Eduardo Cubías, periodista, escritor y catedrático: “Para mí la mejor tecnología es la pizarra y el plumón acrílico”

Fotos de Dennis Leiva | El Metropolitano Digital

Por Santiago Leiva

Supe que se llamaba  José Eduardo hasta unas horas antes de sentarlo frente a mi grabadora, pero el apellido Cubías, el miedo y respeto que imponía en sus cátedras en la UES, lo había escuchado hace tiempo a más de un periodista en las salas de redacción.

El viernes lo tuve frente a frente, y no como alumno y maestro, sino como entrevistador y entrevistado, y aunque su rostro  y vos pausada infunden respeto y seriedad al final acabamos en una platicadita amena que duró más de una hora. Antes de las 10:00 de la mañana, enfundado en un saco oscuro, el licenciado  Cubías,  ya me esperaba en el Departamento de Periodismo. Allí había preparado una locación para recibirme, pero acordábamos que sería mejor al aire libre y que el campus universitario, con el cantar de las aves y el ruido de las hojas movidas por el viento incluido, ofrecía el mejor panorama.

José Eduardo Cubías Colorado como quedó registrado en Mejicanos en un acta de partida de nacimiento de 1940, fue catedrático de la Universidad de El Salvador por casi 40 años y el campus del alma mater lo conoce como la palma de la mano a un a oscuras. Ahí vivió cercos militares, tomas, apagones y en más de alguna vez le tocó salir y sacar a sus alumnos de puntillas aprovechando la oscuridad de la noche. Aunque está jubilado desde hace varios años,  el Lic. Cubías se retiró de dar horas clases en la “U” en 2013 su lema y enseñanzas siguen vigentes.

“Mi lema es docente de vocación, periodista de profesión. “Para mí la docencia es un mandato, un apostolado, no ha sido un modus vivendi”, dice. A lo largo de su carrera como maestro universitario frases como “andas más perdido que  cucho en procesión”, “andas más perdido que Adán en el día de las madres” y otras, estuvieron presentes en su léxico para hacer entender al estudiante que estaba equivocado, pero afirma que lo de profesor “yuca”  son habladurías del estudiantado. “Aquí entre los estudiantes se ha creado un mito sobre mi persona, en cuanto a que yo soy severo, muy estricto y muy exigente.  Muchos no han escrito materias por ese temor jajaja. Quiero desvirtuarlo” dice.

En su faceta como periodista el Lic. Cubías ha escrito numerosos artículos y se desempeñó como comunicador institucional. Como escritor ha publicado los libros el “Sentir con la Iglesia: Vida y Obra del beato Óscar Romero como profeta, pastor y mártir” y la “Comunicación Alternativa desde la perspectiva de la Sociedad Civil”. Empero, aunque ahora tiene 77 años, él también tuvo una niñez y una adolescencia en la que no faltaron poemas para sus novias, el baile y los tragos. Eso y más comparte el Lic. Cubías con El Metropolitano Digital. Él es nuestro personaje de la semana.

 

¿Cuándo recorre el campus universitario cual es la primera imagen que le viene a la mente?

Mi primera impresión es el contacto vivo con la naturaleza. Esta universidad tiene esa ventaja competitiva con respecto a las otras porque tiene un verdadero campus. Aquí los estudiantes pueden departir sin estar en el ambiente apretado de cuatro paredes y un pizarrón. Este es un pulmón de San Salvador también.

 

Imagino afloran los buenos recuerdos cada vez que visita la “U”…

Buenos y malos recuerdos porque acá ha habido buenas épocas y malas épocas. Aquí hubo un periodo de transición de la Universidad después del gobierno del CAPUES (Consejo de Administración Provisional de la Universidad de El Salvador) donde  no había libertad sino que libertinaje. Yo recuerdo que este campus era abierto al público, aquí entraban taxis, entraban vehículos y todo porque aquí se consumía libremente la droga. Venían a vender la droga a los estudiantes. Fue un periodo muy crítico de anarquía del gobierno de la Universidad que permitía esas libertades. Por lo demás recuerdo un ambiente agradable que los estudiantes lo utilizaban siempre para la meditación, para la reflexión y a veces por cuestiones románticas, para tener citas con sus novias o para departir el almuerzo.

Foto de Dennis Leiva

¿Vivió usted ese romanticismo como estudiante?                                  

No, no, no porque yo estudié en el antiguo “Paraninfo” de la Universidad, allá  por el antiguo Palacio de Telecomunicaciones. Ahí estaba la Facultad de Humanidades y la rectoría. Acá yo ya vine de profesor en 1974, y solo veía los idilios. Aquí ha habido también violación a la autonomía con la ocupación militar en varios periodos. En 1972 en tiempos del presidente Arturo Armando Molina fue la primera intervención militar, y de ahí en 1980, pero ya no estaba yo, estaba en el exilio. Yo volví en 1985 a ocupar algunas cátedras. He trabajado en la (UES) con tres planes de estudio.

