Por Santiago Leiva
Julio creció en un mesón, creció viajando entre San Salvador, Olocuilta y La Libertad. Él fue dueño de una niñez despreocupada, vivía sin problemas de horario jugando al fútbol, la chibola y el trompo en la calle, o tirando piedras con una “hondilla” a las iguanas, las lagartijas y los pájaros que se le cruzaban en las barrancas.
Ese periodo se remonta a mediados de la década del 60, y a esa forma de vivir y divertirse él la define como “paraíso”. De ese pasado “maravilloso” han pasado varias decenas de abriles, hoy a sus 62 años Julio ya pinta centenares de canas y aunque adorna con sonrisa y nostalgia su niñez, lo cierto es que también lo hace la feliz la profesión que ejerce y el racimo de títulos que tiene sobre sus espaldas y seguramente en marcados y colgados en las paredes de su residencia.
Y es que a diferencia de su madre, que solo aprendió las letras que el mismo se encargó de enseñarle, y su padre un taxista listo para los juegos de azar, Julio dedicó su adultez para convertirse en un intelectual con títulos y maestrías en diferentes ramas. En la actualidad estudia un doctorado en Estudios Sociales, pero ya tiene bajo el brazo una licenciatura en trabajo social y un par de maestrías entre las que destaca la de antropología socio cultural. En la actualidad a parte de impartir sus conocimientos a los estudiantes de la Universidad Tecnológica, Julio es el director de la Escuela de Antropología de la UTEC, y su oficina está amurallada por pintorescas estampas de los tradicionales “moros y cristianos” y pinturas tan representativas como la matanza de campesinos de 1932.
A sus estudios y enseñanzas, Julio ha añadido su hambre por la lectura y habilidades propias para la fotografía, y la escritura de cuentos y textos sobre sus investigaciones, lo que le pone un escalón más arriba de cualquier profesional.
Parte de esa inteligencia y habilidad seguramente Julio la adquiero de su padre a quien define de súper inteligente. “Yo de mi Papá tengo recuerdos súper bonitos. Él era un taxista, jugaba fútbol y además era un jugador de naipes, de chivos y billar. Era un taur y además muy malcriado, es una de las razones por la cual yo soy malcriado también”, dice.
“No había juego de azar que él no jugara, pero además era un tipo súper inteligente, era muy listo, fue un tipo que nunca fue a la escuela, pero tenía una de las caligrafías más bonitas que he visto, y era capaz de hacer multiplicaciones de tres números y te podía sumar 10 números de cuatro cifras sin tener que ir uno por uno” recuerda.
De Julio Martínez también se pueden decir muchas cosas, es un tipo con el que se puede hablar por horas sobre cultura, política, música o cualquier otro tema. El día de esta platicadita me bastó ver la su presentación en si muro de Facebook llegarle y tratar de entrar a sus entrañas de su vida. “Soy un tipo serio, decente, y formal. Creo en lo posible. Soy maestro del sarcasmo” se presenta en su muro. Y claro la primera gran verdad es que este catedrático universitario no cree en Dios. Julio Martínez es mi personaje en el mes del maestro.
¿Cómo se hace par ser un tipo formal, serio y al mismo tiempo maestro del sarcasmo?
Jajaja. Lo del sarcasmo es un juego. A veces uno no puede decir las cosas como las quisiera decir por el temor a que el otro se sienta dañado y uno no tiene los ánimos de estar confrontando entonces se hace un sarcasmo. El sarcasmo requiere de mucha habilidad para poderlo hacer y si uno no tiene los suficientes elementos para trabajar un sarcasmo es probable que lo que digas se escuche burlesco, y no se trata de ser burlesco, se trata de ser sarcástico nada más.
