Ángel D´ Paul, músico: “Le pido a Dios me permita morir sin volver a conocer el infierno del alcoholismo”

Ángel D´ Paúl inmortalizó la canción “No me olvides nunca” | Foto El Metropolitano Digital

Por Santiago Leiva

En los años 70s, la versión de “No me olvides nunca”, grabada sobre un disco de vinilo e interpretada por los “Hermanos D´ Paúl” se convirtió en himno centroamericano, causó alboroto en la radio, y hoy en día, casi medio siglo más tarde, mantiene saturada la agenda de don Ángel D´ Paúl y su “Trío D´ Paúl”.

Pareciera que “No me olvides nunca” se convirtió en un mandato religioso, la centenaria canción es inolvidable y don Ángel y su hermano Julio también se volvieron inmortales con ella. “La canción se fue a los primeros lugares en Centroamérica, fue un éxito y hasta este día, decir “Hermanos Paúl” es decir “No me olvides nunca” y decir “No me olvides nunca” es decir “Hermanos Paúl”, dice don Ángel.

La fama de este dúo, convertido en trío con el correr del tiempo, se esparció como pólvora después que grabaron ese tema musical en el sótano del edificio Rubén Darío, pero el apellido ya sonaba en San Juan Nonualco y principalmente en San Vicente. “La primera vez que me subí a cantar a un escenario con mi hermano yo tenía seis años y como a los nueve o diez empecé a tocar guitarra”, recuerda don Ángel. A esa edad, este músico salvadoreño, no tenía idea que ese gusto por el canto y el tocar las cuerdas  que adquirió de su padre se convertirían luego en los instrumentos vitales para desarrollarse y llevar el sustento diario a su familia. Don Ángel, era el penúltimo de 13 hermanos, y aunado a eso su padre, que era músico, naufragó en los mares del alcohol y les llevó a vivir una vida cargada de pobreza.

“Mi madre, una bella mujer, no podía leer ni escribir y mi papá era un alcohólico, y como todo alcohólico era irresponsable. Mi madre tuvo que aprender el oficio de mi papá, era la zapatera del pueblo. Ella hacía trabajos de zapatería para sostenernos a nosotros. Era una cosa terrible, era de esos hogares donde a veces no había ni que comer”, afirma. La precariedad económica sin embargo  nunca hizo sombra al talento y los sueños de don Ángel, pero el alcohol y la fama sí le nublaron la mente por un tiempo.

Este episodio lo recuerda con amargura y lo cuenta con tanto dolor que su voz se corta y sus ojos se convierten en riachuelos. El alcoholismo es un infierno amigo.  En mi etapa alcohólica pisoteé a mis hijos, pisoteé a lo que más amé. Pisoteé a mi madre, a todos mis seres queridos”, recuerda ahogado por el llanto. Hoy el alcoholismo y pensamiento suicida que don Ángel albergó allá por 1980 es pasado. Su mente está concentrada en la enseñanza y sus dedos en las cuerdas de la guitarra. Este mes lo tiene saturado, le esperan fiestas en empresas, bodas y bautizos. Don Angelito como le conocen en Santa Tecla es nuestro personaje de la semana.

¿Cómo sobrevive la música de cuerdas en una jungla invadida por el reggaetón?

La verdad es que siempre ha sido difícil y ahora con esta música moderna la nuestra es antagónica  y es mucho más difícil, pero los que venimos ya de años, yo tengo 56 años de vida artística, traemos una clientela cautiva. Muchas personas ya murieron, pero sus hijos, sus nietos van heredando esa amistad con nosotros y mantenemos esa clientela cautiva.

 

Más que la amistad quizá el gusto por su música…

Son las dos cosas fíjese. Yo a través del caminar puedo concluir que en esta vida, el “quehacer” es, a lo más, el 50 por ciento del éxito, el otro 50 por ciento es el “ser”. Porque mi ser, su ser, el ser de cualquiera vende. Entonces, en cualquier profesión,  el ser hace posible que venda lo que hace, ¿me explico? En la música es igual y yo siento que he tenido ese arrastre en toda esta gente. Mis mismos colegas se sorprenden de cómo es que  yo he logrado vivir de la música. Yo de esto he vivido, no he hecho  otra cosa que  música. De la música crie a mis cuatro hijos y aquí me tiene trabajando para mí.

 

¿La música le ha dado lo suficiente para vivir?

Lo necesario. No voy a mentir  ha habido apuros económicos, pero siempre he salido adelante yo he podido vivir de la música.

