Tom Cruz, fotógrafo: “Estoy en una búsqueda constante de la vida para mí y para mi hijo”

Foto de Santiago Leiva y cortesía de Tom Cruz | El Metropolitano Digital

Por Santiago Leiva

Tomás Cruz o Tom Cruz como rubrica en sus fotos, se hace acompañar de una imagen despreocupada. Contrario al divo de Hollywood, Tom Cruise, Tom Cruz vive alejado del mundo de la moda y las pasarelas, pero no de los reflectores. Si el famoso actor pasa su vida frente a la cámara de filmación, este lleva toda una vida tras la cortina de una cámara fotográfica.

Tom Cruz es una enamorado de la fotografía y el vídeo, y aunque se define como empírico y autodidacta en este campo, sus postales roban miradas y cogen signos de admiración. “No he leído libros de fotos ni me gusta leer, no me llaman la atención porque me gusta desarrollar mi propio estilo. Y la verdad no sé ni qué  estilo sea”, dice.

Eso sí, Tom nunca olvidó uno de los tantos consejos que recibió cuando daba los primeros pasos en este arte a finales de los 70s. “Un fotógrafo no tiene que ser un apreta botones”, le dijeron y esa consigna la réplica hoy en día. Tom, que cumplió 55 años el jueves, está casado con la cámara desde los 10 años, y sólo se divorció un corto tiempo de ella para tomar los votos de castidad, pobreza y obediencia.

Él se enlistó para ser sacerdote y eso le llevó a tomar estudios en Costa Rica, México y Austria, pero finalmente renunció a la carrera y reanudó su romance con el video y la fotografía. En la actualidad deambula por las calles del centro capitalino casando postales urbanas, paisajes y sobre todo escenas teatrales, ese es su mundo y por su puesto su hijo Kilian, un muchacho de casi 14 años que llena su vida de luz y felicidad, pero que también le provoca tinieblas y  tristeza toda vez que le ve en cama. Kilian sufrió el síndrome de Guillain-Barre a los cinco años, y hace poco menos de un mes tuvo una recaída, lo que significa una “cruz”  más para un hombre que lo único que comparte  con la gran estrella de Hollywood Tom Cruise, es el nombre y la edad. Tomás es nuestro personaje de la semana.

He visto tus fotos, las firmas Tom Cruz  ¿Por qué?

Porque es para mí una identidad. Mucha gente me llama Tom y Cruz es mi apellido. Pero existe un cuadro cómico: a mí siempre me llamaron Tom Cruz y con lo del actor Tom Cruise siempre me molestaban y de alguna manera resultó que empatamos con eso porque cuando el salió en sus películas de Misión Imposible, yo me dedicaba al diseño gráfico con ONGs internacionales, y de repente ellas tenían una urgencia que la querían para ya, y me llamaban porque sabían que yo les cumplía. Entonces un chero que estaba en la agencia me comenzó a llamar Tom Cruz misión imposible porque sabía que yo les cumplía.

 

¿Qué le dirías a Tom Cruise si te lo encontraras?

La verdad es que me gusta el cine, pero el mundo de Hollywood no me atrae demasiado. Creo que solo lo saludaría normal.

¿Crees que hay alguna coincidencia entre Tom Cruz y Tom Cruise?

A parte del nombre creo que no. Lo que él demuestra en ficción cuando hace misiones imposibles yo lo he hecho en la práctica acá. (En diseño) he realizado misiones que se consideran imposibles de realizar por el corto tiempo.

 

¿De dónde viene esa pasión por la fotografía, por lo que he visto en tu estudio es una vieja pasión?

Fíjate que viene de la infancia. No lo puedo recordar bien, lo que si recuerdo es que mi Papá tomaba fotos con una cámara de formato 120 que el negativo salía de seis centímetros por lado. También recibía visitas de parientes en Los Estados Unidos que traían cámaras Polaroid 110 que el negativo era bien pequeño y yo tomaba fotos. No recuerdo en que momento, pero de repente yo andaba usando la cámara de mi Papá. Para ese tiempo quizá tenía unos diez años. La primera foto que recuerdo tomé con esa cámara fue a unos amigos de la iglesia, me acuerdo que solo tenía las aberturas de 8 y 11 que eran para aplicarlas en el sol. Debí haber usado una película de 100 ASA.