En tu muro de Facebook te has puesto “San Julio” de forma sarcástica…
Lo de San Julio ciertamente es un sarcasmo yo no tengo creencias religiosas porque creo que el tema de las creencias religiosas es un asunto cultural. Porque? Porque en la medida que los españoles invadieron, colonizaron, evangelizaron e impusieron una manera de entender el mundo, una ideología, en esa medida nosotros somos cristianos y la mayor parte católicos. Que tal si los africanos nos hubieran invadido o colonizado ¿cuál sería nuestra religión? Obviamente no sería una religión católica cristiana, y si hubieran sido los asiáticos tampoco. Yo creo que el tema de es un tema absolutamente cultural. Cuando digo que es absolutamente cultural lo que quiero decir es que está más relacionado con una construcción social y la construcción social se define como las cosas que tu vas aprendiendo en la vida con otros y lo digo de una manera sarcástica también: todos los niños nacen ateos. Todos los niños nacen ateos, todos los niños nacen sin Dios, pero en la medida que van creciendo van construyéndose culturalmente, socialmente y aprendiendo esos elementos de la cultura que son importantes para la vida y para la buena relación. En todas la religiones te implican una regla para la mentira, una regla para no matar a nadie, una regla, una regla contra la infidelidad, para no desear los ajeno, para no robar, y esas reglas son importantes para la vida, pero no necesariamente tiene que atravesar por la religión y tú no necesariamente tienes que ser un religioso para cumplir con esas reglas. Para amar a otra personal ( no amor sexual) tu no tienen que ser un religioso, tu tienes que ser un humanista. Un humanista no necesariamente es un religioso.
Te consideras un ateo…
Yo me considero un ateo, pero yo prefiero decir que soy un hombre sin creencia religiosa. Yo creo en las cosas que están, que existen y que son. Alguna gente puede decir si pero Dios existe, esa es una percepción porque si Dios existe podrán existir las otras cosas que no vemos y estoy hablando del Cipitío, La Siguanaba, El Cadejo, todas estas cosas que también existen en la creencia de las personas. Claro hay un tema de fe en el que la gente navega por este mar de la religiosidad y el tema de la fe a mí me parece importante. Si la gente tiene fe tiene maneras de resolver sus problemas. Un hombre sin fe no tiene manera de resolver sus problemas más que a través de si mismo. Hay personas que dicen le pido a Dios que me ayude a resolver los problemas que tengo, que me eche la mano, pero los que no tenemos este tipo de creencias pues lo que hacemos es ponernos a trabajar para resolver los líos que tenemos.
¿No crees en lo imposible?
Yo creo en las cosas que son posibles, y las cosas que son posibles habrá que defenderlas. La imposibles no son posibles. Una vez alguien me preguntó si me sentía satisfecho con las cosas que hacía en mi trabajo y yo dije que no porque creo que uno siempre puede dar más, pero ese dar más es la posibilidad cierta de hacerlo, pero yo por ejemplo no puedo trabajar 24 horas todos los días, eso es imposible para mí y para cualquiera.
¿Los milagros dónde los dejas? la gente dice que yo soy un milagro de la vida…
No, desde mi perspectiva vos sos un tipo valiente. Hay gente que tiene la valentía la gana de salir adelante, tienen la fe y tienen la pasión por salir adelante. Es que la fe tiene efectos bien importantes en el desarrollo de la persona y también en la curación de enfermedades. Cuando la gente tiene fe en algo, en lo que cree y quiere y desea lograr eso el cuerpo se pre dispone para eso. Yo el tema de la fe no lo niego como poder, pero digo que yo no tengo fe como poder, yo lo que tengo es fuerza interior mía para para salir adelante. El tema de los milagros puede tener varias explicaciones. Algunos médicos tratan el tema de los milagros como casualidades, como coincidencias, como particularidades. El tema de los milagros no es un tema científico, lo científico es lo que tu puedes comprobar y repetir en iguales condiciones. Los milagros no suceden en iguales condiciones para personas, para sujetos, que tienen similares situaciones. No todas las personas que tienen un dolor de estómago se cura con una aroma terapia que es una cosa que parece milagrosa, pero que no es milagrosa. Sencillamente el tema de la aromaterapia te funciona en la medida que te activa elementos de tu cerebro. Yo alguna vez con lavanda me he quitado dolores de estómago ¿es milagroso?, parece, pero tiene una explicación científica. Déjame recordarte que en el inicio del mundo los seres humanos pensaban que un rayo era un tema milagroso, un tema divino, ahora sabemos que un rayo es un tema natural, pero eso lo hemos ido descubriendo a lo largo del avance del conocimiento. Hay cosas que ahora nos resultan inexplicables y tenemos que decir que es un milagro, pero en el futuro quizá le encontremos una explicación.
Imagino que de niño tu Mamá te llevó a bautizo, primera comunión ¿cuándo dejas tus creencias religiosas?