 

Le ha tocado vivir como se dice coyol quebrado coyol comido…

Sí, pero he realizado mi hogar. Tengo mi casa, tengo mis hijos formados. Ellos se han realizado y yo sigo con mi señora, tenemos 42 años de casados.

Ha vivido a pura guitarra…

A pura guitarra, y aquí me tiene hoy con proyectos quijotescos.

 

¿Cómo se inició en la música?

Todos sabemos que la música es una expresión divina como todas las artes, de ahí partamos. Fíjese que mi hermano (Julio) y yo, venimos de un hogar de 13 hermanos. Entonces hubo dos generaciones de “Hermanos Paúl”. Mi hermano y yo fuimos la segunda generación de los “Hermanos Paúl”. Dos de mis hermanos (mayores), uno ya murió y el otro tiene como 84 años, fueron la primera generación de los “Hermanos Paúl”.

 

¿Era un dúo?

Era un dúo al igual que mi hermano y yo, nada más que ellos no tocaban guitarra, solo cantaban. En la época que ellos cantaban los medios de comunicación no se habían desarrollado. La Radio no estaba todavía desarrollada y no había televisión. Entonces en aquella época lo único que estimulaba, era que llegaba anunciadoras de productos: jabón, café… y ponían a concursar a la gente en los pueblos. Mis hermanos iban a participar y se ganaban los premios porque cantaban bonito. Llegaban a la casa con una caja de jabón, bolsas de café, galletas, era lo más que podían ganar. Nosotros (en cambio) nacimos cuando la radio ya estaba introducida y comenzaba la televisión. Así que tuve mi primera participación en televisión a los 8 o 9 años.

Estaba muy joven Aniceto Porsisoca y él con Lupita Avilés dirigieron un programa de aficionados (a la música) en televisión. A nosotros, mi hermano y yo, por ser menores de edad no nos aceptaban en el concurso porque el premio era un viaje a México. No nos dejaban cantar, pero cuando nos escucharon, Aniceto dijo que no podíamos concursar, pero que sí podíamos quedarnos como invitados del programa. A él le gustó ver a dos niños cantando. Nos presentó como invitados, pero dijo que la gente podía votar por nosotros. En aquel tiempo el medio para votar era a través de telegramas y cartas. Los televidentes se encariñaron tanto con nosotros que al final del concurso ganamos el primer lugar como los más votados.

 

¿Cómo era el mecanismo de eliminación?

El “Chele” Ávila tocaba una campana, era de un ring de carro. Ahí si desafinaba tocaban la campana a media canción y estaba afuera.

 

A ustedes nunca les tocaron la campana jajaja…

No, nunca. No le digo que al final ganamos pues. Lo que pasa es que nosotros ya estábamos bajo la condición de solo participar.

Tenían 12 hermanos ¿cómo era su hogar?

No puedo omitir contarle que era un hogar con muchas limitantes económicas. Mi madre, una bella mujer, no podía leer ni escribir y mi papá era un alcohólico, y como todo alcohólico era irresponsable. Mi madre tuvo que aprender el oficio de mi papá, mi mamá era la zapatera del pueblo. Ella hacía trabajos de zapatería para sostenernos a nosotros. Era una cosa terrible, era de esos hogares donde a veces no había ni que comer. De ahí venimos. Mire cuando mis hermanos ganaban esos concursos que le conté, en mi casa había fiesta porque había jabón, había café jajaja.

La gente nos daba cositas, algún dinerito y eso paliaba las limitantes económicas de nuestro hogar. Cuando íbamos a comenzar el bachillerato, mi mamá no sabía cómo hacer, y nosotros comenzamos a ir a dar serenatas en San Vicente y como éramos adolescentes, uno de nuestros hermanos mayores nos acompañaba para cuidarnos. Íbamos a poner serenatas en las calles y nos pagaban 15 colones. Nosotros se lo dábamos  integro a mi mamá . Así dando serenatas sacamos el bachillerato.

 

¿Se pagaron el bachillerato a puras serenatas?

A puras serenatas. Una vez (en bachillerato) un profesor me humilló porque por andar en serenatas no estudié para los exámenes, y no recuerdo si en uno me saqué dos o tres. Él me puso de pie y me humilló, yo le expliqué que poníamos serenatas para ayudar a mi mamá, y él me preguntó si yo creía que de cantar iba a comer, que estudiara. Sí a estas alturas lo tuviera de frente irónicamente le diría: no tenía razón usted porque  al  final esta fue mi profesión. Todo eso me ha dado un enfoque  de la música. Para mí la música es divina, para mí la música es un fenómeno que Dios nos la dio para salvarnos, para que tuviera mi esposa,  mis hijos y poder sacarlos adelante. Mi vínculo con la música me atrevo a pensar que no es como la de cualquier músico porque yo no me metí a la música, a mí Dios me llevó a la música, y lo he vivido en una dimensión tan grande que a mí me emociona contar esto. Pocas veces tengo la oportunidad de compartir estos conceptos de mi vida, pero mis amigos y mi familia los conocen.