 

Entiendo que luego llega un tiempo en el que te divorcias de la cámara…

Sí, empecé a estudiar bachillerato en el INFRAMEN y el INFRAMEN fue un nuevo mundo para mí porque me reuní con gente increíble, competíamos intelectualmente, y pues ahí dejé un poco de lado la foto porque me metí más a las actividades del INFRAMEN que ese mismo año se cambió para el edificio de ahora y era todo nuevísimo. Nosotros lo llegamos a estrenar. En ese momento ningún colegio de El Salvador tenía esa calidad de edificio y equipo; y había que aprovéchalo al máximo. Ahí hice Lucha Olímpica en primer año, en segundo año mecanografía, en el tercer año me metí a ajedrez y formé parte de la selección de ajedrez del INFRAMEN.  Y como ahí daban cursos libres  ese mismo año también se los dio  la oportunidad de recibir un cuso de fotografía. Lo llegó a dar René Mina un fotógrafo de Quezaltepeque y yo lo tomé, pero ya sabía lo básico. Lo que más recuerdo que él nos dijo es que un fotógrafo no tiene que ser un aprieta botones. Ósea no es solo de llegar con una cámara automática a apretar botones y hacer la foto sino que hay que pensarla.

 

¿Compartís eso, que un fotógrafo no tiene que ser un aprieta botones?

Sí, siempre. Yo puedo usar una cámara automática, pero me encanta la cámara manual. Casi no uso lentes de enfoque automático.

Bueno te graduadas de bachillerato, ¿Qué viene luego, el paso lógico es la universidad?

Me gradúo, bueno la verdad era el año 1980 y ese año no hubo graduación real porque el país estaba súper convulsionado. Fue el peor año que tuve en lo académico porque había paros a cada rato casi no recibimos clases, no hicimos el examen privado, pero salimos con el cartón de bachiller y todo. Después eso me metí a estudiar Ingeniería Química en la UCA, pero estudié un ciclo nada más porque era muy caro y mi familia no podía seguirme costeando los estudios.  En ese tiempo en la colonia éramos tres amigos que desde que estábamos en primer grado estudiamos juntos y recorrimos las mismas instituciones y después del bachillerato nos separamos. Uno de esos amigos, Carlos, continuó en la UCA y el otro que había estudiado hostelería y turismo se fue a trabajar en un barco a Miami, entonces este amigo regresó dos años después y trajo una cámara profesional y me la dejó. Entonces a principios de 1983 yo salí de El Salvador a estudiar Filosofía a Costa Rica y me llevé la cámara. Esa cámara que tenía un lente 200-80 fue mi compañera por más de una década. Estudié dos años en Costa Rica y pasé a México a estudiar otros dos años y medio un noviciado. De México me fui a  Austria por cuatro años para estudiar la teología sistemática (teología católica). Antes estuve en Alemania aprendiendo el alemán porque ese se habla en Austria. La universidad donde yo estudie era la misma donde había estudiado Segundo Monte e Ignacio Ellacuría.

 

¿Fuiste novicio?

Sí, estuve en una congregación religiosa y en una orden religiosa tenés que hacer esos pasos que le llaman: postulantado que es normalmente donde estudias filosofía, el noviciado  es cuando interrumpís para entrar a la espiritualidad y luego la teología que es la etapa final.

 

¿Querías ser sacerdote?

Sí, quería ser sacerdote porque también se puede ser hermano, pero para eso no estudias teología sino que estudias un oficio, carpintería, mecánica o cualquier otra. La diferencia es que un hermano no puede administrar el sacramento.

 

¿Qué te impidió ser sacerdote, porque te retiraste?

Fíjate que yo casi completé los estudios, me faltaba un año, pero me atrasé un año debido a la ofensiva que hubo aquí en El Salvador en 1989. Yo estaba en México y la ofensiva fue fuerte en Soyapango y yo no sabía nada de mi gente. Pasé una semana destruido porque no había ninguna comunicación y no sabía nada. Entonces ese año lo pasé mal y lo perdí. Pude venir al país en 1990 y pues empecé a ver la vida de distinta manera y ahí empecé el proceso para salirme.

