Rebobinando casete

Hace unos días, el teacher de inglés, pidió en la clase que hiciéramos un ensayo, y yo con mi inglés “chancomido”, intenté plasmar un tema que más que interrogantes me genera tristeza. Lo titulé Damn Technology (maldita tecnología), y el título no dejó de causarle admiración y gracia a mí maestro.

Claro, él no nació ni creció en El Salvador, y probablemente mi postura también riña con la de los jóvenes nacidos acá, desde la  década de los 90s a la fecha, pero este es mi punto de vista, mi convicción y tengo mis argumentos.

Mi punto es que la generación, mi generación nacida en los 70s y 80s tuvimos una niñez  más creativa, más esperanzadora y sobre todo más feliz que la que viven los muchachos  hoy en día: una niñez ociosa y sin nada que inventar. Todo se volvió al alcance de un “clic” y a partir de ahí la vida es aburrida.

En mi tiempo tener la canción de moda en una cinta  era toda una hazaña, un reto ilusionante que en muchas ocasiones se convertía en sueño. No era fácil conseguir diez colones para comprar un casete se Sepersonido, uno de Pop Músic o Producciones VAM.

Muchos de los jóvenes de aquel entonces pasábamos con el oído pegado a la bocina y con un dedo en el botón de grabar esperando que el locutor de turno anunciara la canción esperada. En lo particular pasaba pendiente de las diez mejores de la ABC  para grabar y  “zocaba” porque un tal Francisco Sigüenza y o un tal Jairo Anzora no hablaran a media canción y me arruinaran la grabación.

Hoy día, cualquier canción: salsa, cumbia, merengue, electrónica, pop o rock, con su respectivo video, se puede escuchar, bajar, y dedicar con un par de “clic” convirtiendo la acción en algo monótono.

A menudo observo a Nicole, de ocho años, buscando en una vieja tableta el video de su caricatura favorita y eso me entristece y me llena de nostalgia porque yo debía esperar las navidades y fin de año para ver “Gente Chica”. Me desesperaba y me ilusionaba que llegaran los viernes para ver “Festival de Artes Marciales” en Canal 6 o el Auto Fantástico en otro canal.

En aquellos tiempos reunirse con la familia o los amigos para ver una película en un VHS era todo un acontecimiento, igual que uno de tus compañeros de clase tuviera un Atari y te invitara a jugar. Ir al cine era todo un lujo, y que te llevaran de excursión al Zoológico Nacional resultaba anecdótico.

Era la época en que las cosas sencillas nos provocaban felicidad; en que los niños y jóvenes nos conformábamos con una pelota de plástico, con saborear un Delipop con una galleta de figuritas. Era la época donde a soda y la comida chatarra no era parte de nuestra dieta, sino un lujo. Aún recuerdo el placer que me generaba ir a  comer pupusas  una vez por mes, o comer Pollo Campero en fechas especiales.

A veces con mucha nostalgia me pregunto ¿cómo pudimos dejar que las cosas sencillas perdieran importancia? ¿Cómo dejamos que la tecnología secuestrara la inocencia de nuestros niños? ¿qué la soda y la comida chatarra se convierta en el pan nuestro de cada día? ¿Qué las muñecas y carritos fueran cambiadas por tabletas y teléfonos de alta generación?.

Bueno ese es mi lamento, solo intento rebobinar mi casete, y no dudo que muchos quizá no piensen igual y jóvenes que creerán que esto es puro “casete” con suelen decir para referirse a que es “paja” o mentira.