Lo he dicho muchas veces, yo no estoy en contra de la religión. Me parece que leer textos bíblicos tiene cosas buenas porque los textos bíblicos tienen enseñanzas fabulosas, pero no solo los textos bíblicos si tu lees el Budismo zen por ejemplo te encuentras con cosas bien bonitas ahí, si lees el Corán te vas a encontrar con cosas fabulosas. Y creo yo que uno no debería estar en contra de estos elementos religiosos, sin embargo el tema de la fe es un tema que se adquiere en la medida en que empiezas a creer en las cosas que no ves. Yo ciertamente tuve una formación cristiana desde el inicio de mi vida, una formación cristiana más o menos profunda. Alguna vez fui profesor dentro de una iglesia para sus miembros.
¿Iglesia católica?
De la iglesia adventista que es más dura, más radicales en el uso de las reglas. Por ejemplo los adventistas no comen cerdo, no fuman, no beben café y ninguna cosa que le vaya a hacer daño a su cuerpo.
Ósea fuiste adventista…
Claro, claro. Claro que sí.
¿Predicabas con el ejemplo?
Sí, si. Yo era un adventista practicante. Eso fue en 1978, cuando en El Salvador teníamos distintos movimientos sociales en los que yo participaba y que además empezaba a darme cuenta como era la vida real, la gente pobre, la gente que sufre sin necesidad de sufrir y sin haber hecho nada malo, el asesinato de personas en manos de otras que no tenían nada en contra de ellos y terminaban asesinándolos.
Eso te hizo reflexionar…
Sí. Tu te preguntas como es posible que este Dios en el que nosotros creemos, este Dios de bondad permita que se asesine a otros, como es posible que vas por la calle y ves gente durmiendo en las aceras sin comer y durmiendo con perros para poderse calentar porque no tienen una sábana para cubrirse. Te preguntas como este Dios permite eso. Ahí te empiezas a cuestionar la existencia de Dios. Entonces claro esas reflexiones me llevan a entender que Dios no existe desde mi perspectiva, pero yo tengo mucho respeto por la gente que tiene creencia en Dios y les animo a que profundicen su creencia. Yo no soy un evangelizador de la no creencia, pero yo perdí la fe a partir de las cosas que miraba en otros, en la sociedad y mí familia. Mi Mamá y mi Papá eran gente muy trabajadora y sin embargo tuvieron mucho sufrimiento a lo largo de la vida y era gente buenísima.
¿Cómo era tu Papá, a qué se dedicaba?
Yo de mi Papá tengo recuerdos súper bonitos. Él era un taxista, jugaba fútbol y además era un jugador de naipes, de chivos y billar. Era un taur y además muy malcriado, es una de las razones por la cual yo soy malcriado también.
¡Era un taur tu Papá!
Claro, claro. Era un jugador de todos los juegos de azar. No había juego de azar que él no jugara, pero además era un tipo súper inteligente. Cuando jugaba póker tenía la capacidad de decirte cuales eran las 20 cartas que habían pasado en los últimos cinco minutos. Era muy listo, un tipo que nunca fue a la escuela, pero tenía una de las caligrafías más bonitas que he visto, y era capaz de hacer multiplicaciones de tres números y te podía sumar 10 números de cuatro cifras sin tener que ir uno por uno.
¿Sacaste esos genes?
No creo, hubiera querido. Mi Papá para el tema de la aritmética era muy bueno, y lo de taur no lo saque tampoco. Yo me aburro jugando. Yo puedo jugar naipe, pero solo una jugada y me aburro. Lo único que juego a veces es billar como entretenimiento.
Imagino que tu Papá no fue restrictivo, ¿cómo viviste tu niñez?
Hay una parte de la niñez que la pasábamos entre San Salvador, La Libertad y Olocuilta que es el pueblo de mi familia, y viajábamos a La Libertad donde mi Mamá tenía un negocio. Entonces una parte de mi niñez, entre los 8 y 10 años, fue de mucho viaje. Yo no recuerdo que tuviéramos una restricción como hoy. Yo veo la vida de los niños hoy y me parece aburrida. Nosotros éramos como ocho o 12 primos que permanecíamos donde la abuela en la colonia Cucumacayan (cerca de Cementerio La Bermeja) y pasábamos jodiendo todo el día. Nosotros nos íbamos a la calle y jugábamos pelota, trompo, chibola o cualquier cosa. Cuando comparo la situación que viven hoy los niños con 1964, 1965, nombre aquello era el paraíso. Santiago, nosotros pasábamos en la calle todo el día, agarrábamos las hondillas y nos íbamos a andar matando higuanas, lagartijas y me da pena decirlo ahora, pero hasta pajaritos matábamos. Nosotros nos íbamos a las barrancas a andar buscando animales para fregarlos. Era un mundo distinto, era un paraíso.
