Kathia la niña que toda la sociedad salvadoreña violó

He quedado sorprendida como una gran parte del país ha mostrado su indignación en redes sociales y a través de cuanto medio ha podido, por la aparición de una menor que se supone había sido secuestrada y fue encontrada por la Policía Nacional Civil (PNC) sana y salva en casa de su supuesto novio de 27 años.

Nunca he visto semejante respuesta de eficacia e indignación ante los casos de otros menores que han aparecido muertos y mutilados de las formas más violentas e inimaginables existentes. Es que al parecer para que un salvadoreño reaccione y levante su voz no es necesario sufrir ante la ola de violencia que vivimos plagada de muerte, robo o destrucción; basta con la oportunidad de ser partícipe del morbo.

Lo anterior demuestra una vez más que nuestra escala de valores esta distorsionada, y quizás los políticos tienen razón, somos tan inmaduros que cualquier circo mediático nos aleja de la realidad que vivimos.

Temas como el de Kathia son cortinas de humo para distraernos y proteger al que tiene el poder político y económico.

Los salvadoreños somos del tipo de personas que se rasgan las vestiduras ante faltas morales que otros cometen, que se burlan y opinan de temas sin conocer el telón de fondo, somos de aquellos que callamos ante las actuaciones inmorales de políticos corruptos que no solo se dan la gran vida con el erario público, también han usado ese dinero para negociar con asesinos miembros de pandillas.

Callamos ante los 2 mil 869 homicidios acaecidos en lo que va del año dando por cierto lo que nos dicen las autoridades, que la cifra es normal y alentadora porque hay reducciones en comparación al año anterior. Tampoco opinamos cuando nos dicen que solo en el mes de septiembre se dieron 435 asesinatos (88 muertes más comparadas con el 2016 a la misma fecha) ¿Por qué? ¿Para qué hablar ya de eso? ¿Acaso este tipo de datos ya no nos dicen nada?

Preferimos despedazar cruelmente a una niña-mujer «por un error» y no cuestionar el por qué los medios le han dado tanto atención a dicho caso, narrando paso a paso su teoría de como la Fiscalía desperdició recursos y tiempo en la investigación (la cual es de oficio por ser un menor el involucrado) lo que no les permitió ser más eficientes.

No recuerdo que en el caso de masacres como la de los trabajadores de energía eléctrica de San Juan Opico en 2016 se haya hecho ese tipo de investigaciones, desglosando con pinza su trabajo para evaluar la efectividad de la Fiscalía o que se hayan dado ese tipo de justificaciones en la masacre cometida por fuerzas policiales en San Blas en 2015.

Tampoco recuerdo que en el caso de la tregua con las pandillas, que afectó a todo el país, se haya hablado que los protagonistas dieron información errónea o que algún líder de pandilla se le haya criticado o ridiculizado como a esta pobre mujer, que resulta que también es una menor que tendría que estar bajo el amparo de la Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia (LEPINA).

Lo que no vemos, mientras violentamos los derechos de Kathia opinando sobre su actuación, es que la Fiscalía continua con el circo, dando vueltas sobre sí misma aprovechando un tema mediático para ganar reputación y ocultar su penosa actuación en otros casos y sigue exponiendo a una menor dejando de lado la ley y volviéndose el principal agresor al violar sus derechos, en especial el Articulo 46 de la LEPINA*.

Kathia se ha vuelto un instrumento político y como víctima se le violentaron sus derechos, y ahora gracias al mal proceder de las autoridades también está siendo violentada por toda la sociedad.

No importa si fue por su voluntad, su caso solo ha sacado a la luz pública el tipo de sociedad que somos, hipócrita y en decadencia donde ser mujer sigue siendo como una enfermedad mortal y será siempre la que llevará la letra escarlata por una decisión equivocada, porque del supuesto novio (que es un adulto) es poco o nada lo que se ha dicho. Él actuó como se espera que un hombre proceda «total, si ella quería». No será raro que pronto él esté libre.

Somos un país que justifica la violencia, mientras esta venga en un envoltorio bonito aunque sea cruda. Nadie o casi nadie reacciona cuando una presentadora joven y atractiva dice públicamente que «el beso más rico es el que te lanzan en la calle«. Comentarios como esos son peligrosos y dañinos no solo para la persona que los dice, si no para las futuras generaciones porque contribuyen a crear mentes retrógradas que ven con buenos ojos el acoso en las calles y promueven la violencia a la mujer.

Lo que la mayoría de nuestros adolescentes conocen de sexualidad lo han aprendido de los medios de comunicación, los que ahora incluyen las redes sociales, esas mismas que han sido el canal para ridiculizar a Kathia y donde mujeres jóvenes se muestran como objetos sexuales y son el modelo a seguir de niñas y niños.

Esas redes donde hemos dado a conocer lo ignorante que somos los adultos en cuanto a los derechos de la niñez y el respeto a los derechos de las mujeres ¿Qué esperamos entonces de las futuras generaciones?

Lo anterior solo demuestra que El Salvador es un país donde la ley no protege a sus ciudadanos, porque nadie conoce la ley, donde los medios ven a la víctima como una mercancía para subir ventas; donde las mujeres ven a su igual como enemiga y sin respeto, donde el adulto usa al niño como un objeto y donde el hombre demuestra que macho que se respeta cosifica a la mujer.  La línea donde lo moral y lo amoral se unen no está definida.

Tristemente y porque el tema no es jugoso como el de una adolescente en fuga, no nos interesamos en darnos cuenta que el legado a nuestra niñez es un El Salvador catalogado como uno de los países más violentos del continente y no solo por las muertes diarias a manos de pandillas, también por la violencia que se ejerce sobre menores como Kathia.

A vos Kathia y otras que han sufrido como tú, les pido perdón porque no han sido protegidas por su país, por no ser prioridad en una sociedad donde la niñez y la adolescencia no solo es el presente sino el futuro de éste. Porque ante un error te han lapidado y olvidado que como padre, madre, hermana, hija, amiga y ser humano todos estamos expuestos a errar. Se te ha tratado peor que a ex presidentes que han dilapidado el dinero del estado, peor que a los asesinos o criminales y todo por ser niña.

¡Pobre mi país!

* Articulo 46 LEPINA

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