia necesita ir a las calles. Nos hemos conformado con que Dios gobierne acá (en las iglesias) y que fuera gobierne el diablo.

¿Se veía como evangelista?

No, no, ni en mi iglesia me daba privilegios, yo creo que fui formado a la fuerza. Incluso yo creí que Dios no me había llamado que yo era un metido en el evangelio. Pero Dios empezó a ordenar todo y he tenido el privilegio de ir a varios países. Hago obra de evangelismo dentro del país, predico en las calles o donde me invitan, y he comenzado a capacitar gente porque siento que hay que hacer algo por esta nación. Lo que acá opera es el espíritu de orfandad, la mayoría de pandilleros son hijos abandonados, no tuvieron una figura paternal. Yo creo que el día que haya padres en el país no habrá prostitutas en las calles, el día que haya padres en casa no habrá pandilleros buscando identidad. Algo que toca a mi corazón es cambiar las generaciones que vienen.

 

¿Alguna vez se vio tentado por las pandillas?

Sí, sí claro. Con mi hermano mayor en aquellos tiempos nos poníamos los pantalones tumbados y la mitad del cincho de fuera. Soñábamos con ser los pandilleros del barrio, los locos, los que mandaban, pero bendito sea Dios que no permitió eso.

 

¿Qué es lo más maravilloso que ha visto en sus predicaciones?

Pandilleros convertirse, gente sanar. Dios ha hecho cosas extraordinarias.

 

¿Cuáles son las principales tentaciones de un pastor, sobre todo de uno joven?

Las tres tentaciones capitales de un pastor, un predicador, un evangelista o de un salmista son las tres F. la falda, fortuna y fama. Son tres pecados capitales que pueden llevar al infierno a cualquier hombre de Dios. Faldas, fortuna y fama.

 

¿Cómo ha logrado esquivar esas tentaciones?

El amor que le tengo a Dios. No le fallo porque le temo, no le fallo porque lo amo. Muchas veces le he querido fallar, pero su gracia me sostiene. Sabe, cuando llegué al evangelio tenía cuatro mujeres, era un joven guapo y ya manejaba billetes. Una vez en la iglesia donde yo acepté a Cristo estaban predicando sobre el infierno y yo estaba en adulterio, pero no sabía que era pecado. En esa vigilia pusieron  un proyector hasta con el sonido del infierno. Y dijeron los adúlteros, los que tienen más de una mujer se van a ir al infierno. Yo esa noche no me goce porque sentía que el infierno me estaba llevando con todo y silla.

Cuando terminó la vigilia me fui a mi casa y solo en mi cuarto y le dije: señor quítame las mujeres de mi vida, y fue una oración eficaz porque de un día para otro Dios me quitó las mujeres, pero había un problema, me quedó el mal hábito: el deseo, la fantasía, la lujuria, y entonces le dije señor; si me quitaste (a las mujeres) quítame todo deseo carnal, quiero ser santo. Y ha sido difícil ser un joven predicador, muchas veces en las redes sociales me enamoran,  hay madres que me han dicho cásese con mi hija yo lo mantengo, o jóvenes que me ven predicar, ven la gracia de Dios y me dicen yo quiero casarme contigo o quiero un hombre como tú. Si uno no prepara su corazón eso lo puede llevar a la perdición.

 

¿Cuáles son sus sueños dentro del evangelio?

Primero cumplir el sueño de Dios, y lo que estaba estropeando que se cumplieran los sueños de Dios eran mis sueños. Hice a un lado mis sueños, renuncié a un buen trabajo, renuncie a todo por cumplir el sueño de Él.  Mi sueño es que este país pueda ser transformado, traer un cambio de pensamientos en la juventud, en la niñez, en los ancianos de este país y que pueda venir un avivamiento. Mi mayor sueño es que la gente vea a Cristo en mí. Otro de mis sueños es viajar de misionero, quisiera irme a Guinea Ecuatorial o cualquier país de África a ganar almas para Cristo.

 

¿Cómo hace para vivir, tiene un trabajo?

Yo tenía un buen trabajo, ganaba $1,200 dólares y para mí era plata, pero Dios me llevó al borde que tenía que vivir por la fe, 24 horas a su servicio. Entonces yo dije si Dios me quiere al servicio completo me voy con todo y hasta el día de hoy Dios me ha bendecido, vivo por la fe, pero sí soy un hombre que trabaja mucho en lo de Dios. Vivir por la fe creo que ha sido la experiencia más dolorosa porque al principio no es fácil, llega uno a tener nada. A no tener ni un par de zapatos buenos,  una mudada buena. Llegar a desear cincuenta centavos fue de las experiencias más duras que viví, pero llegué a depender de Él, y hasta el día de hoy no me ha dejado solo.

 

¿Tendrá su propia iglesia?

Tengo cuatro meses de haber empezado una obra, tengo 80 miembros ya, estoy capacitando líderes, mi hermano mayor ahora es el co pastor, mi mano derecha, mi mamá una mujer de Dios, mi hermana está en ese proceso, y medio mi papá. La iglesia no me ayuda mucho porque estamos empezando, estamos comprando lo que necesitamos. Ya tenemos batería, piano, bajo, un sonido pequeño, sillas nuevas. Todo lo que estamos dando como iglesia lo estamos invirtiendo en la misma obra. Más me ha bendecido Dios de predicar fuera, yo nunca le he puesto tarifa a lo de Dios. Ya me han hablado de otros países y me dicen hermano cuanto nos cobra por venirnos a predicar y les he dicho: yo no puedo cobrarles porque esto no es un negocio, si Dios te provee bendíceme, si no, no te preocupes.

 

¿Ha perdonado a su mamá?

Desde el día que yo me entregué a Cristo la busqué y le pedí perdón. Ahora la historia es diferente. Cada vez que yo viajo a un país cuando regreso la saco a comer. Ahora somos unidos, va a mis graduaciones. Eso es lo más hermoso que Dios ha hecho porque ahora mi mamá es cristiana y mis hermanos son cristianos. Toda mi casa es cristiana. Después que era el hijo menos querido ahora soy el hijo más amado. Perdoné a mi papá también. Hace un año y algo apareció mi papá ya desgastado por la vida, tiene 75 años, y yo me hice cargo de él. Le pago la casa, le pago su comida y ahora mi papá está yendo a la iglesia.