 

¿Por qué cree que Dios le llevó a la música?

Es muy difícil concluir con certeza, pero sí de lo que estoy seguro es de Dios me dio esta condición musical porque sabía de las limitantes y problemáticas de mi madre.

 

¿Cómo nació ese gusto por la guitarra, es de familia?

Mi papá era el músico. Mi papá cantaba y tocaba. Mi papá tocaba bandolina y tocaba guitarra. Recuerdo que cuando tenía 5 o 6 años, a la casa llegaban a ensayar con un violín, una bandolina, mi papá, un guitarrista y una chanchona. Entonces desde niño vimos ese cuadro de la música. Veíamos a mi papá y sus amigos cantando vals, tangos. Toda la música de la época de los 30s y 40s la tocaban ellos. Entonces definitivamente la genética viene de mi padre, pero solo sacamos la genética musical los cuatro hermanos que le cuento. Los dos dúos que existieron.

 

¿Su papá era zapatero y músico?

Zapatero y músico, pero mi papá también fue alcohólico hasta que murió, de eso murió. Mi papá tenía la sensibilidad de un músico sin la orientación de nadie, y entiendo a mi padre, se confundió y se perdió (en el alcohol). Emocionalmente hablando su vida fue un desastre, pero fue un gran músico.

¿La fama que usted tuvo a temprana edad como músico no le empujó hacia los vicios?

Como no, como no. En efecto yo tuve problemas alcohólicos muy serios. Allá por el año 1973, 1974 recién inaugurado el Camino Real me contrataron y formé un grupo ahí. Trabajé para ellos como 12 años, y cuando me llegó a mí esa bonanza económica y esa aceptación de la gente, igual que mi padre, no lo pude dominar. Empecé a tomar y me compliqué como todo alcohólico, toqué fondo gracias a Dios. Allá por 1980 tomé una decisión, estaba claro que me iba a suicidar, pensé como suicidarme.

Por el alcoholismo no le encontraba salida a mi vida, pero nuevamente ese ser Superior volvió a intervenir  un día que estaba platicando con un alumno mío así como lo estoy haciendo con usted. Yo lo veía a él muy ordenado, muy correcto, muy respetuoso. Creía que era evangélico y le pregunté a cuál iglesia iba. Él me dice: a ninguna, soy alcohólico anónimo. Imagine como es Dios ponérmelo a él cuando yo ya había tomado la decisión de suicidarme. Le dije  automáticamente  lléveme. Me llevó y ese día, en ese grupo, platiqué con un amigo desde las 8:00 de la noche hasta las 3:00 de la mañana. Él me sirvió de oyente así como estoy con usted. Como estoy llorando ante usted, ese día lloré también y le dije a él: me quiero suicidar, no aguanto más, no le encuentro salida a mi vida. Él me dijo: todos los que ve aquí hemos querido eso y logramos superarlo, aquí lo superará con nosotros.

 

¿Por qué tomaba, tenía problemas amorosos?

De todo. Tenía problemas económicos y ya tenía dos hijos con mi esposa. Me había quedado sin trabajo, me habían quitado el trabajo del hotel. Me vi como que me cayó un muro de acero y no podía levantarlo, pero esa noche, esa noche que le cuento, fue la primera noche de mi vida que yo sentí la sensación de fe. Esa noche fue la primera que yo sentí esperanza, esa noche se levantó el muro de acero y vi que había luz adelante. Me involucré en el movimiento de alcohólicos anónimos, estuve 36 años y tuve un grupo en mi casa. Rescaté alcohólicos durante 25 años y me encantó esa parte de mí vida.  Mucha gente que me sigue, que me contrata, que va a mis espectáculos, es de esa gente que llegó a sesionar conmigo, que reímos, que lloramos y que logramos rescatar.

 

Volvamos a la música ¿por qué usted y su hermano decidieron tocar y cantar música de trío, por qué no otro tipo?

Nuestra inclinación a la música de cuerdas, a la música de tríos específicamente, fue por mi padre. Usted sabe que para uno de niño sus ídolos son dos: su mamá y su papá. Entonces mi papá cantaba y tocaba música de cuerda y desde niños oímos esa música. Se nos grabó, nos gustó y eso fue lo que cultivamos.