 

¿Qué le obligó a exiliarse?

Problemas políticos. Aquí en la Universidad se dio un ambiente muy radical, de pugnas entre las mismas corrientes ideológicas. El exilio fue voluntario, yo me fui porque no era un ambiente para mí. En 1979-1980 aquí hubo una convulsión de carácter político entre los grupos que convivían  ideológicamente y a mí me pareció una postura radical el «si no estás conmigo, estás contra mí». En 1980 empezó la guerra y aquí estaban los grupos que formaron parte de las facciones del FMLN y cada uno pujando por más poder en su cuota…

 

De usted he escuchado en los pasillos de salas de redacción que sus clases eran “yuca”…

No, no, no. Aquí, entre los estudiantes, se ha creado un mito sobre mi persona, en cuanto a que yo soy severo, muy estricto y muy exigente.  Muchos no han escrito materias por ese temor jajaja, pero los que han escrito me han hablado claro: me han agradecido y me han escrito para decirme que están utilizando los principios éticos que yo les di en la cátedra. Ese concepto que yo desvirtuó, emana de una clase de la que yo me enorgullezco que es el reportaje interpretativo. Yo le revisaba hasta tres o cuatro veces el trabajo a un estudiante, hasta adquirir la calidad deseada por que sabía que eso le iba a dar una ventaja competitiva en los medios de comunicación. Para satisfacción mía, la gente que tuve en mis cátedras en esa época son los que están ocupando los mejores cargos en los medios de comunicación. Ya están a nivel de editores.

 

¿Usted hizo periodismo de calle?

Mirá yo he publicado dos libros. El último es sobre Monseñor Óscar Arnulfo Romero y antes publiqué otro libro sobre la comunicación alternativa. Ahí planteo yo una experiencia en un periódico que fundamos con José Napoleón González que se llamó “La Crónica”,  “La Crónica” fue un medio alternativo, pero las iniciativas de esta clase de periodismo interpretativo las engloba la comunicación popular que es eminentemente de izquierda, y siempre se ha asociado un medio de comunicación alternativo con un medio de izquierda y no es así. El periodismo alternativo que yo ejercí por más de cuatro años en el semanario “La Crónica” no era de protesta, ni de trinchera, ni de combate, pero desapareció con la guerra, lo dinamitaron y hasta mataron a un periodista porque lo consideraron de izquierda.

 

¿Nunca incursionó en los medios tradicionales de El Salvador?

No porque yo trabajé directamente en comunicación institucional. Fui jefe de prensa de la secretaría de estado del Ministerio de Agricultura y Ganadería, y también fui jefe de comunicaciones en el Banco de Fomento Agropecuario. En el MAG estuve cinco años y en el banco de fomento estuve 12 años. En la época de guerra aquí estaba yo como docente y viví los apagones, las intervenciones y los cercos militares. Hay muchas anécdotas que cuentan mis estudiantes de esos periodos.

Foto tomada del perfil de Facebook del Lic. Cubías

¿Cuáles son las anécdotas más duras o más curiosas que le tocó vivir en ese periodo?

Son mis estudiantes los que las cuentan como pasaron. Ellos secundan de cuando yo venía con dos lámparas de mano aquí para alumbrar el aula ante los apagones de energía que hacía la guerrilla como tácticas de guerra.

 

Daba las clases con lámparas Coleman…

No, eran lámparas eléctricas. Y las traje porque una vez dando las clases yo solo oía los ruidos de los pupitres y lo que pasaba era que los estudiantes se estaban yendo. En la oscuridad se salían y de repente de 40 se quedaban unos diez. Así que para que no me la hicieran llevé las lámparas.

 

Jajaja los jodió con las lámparas…

Jajaja sí, y para que hubiera claridad.

 

¿Se siente representado en los medios de comunicación por los periodistas que formó?

A no pues sí. Yo llego a un medio de comunicación como llegar a mi casa porque ahí está mi gente. En el Co Latino más de la mitad han pasado por mis cátedras. Ahorita tengo un programa en Radio Maya Visión que se llama “Bosquejo Histórico del Alma Mater”, y también tengo un espacio de memoria histórica en YSUES.

 

¿Qué piensa usted del periodismo actual?

Para mí el mayor problema en el ejercicio del periodismo es la demasiada dependencia de la tecnología digital. No se puede prescindir de ella, pero tampoco se puede abusar.

Equipo de Radio Maya Visión

¿Qué le motivó a usted estudiar periodismo, donde nace ese gen?