 

Imagino que antes habías tenido novias ¿te cambió la mentalidad alguna chica? las mujeres ahí supongo te eran prohibidas

Es que no es prohibido. A ver cómo te explico. Los salesianos, los que dependen de un obispo si te lo prohíben prácticamente, pero en el caso de nosotros o las órdenes religiosas no es prohibición sino una elección propia. Es una opción que vos tenés de no tener novia. Ósea es una imposición si sos salesiano por el celibato, pero las órdenes religiosas no hacen celibato sino que se hacen los votos de castidad, pobreza y obediencia.

 

¿Estabas dispuesto a tomar esos votos?

Sí, si yo los tomé. Es que cuando tomas el noviciado te evalúan. Hay como una doble evaluación una tuya si vos quieres seguir y ellos si te da el ok para seguir. Entonces vos vas renovando los votos cada año, creo que son cuatro años hasta hacerlo definitivo.  Yo en abril de 1992 yo tenía que volver a renovar los votos, pero les dije que ya no lo quería hacer porque ya no me sentía seguro y aceptaron mi salida.

 

¿Después de eso vuelves a El Salvador y te inscribís en la UES para estudiar periodismo?

Yo me regresé a finales de 1992. Porque después de 10 años casi de vivir fuera yo quería volver y estudiar en la Universidad. Así fue como empecé el periodismo y estudié ahí durante dos años y medio porque en ese tiempo me daba clases un chero que se llama “Payín” Imendia que era publicista y a él le gustó la forma en como yo redactaba. A él le había salido un trabajo y me llevó de “Copy”, “Copy” es el que redacta y revisa todo antes de publicar. Fue en 1995 que me fui a la agencia de publicidad y me quedé estudiando solo por la tarde.

Teníamos un convenio para que yo estudiara, pero en el segundo semestre ya no aceptaron, me dijeron que o me quedaba en la agencia de publicidad o me iba a la “U”, entonces decidí quedarme en la agencia a tiempo completo y dejé de estudiar. Después, al año, nos despidieron a todos, me quedé en el aire, pero conseguí una computadora en noviembre de 1996 y comencé mi propio negocio de diseño gráfico. Desde entonces soy independiente, en ese tiempo hacía diseño y eventualmente fotos.

Luego empecé a trabajar en la Universidad Don Bosco para asesorar una cerrera nueva en educación a distancia, había que hacer videos para mandárselos a los estudiantes. Ahí ayude a diseñar la cabina de grabación de videos e hice los primeros videos. También estuve diseñando páginas web.

¿Cuándo te dedicas de lleno a la foto?

Después de eso me dediqué al video digital. Empecé a trabajar con ONGs haciendo documentales eso fue en 2005. Hace año y medio que comencé otra vez a tomar fotos. Ahora estoy en un colectivo de aquí del centro que se llama: “El Centro hace Clic” y también ando documentando actividades en su mayoría culturales.

 

Es casi un papel de fotoperíodista…

No, no me considero fotoperíodista. Me gusta pero el fotoperiodismo no llama (la atención) sobre todo el fotoperiodismo de los periódicos por la explotación que se le da.

 

Te en visto muy buenas fotos de paisajes, teatro y urbanas ¿nunca aplicaste para trabajar en un medio?

Una vez busqué en un periódico. Estábamos como ocho ahí y el que nos examinó nos dijo: este es un trabajo de siete días a la semana, de 24 horas al día. De un solo tomó partido por la explotación. Yo estaba buscando un trabajo porque necesitaba un ingreso por la salud de mi hijo, pero con eso me estaba diciendo: si tenés un hijo olvídate, no tendrás chance de verlo. Al final nos hizo un examen a los que nos quedamos, nos dio una cámara para que hiciéramos fotos, y después de eso nos dijo: los vamos a llamar. Eso fue por allá por 2010 o 2011, y hasta hoy 2017 no he recibido la llamada.

 

¿Y si esa llamada la recibieras hoy, le entrarías al fotoperiodismo?

No. Mirá me gusta ese mundo porque los fotoperíodistas tienen un gran privilegio que pueden llegar casi a cualquier lugar porque tienen transporte, pero quizá por las mismas condiciones no se esfuerzan y vos ves casi siempre el mismo tipo de foto.

 

¿Ves sobre explotación del periodista salvadoreño?