 

Me contaba que se vino joven para San Salvador ¿qué pasó luego?

Cuando nos vinimos para San Salvador quisimos hacer el esfuerzo de estudiar en la Universidad Nacional. En aquél tiempo estaban las áreas comunes, nosotros estábamos en las áreas comunes y teníamos muchos amigos en la Facultad de Agronomía. Ahí en la facultad estaba un profesor que era de San Vicente y nosotros le serenateabamos a todas las novias de los profesores ahí en la universidad. Un día nos estábamos tomando unos tragos con ellos, tenía  yo como 18 años, cuando al calor de los tragos nos dice uno de los profesores: bueno cipotes y ustedes porque no graban un disco. Le dijimos que apenas ganábamos para la comida, que no teníamos dinero para eso.  Entonces él nos propuso que fuéramos donde toda la gente que nos quería, que les contáramos que queríamos grabar un disco, que el disco costaría tanto, que nos dieran el dinero y que después les llevaríamos el disco. Así fue como fuimos a vender el proyecto.

Fotografía junto a José José

¿El disco tendría una sola canción?

Dos. Era de aquellos chiquitos, solo cabían dos canciones. La cosa es que yo me entusiasmé. Agarré un cuaderno y me fui donde los amigos. A 2.50 de colón andábamos vendiendo el disco. Y la gente me pagaba un disco o dos y yo los anotaba en el cuaderno para entregárselos cuando estuviera.

 

¿Cuánto reunieron para producir el disco?

Reunimos como 700 colones para la producción. En ese momento nosotros no estábamos pensando en comercial, la idea era guardar un recuerdo nada más. Una vez reunimos el dinero nos fuimos para donde Willy Maldonado en el sótano del edificio Rubén Darío. Eso fue a finales de 1969. Llegamos donde Willy y no me acuerdo si nos estaba ganando 100 o 125 colones por la hora, por grabarnos, mezclarnos y todo. Estaba Willy con el cronómetro y comenzamos a cantar la canción de Los Ángeles Negros “Y Volveré”, Willy paró su cronómetro y nos dijo: ok esta la pueden grabar ¿cuál es la otra?  Nosotros llevábamos un popurrí, era una mini serenata. La cosa es que la cantamos, Willy paró el cronómetro y nos dice: esta no la pueden grabar porque dura cuatro minutos y para el disco de 45 lo máximo es tres minutos.

Ahí se nos puso el sol en la cara porque que hacíamos. Fue ahí cuando  el profesor de la universidad que andaba con nosotros nos dice: ya la hice, van a grabar mi canción. Cuando dijo eso mi hermano se puso enojado porque desde niño veníamos cantando “No me olvides nunca” nosotros. Nosotros estábamos aburridos de cantarla y esa le gustaba al profesor. Mi hermano no quería, pero lo convencí y contra su gusto la grabamos.

 

Al final se convierte en su sello…

Pues sí, pero imagine como nace esa canción. Fuimos a DICESA, después nos querían oír en la radio, llevamos los discos a la radio y hubo una gran reacción de la gente con “No me olvides nunca”.

 

¿Originalmente de quien es la canción?

Esta canción es original de un mexicano que se llama Federico Baena.

 

¿Les tocó pagar derecho de autor?

Pues no. Esta canción cuando mi papá  la cantaba, éramos niños todavía y ya él decía que tenía como 80 años de haberse grabado. Ósea que a estas alturas tiene más de 100 años. La cosa es que la grabamos y la canción se vuelve un éxito, se volvió una locura en la radio, pero ese disco era un disco pirata por decir algo. No era aprobado por DICESA ni por nadie. No tenía sello de nada. Un día nos habló doña María Boet  de Kismet y dijo que era una locura que todo mundo buscando el disco y no estaba. Que había hablado a DICESA y le dijeron que no era de ellos sino que de nosotros. Nos dijo: quiero que me vendan discos porque es el único disco que decimos que no lo tenemos en Kismet. Viene el ingeniero, el profesor, y le dice: si nos da tres colones por disco le vendemos, lo curioso es que en ese tiempo los discos valían 2.00 colones para el público, y DICESA  a ella se los vendía, me imagino, a 0.75 o a un colón. La sorpresa es que ella acepta y luego sacó un anuncio en el diario que decía: Ya tenemos “No me olvides nunca” a 5.00 colones cada disco. Era el disco más caro. Ella compró todos los discos.

Fotografía junto a Lucha Villa

¿Cuántos discos habían producido?