Fíjate que el afán por la lectura siempre ha sido innato, siempre me ha gustado leer y enterarme de lo que pasa. En mi niñez yo siempre esperaba a mi papá porque me llevaba LA PRENSA GRÁFICA todos los días.

 

¿Veía las noticias o las caricaturas?

Yo miraba las tiras cómicas, pero la que más me interesaba eran las páginas internacionales. Yo estaba al tanto del conflicto que había en China y la gente de mi barrio me preguntaba Eduardo: ¿Qué está pasando en el mundo?. La gente se sorprendía cuando yo le decía esto,  esto, y esto está pasando. Yo estaba bien enterado también sobre lo de la Segunda Guerra Mundial y lo que pasaba en Europa. Hasta yo mismo me sorprendo de la curiosidad que tenía por saber que era lo que estaba pasando en el mundo. No me explico porque tenía ese interés por las noticias cuando muchos lo que leían eran las tiras cómicas.

 

¿Entonces ahí nace su pasión por el periodismo?

Así fue creciendo el amor por la lectura y el deseo de escribir algunas cosas, pero la vocación y la decisión de estudiar periodismo se me manifestó  en mi juventud. Yo soy profesor normalista graduado de la “Escuela Normal Masferrer”. Trabajé diez años en escuelas primarias públicas y privadas, tercer ciclo y bachillerato,  y después en la Universidad.

 

¿Cómo llega al periodismo?

Fíjate que al principio yo no sabía que habían estudios de periodismo. Yo llegué a la Universidad y estudié el primer año en Psicología, pero no me gustó, y luego unos amigos de Periodismo me reclutaron porque les hacía falta el número mínimo para comenzar un ciclo. Yo encantado porque no me gustaba la Psicología y tenía tendencias para periodismo. Así que empecé a escribir, a conocer profesores, a conocer periodistas y a sentirle el gusto a la profesión. Antes de eso lo que tenía solo era una afición por conocer, por leer y por escribir en los periódicos murales de las escuelas, pero nada de poesías.

 

¿No le gusta la poesía?

Como no, yo tengo poemas y todo. Siempre ha habido una simbiosis entre el periodismo y la literatura y eso no se puede apartar.

 

¿Era bueno para escribir cartas a sus novias?

Poemas. A las novias a las cuales yo me enamoraba las sentía como mis musas y yo les escribía poemas. Muchas tienen mis poemas y me dicen: aquí tengo tus poemas.

 

Jajaja tuvo muchas novias…

No tantas, pero sí motivos de inspiración. Yo digo que al poeta siempre debe acompañarle una musa, porque la musa lo inspira.

 

¿Llevaba serenatas a sus novias?

No, no, no en esa época no. No llevaba serenatas porque eran muy caras jajaja, pero si mandaba flores.

 

Lo suyo era el poema, y cuénteme ¿hubo muchas conquistas con sus poemas?

Sí, dependía de lo que les decía, a algunas hasta les escribía versos eróticos.

 

A nombre…

Sí, ya en una relación más íntima va. La vena literaria siempre ha estado a la par del periodismo, pero para el periodismo hay que especializarse. Yo me especialicé en comunicación institucional como te digo. Yo trabajé con la Democracia Cristiana, trabajé con ARENA, con el FMLN y siempre han prevalecido mis criterios, mis conceptos profesionales y éticos, y quienes han sido mis jefes inmediatos han valorado mi trabajo y lo han desligado del trabajo político. Hoy muchos periodistas se ponen el chaleco partidario.

Foto de Dennis Leiva

Saltemos a su infancia ¿vivió una niñez sufrida, de pobreza?

Yo viví en un  barrio de Mejicanos. Viví en el Barrio San José, en la calle del Convento en la casa número cinco, y por ello es que mi proyecto editorial de edición de libros dice: Ediciones Calle del Convento, porque ahí está la vivencia con mis amigos, compañeros de juegos de esa época. Era un barrio muy pobre, pero yo no recuerdo que resentíamos de la pobreza. Todos estábamos en las mismas condiciones económicas y guardó amistades de esa época en que las pacotillas jugábamos ladrón librado, trompo, capirucho, encumbramos piscuchas.

 

¿Para cual de esos juegos era hábil?

Para ninguno, siempre me ganaban. Siempre había otros más hábiles en el tropo, en el capirucho. Eran tipos más listos, yo era un poco timorato. No tenía un carácter agresivo, era bien pacífico. Sí tenía amigos entrañables y todavía  están en mis recuerdos. Yo extraño esos días que no volverán.

 

¿Salía a bailes con ese grupo de muchachos, era de baile usted?