¿De niño, en que momento defines tu futuro?
Mi generación (años 1976, 1977, 1978) creo no tuvo un sueño de futuro. Creo que eso te lo puede decir mucha gente de mi generación y particularmente los que teníamos una visión más social de la vida. Nosotros no mirábamos futuro, y es que algunos de nosotros nos involucramos con organizaciones sociales. Yo por ejemplo iba a marchas y participaba en cuanta manifestación había; y luego entre a trabajar con la Fundación Cristiana para el Desarrollo y la Fundación Salvadoreña para la Vivienda Mínima. En ambas mi trabajo era de promoción humana que significaba hacer valer los derechos de los pobres. Yo cuando tenía 18 o 19 años que empecé a trabajar en estas organizaciones no pensaba que iba a hacer en el futuro y creo que ninguno de mi generación porque muchos de nosotros estábamos en organizaciones de desarrollo que se vinculaban con organismo de la guerra como La FAL, La FPL, y no sabías si en cualquier momento te iba tocar morir y no porque estuviéramos en la guerra disparando sino porque en ese momento la vida no valía mucho para un muchacho joven de 21 o 22 años. El ejército te podía capturar en cualquier momento y asesinarte sin dar explicación y no pasaba nada.
¿Nunca te planteaste ser un combatiente más?
No. Yo tenía mi propia función. Es que el desarrollo de una guerra requiere de diferentes sujetos y actores porque hay diferentes funciones. Mi trabajo en la guerra tenía dos funciones, una era apoyar la llegada de alimentos y la otra era alquilar las casas. Vos no necesariamente tienes que tener un arma y dispararla para ser un sujeto útil.
¿Cuándo te planteas el futuro profesional?
Yo me planteo el futuro después de la ofensiva de 1989. Para entonces yo ya había estudiado trabajo social, era un licenciado en trabajo social, pero me planteaba que iba a hacer después del conflicto. Para entonces estaba ya con 30 años encima, pero tuve la suerte de conocer personas del extranjero que tenían vinculación con organismo de cooperación y fue así como me fui a trabajar con Naciones Unidas para desarrollar actividades en pro de los desplazados y refugiados de la guerra en Morazán y Chalatenango. Con Naciones Unidas estuve tres años y después ocho años con la Unión Europea. En ese lapso desarrollé estudios para convertirme en un “Master”. Además comencé a dar clases en esta universidad (UTEC) en 1989. Más adelante, en el año 2004, decido ingresar con fuerza a las universidades, así que trabajé con La Luterana, con la Andrés Bello, con la Don Bosco, con la Evangélica con la Metropolitana que ya no existe, y con la Tecnológica que ha sido mi universidad desde 1989. Dejé de trabajar un par de años acá por irme a Don Bosco, pero regresé en 2005, en el 2008 me vine del todo y en 2010 asumí la dirección de la Escuela de Antropología. A esas alturas yo ya había tenido una segunda maestría y me había formado también en antropología socio cultural que es lo que ha hago en esta universidad. Hoy en día estoy estudiando un doctorado en Estudios Sociales que me lo financia la universidad.
Tu Papá y tu Mamá me contabas que eran analfabetas, tu éxito profesional es un salto de calidad en la familia Martínez…
Claro, yo creo tener un reconocimiento de mis estudiantes, que seguramente piensan en que yo soy un buen profesor. Mis Papás tuvieron una vida dura y mis hijos se han formado profesionalmente, pero creo que uno no debe perder el piso de donde viene y porque está en el lugar donde está. Yo pienso que tengo un propósito y que el propósito que yo tengo es el que estoy cumpliendo. Mi propósito es la hacer la transformación de la gente que se quiere formar. Si me pregunta ¿Cuál es tu trabajo? Yo digo mi trabajo es transformar a la gente que va a transformar este país, alguna vez eso va a pasar y yo lo creo así.
Ser maestro es un don ¿te hubieses imaginado de niño que tenías don de maestro?
No. Mi Mamá siempre me decía que yo iba a ser ingeniero y yo me lo creía, pero luego me di cuenta que el tema de los números de la física no era lo mío. Yo me di cuenta que tenía las capacidades para ser profesor cuando vi que la gente cuando yo hablaba me escuchaba, me atendía.
Eras malo en matemáticas jajaja…
No, no soy tan malo, tengo algunas habilidades, pero no es un tema que me atrae. Me atraen más los temas sociales y yo me di cuenta que tenía labia.