Nosotros solo teníamos 500 discos y se acabaron. Cuando se acabaron ella llamó a DICESA y DICESA nos llamó para firmar un contrato con nosotros y tirarlo ellos a nivel de Centroamérica. Ya con DICESA la canción se fue a los primeros lugares en Centroamérica. Fue un éxito Y hasta este día decir “Hermanos Paúl” es decir “No me olvides nunca” y decir “No me olvides nunca” es decir “Hermanos Paúl”.

 

¿Nunca se vieron tocados a escribir temas originales?

Fíjese que esa pregunta nos la ha hecho bastante gente y yo les digo que la vena de compositor es otra. El cantante no necesariamente es compositor. Hay cantautores famosos como Álvaro Torres, él tiene la doble condición: compositor y cantante, pero no todos tenemos hasta ahí. En el caso de nosotros solo somos intérpretes.

 

Ustedes iniciaron como dúo ¿cuándo se convierten en trío?

Nos convertimos de dúo a trío cuando mi hermano decide retirarse. Eso fue hace unos 26 años. Mi hermano se retira y a mí se me vino todo encima porque yo nunca concebí la idea de retirarme. Entonces yo anduve cantando solo y luego me encontré con un amigo que era un buen requintista, luego me presentó a otro amigo que cantaba y formamos el trío. Decidimos  que le pondríamos Trío D´ Paul. Ese fue el primer trío que existió. Luego se murió el de la primera voz y después hubo algunos problemas y se terminó el primer trío. Pero mire las cosas de Dios. Estos amigos actuales del trío, ellos me llegaron a  buscar. Me dijeron que tocaban, uno era requinto y el otro primera voz y así formamos nuevamente el trío hace 23 años.

 

¿Usted es segunda voz?

Yo soy primera, segunda y tercera voz. Yo puedo las tres voces, yo suplo la voz que se necesita.

 

En este tiempo que lleva en la farándula ¿a qué artistas les ha abierto concierto, a que personalidades ha conocido?

Cuando yo estaba en el Camino Real con la Rondalla,  le abrimos conciertos a Marco Antonio Muñiz y a Mocedades entre los años 1975, 1976. Tengo fotos con la cantante de Mocedades, con Pablo Milanés, con Ana Gabriel, con Lucha Villa y con José José. Con el trío, en la Feria, le abrimos el concierto a Ana Gabriel la primera vez que vino.

Foto junto al maestro Álvaro Torres

¿Qué es una Rondalla, es como un mariachi?

No, la Rondalla no tiene trompetas y violines, la Rondalla es un grupo de voces, guitarras, requintos y bajo. El Mariachi tiene trompeta y violín, es otra cosa.

 

Don Ángel, ¿hay nicho para el trío entre la juventud salvadoreña en estos tiempos?

Sí, fíjese que sí. Hay un porcentaje de jóvenes a los que les gusta. Yo pienso que siempre va a ser así porque el sentimiento es el mismo. El sentimiento de dos novios de ahora que diferencia puede tener con el sentimiento de dos novios de hace cien años, ninguno.

 

¿Cuál era su música favorita para enamorar?

Ésta. Desde joven a mí me gustó la música con contenido romántico filosófico.

 

¿A qué grupo le gusta interpretar?

Los tríos clásicos, me gusta la música de Perales, de Pablo Milanés.

 

¿En la era moderna no ha grabado?

Con el trío tenemos cinco CDs grabados. El último lo grabamos con la Orquesta Sinfónica Juvenil. El disco se llama “Boleros Sinfónicos”

 

Sin duda la música le ha dado mucho ¿sí usted no fuera músico que sería?

Que sería no sé, pero si no fuera músico lo que me gustaría ser es sicólogo. A mí me ayudaron, me rescataron (del alcohol) y eso es sicología.

 

¿Consiguió dejar el alcoholismo definitivamente?

Lo dejé y por su puesto con esfuerzo. No es fácil. Hasta este día yo no le estoy diciendo que estoy salvado, lucho por mantenerme y le pido a Dios no volver a ese infierno. El alcoholismo es un infierno amigo. El que anda en ese mundo anda en un verdadero infierno. El alcoholismo es terrible. La vida alcohólica es lo más desastroso y doloroso que puede haber, y yo no quiero volver ahí. Le pido a Dios que me permita morir sin llegar a volver a conocer ese mundo y primero Dios que así sea.

 

¿Qué le borraría al disco de su vida?

Mi etapa alcohólica porque pisoteé a mis hijos, pisoteé a lo que más amé. Pisoteé a mi madre, a todos mis seres queridos. Yo borraría eso de mi vida.