No, no. Te estoy hablando de una edad infantil. Ya más grande comencé los estudios en la “Escuela Normal Masferrer”. En 1956 que tenía yo 16 años ya estaba yo en la Escuela Normal y ahí si disfrutaba ir a fiesta y todo. Ya después en la Facultad de Humanidades, que eran ya estudios más serios, conocí a mi señora y nos casamos.

 

No fue muy parrandero…

No, no, no. No era yo de ese ánimo de andar tunanteando a altas horas de la noche, pero en la época que estaba en la Escuela Normal, aprendí a fumar, pero no me gustó y me quité el vicio. Ahí también me llevaron a conocer a “las chicas” mis mismos compañeros. Yo estuve tres años interno en la Normal y ahí me forme en la docencia. Ahí descubrí mi otra vocación: la docencia. Es por eso que mi lema es docente de vocación, periodista de profesión. Las dos actividades han marchado paralelamente en mi vida. Al tiempo que trabajaba como comunicador institucional estaba aquí como docente universitario. Fíjate como son las cosas y no sé como le hacía. De estar a las 2:00 de la tarde en Santa Rosa de Lima en un evento del Banco de Fomento a estar aquí a las 6:00 de la tarde frente a mis estudiantes. Siempre venía con el reloj en mano tratando de llegar a tiempo a la clase. Yo trabajé contra el reloj para estar a tiempo en mis clases y cualquiera de mis alumnos les puede decir que nunca falté a una clase y estuve casi 40 años. Es que para mí la docencia es un mandato, un apostolado, no ha sido un modus vivendi.

 

¿Cuál ha sido su música preferida a lo largo del tiempo, qué música le gusta?

De todo. No hablemos de música, hablemos de ritmo por ejemplo el flamenco que a mí me encanta.

 

¿Escucharlo o bailarlo?

No, nunca lo he bailado. Yo estuve en Granada (España) en un tablado flamenco y aprecié bien lo que es el tablado flamenco. Me gusta la rumba, la salsa, la guitarra…

 

Le gustan los tríos…

No, los tríos no, pero si amo los conciertos de guitarra, los clásicos. Me gusta la música folclórica, la andina me gusta mucho, el reggaetón si no por favor. Yo siempre ando escuchando música clásica en el dial. Para mi Serrat y Sabina son unos “mostros” de la música. Me gusta también la música de Mercedes Sosa, Violeta Parra. Soy muy pluralista en los gustos y los ritmos. Con un ritmo que me gusta yo ya le estoy moviendo los pies y aplaudiendo. El aplauso flamenco es aprendido y también el zapateado.

 

¿Era bailador de joven?

Sí bailaba. Incluso en la profesión mía. En el campo de la comunicación y las relaciones públicas uno tiene que presidir algunos eventos y sacar a la reina a bailar y quedarse ahí disfrutando de la fiesta. Lo único es que si yo estaba desempeñando una función yo era muy celoso de cumplirla. Ni con mis tragos perdía la noción de la función que estaba desempeñando.

 

¿Los tragos desaparecieron de su vida, o se los echa de vez en cuando?

Yo tengo mi bar ahí con buenos wiskis, con buenos tragos, pero no soy alcohólico. El fin de semana me echo unos tres o cuatro tapis antes de almorzar y luego pego una buena dormida. No es la cosa como aquellos compadres que se buscan y salen a conquistar el mundo.

 

Me contaba que jugó trompo, capirucho y otros juegos de antaño, en la actualidad esos juegos casi no existen. Usted es moderno tiene Facebook y hasta fans page ¿juega videos games con sus nietos?

Ahora la tecnología digital ha ocupado la mentalidad incluso en los juegos y es el problema que tenemos a veces de los hijos, ellos están más clavados en el celular y la tablet.

 

¿Usted ha intentado jugar ahí?

No, no, no, no me interesa. Además yo no soy muy experto en la tecnología digital yo he tenido que aprender a manejar Facebook ya viejo. Hay gente que ya tiene diez años de estar en la tecnología y se las sabe de todas, todas, pero  yo soy un novato. La tecnología de cualquier forma es útil, pero para mí la mejor tecnología es la pizarra y el plumón acrílico. Yo le puedo hacer maravillas en una pizarra porque sé dibujar, sé graficar, sé sistematizar una clase para que tú como estudiante no pierdas el hilo. Si un profesor te lleva el “powerpoint” y te proyecta dos o cuatro líneas porque no puede utilizar la pizarra, no quiere decir que la pizarra está desfasada, ellos son los desfasados porque la mejor tecnología no la saben ocupar.

 

Tiene 77 años, fue catedrático en la UES casi 40 años ¿a su juicio que aporte le deja al país?

Yo le dejo una generación de periodistas con nivel competitivo. Hay un grupo de periodistas que reconocen que yo los he formado, que yo he creado una escuela de un periodismo interpretativo.