Sí, de los periodistas. Yo tengo un montón de amigos en diferentes medios y claro me doy cuenta que es un mundo donde tenés una hora de entrada, pero no de salida. Y por eso mismo no optaría a una plaza porque me privaría de momentos invaluables con mi hijo. Yo más bien estoy como en una búsqueda constante de la vida para mí para mi hijo.

 

¿Cómo definís tu estilo fotográfico?

Empírico porque no busco nunca modelos, no he leído libros de fotos ni me gusta leer. Mucha gente publica los clásicos y eso, pero no los leo, no me llaman la atención porque me gusta desarrollar mi propio estilo. Y la verdad ni sé qué  estilo sea, pero aclaro aparte de dominar la técnica me encanta también el uso de lentes antiguos.

 

Pasemos a un tema delicado, la enfermedad de tu hijo ¿sentís que es tu cruz?

Fíjate que sí porque  trabajando en la Universidad Don Bosco, ellos trabajan ahí las ortesis y prótesis, una vez fui a Santiago de María a tomar fotos en una investigación que estaban haciendo y ahí en el hospital vi a una señora chineando un niño como de unos tres años que estaba totalmente flácido, le pregunté que qué tenía, que porqué estaba así y me dijo que tenía el síndrome de Guillain- Barré. Fue la primera vez que escuché eso. Luego le dio a mi hijo y yo lo supe hasta que él ya lo tenía, ya estaba paralizado. Eso fue en diciembre de 2008, pero prácticamente todo el 2009 para mí cada despertar era como una pesadilla, no creía que esto le estuviera pasando a mi hijo, lo veía tirado, postrado, sin poderse mover. Yo lo cuidaba en el día y la mamá en la noche, había que rebuscarse para poder comprar la medicina porque es muy cara.

 

Este año te cogió nuevamente sin un trabajo formal y como ya me adelantabas vuelve el síndrome de Guillain-Barre a tu hijo ¿cómo estás solventando esta situación, cuál es su estado?

Bueno, en esta ocasión por una parte ha sido más fácil porque ya sé que hacer, por donde actuar a quienes buscar. En está ocasión tuvimos una intervención rápida sobre Kilian y no quedó paralizado de nuevo. Del hospital, aunque le cuesta, salió caminando y ya está en terapia para su rehabilitación. El uso de los aparatos ortopédicos le quedó para toda la vida por la debilidad de sus tobillos. Desde hace dos semanas hemos andado en diferentes hospitales buscando las ayudas y medicinas. Por ahora va bien, ya sube gradas y ya levanta los brazos.

 

¿Y tú niñez fue tan sufrida, o fue tranquila?

Fíjate que mi niñez fue chiva, yo nací en San Salvador y me crie los primeros tres años aquí por el zoológico, pero en el terremoto de 1965 nos tuvimos que salir porque se dañó la casa entonces mi Papá compró un lote aquí en la Florencia y ahí hicimos la casa nueva.

 

¿A qué  jugabas de niño?

Al fútbol y como habían grandes zacatales, con los niños vecinos jugábamos a andar cazando animales.

Usas el pelo largo ¿viviste algún momento de rebeldía con eso de la música?

No, yo fui tranquilo. Mi Mamá era bien dominante, no nos dejaba salir, no nos dejaba ni ir a bailar. Mi única diversión era la escuela y jugar fútbol enfrente de la casa.  Es que fíjate que mi casa había emprendedurismo, mi papá y mi mamá pusieron una venta de charamuscas, paletas, choco bananos y bolis. Los íbamos a vender a la escuela donde yo estudiaba y al colegio San Antonio de Soyapango. Todos los días me ponía la hielera en el lomo para ir a vender al colegio o la escuela. También como mi Papá tenía un pick-up, en la temporada de Semana Santa y vacaciones de agosto nos íbamos a las playas a vender hielo cristal.

 

¿Hoy adulto, qué te hace feliz?

La sonrisa de mi hijo. Con mi hijo empatamos (tenemos empatía). Fíjate que yo le caía un poco mal a mi papá. Mi papá era soldado, pero era buena gente. Lo que te quiero decir de mi Papá es que cuando yo contaba un chiste a él no le gustaba como que le daba cólera que yo me riera. Decía que yo era un volatín (payaso de circo). Y yo con mi hijo solo pasamos riéndonos y le gusta estar con migo porque se divierte. Eso me hace feliz.