Bien pudiste estudiar periodismo…
Sí si si. He hecho periodismo radial alguna vez, he tenido un par de programas de radio. Y he escrito artículos para varios periódicos digitales desde hace unos 15 años probablemente.
¿Has publicado libros?
Sí, si si, he hecho artículos, he hecho textos, he hecho libros. Hay un libro que me publicaron en Inglaterra.
¿Qué te gusta escribir?
Escribo temas sociales, temas políticos de interés y escribo sobre temas culturales. Lo último que he escrito es un texto (libro) que se llama: Moros y Cristianos en El Salvador.
¿No te gusta la poesía y los cuentos?
Escribo cuentos, he escrito cuentos también y tengo una web de cuentos y como no los publico los pongo ahí para quien los quiera leer. La web se llama los “Cuentos del Cipote”. Poesía escribí como los 17 o 18 años y no era tan malo para la poesía. Tengo un montón de amigos poetas de esta época que son muy buenos.
El otro día montantes una galería fotográfica ¿la fotografía también es parte de tus pasiones?
Jugar basquetbol era una de mis pasiones, la fotografía es otra de mis pasiones y escribir sobre temas culturales es otra de mis pasiones. Dar clases es una cosa que disfruto maravillosamente. Dar clase lo gozo y me da mucha vida.
Veo muchos cuadros acá, ¿Pintas, dibujas?
Me gusta pintar y dibujar, pero no de manera profesional porque estoy seguro que es una cosa que no puedo hacer bien. Esos cuadros que ves ahí (colgados en la pared) son de mi hermano, pero mi hermano si es un pintor profesional. Yo dibujo cuando estoy un poco cansado, un poco estresado y quiero alejarme un poquito del trabajo. También toco guitarra, mal también.
¿Qué música te gusta?
La música que a mí más me gusta es el jazz y es un poco extraño porque viniendo del entorno donde me forme, el jazz no debería formar parte de mis cosas, pero extrañamente a mi Papá le gustaban las grandes bandas, le gustaba el jazz. Yo tengo una colección de cerca de 500 discos de jazz originales y puedo hablar de jazz con cualquier experto de jazz, puedo hablar sobre la música en general y sobre la historia de la música porque he leído.
Hoy en día la moda es el reggaetón y tus alumnos son jóvenes debes estar actualizado…
Sí, escucho los reggaetoneros y no me parece tan deseables de escucharlos. Yo creo que para escuchar reggaetón uno no debe tener mucha cabeza porque el reggaetón como tiene dos o tres compases es muy fácil de meterse a la cabeza, mientras que el jazz tiene 20 o 30 compases y es más difícil de asimilarlo. Es más difícil que te guste un jazz a que te guste un reggaetón. Si tu desarrollas la inteligencia musical es muy probable que te guste un Chopin, un Bach, un Beethoven… el reggaetón es para gente que no tiene mucho sentido musical y que no es capaz de seguir, cinco, seis, ocho o diez compases.
Entre tantas pasiones que tienes, ¿si te tocara que elegir solo una, cual sería?
Dar clases. No sé si voy a dejar de dar clases alguna vez. Ahora mismo no lo veo ni puedo decir dentro de diez años voy a dejar de dar clases. No creo. Si dentro de diez años me dan chance en una universidad para dar clases seguro que voy a estar dando clases.
¿No tienes mentalidad de retiro?
No, no lo veo. Tengo 62 años y si yo tuviera 75 años seguro que seguiría dando clases y haciendo lo que hago los fines de semana. Los fines de semana lo que hago es que agarro mi carro y me voy a la montaña a caminar y tomar fotos.
Veo en tu oficina un cuadro de la masacre de 1932, imagino que has estudiado esa historia ¿el general Maximiliano Hernández Martínez tiene alguna relación con tu apellido?
Nombre, nombre, mira lo que pasa es que los Martínez somos el apellido más repetido en este país. Si tu buscas cual es el apellido más repetido es el Martínez, seguido de los Hernández y luego de los Ramírez. No son los Pérez, y eso lo puedes comprobar si agarras un directorio telefónico y ves cuantas páginas de Martínez hay. Los Martínez somos más, somos más, pero no somos los mismos. Hay un montón de Martínez que yo conozco que no tienen nada que ver con migo y efectivamente Maximiliano Hernández Martínez tampoco tiene nada que ver con migo sin embargo Maximiliano Hernández Martínez ha sido una de mis aficiones académicas.
¿Por qué?
Porque siempre has escuchado esta dualidad de Martínez, que es un hombre malo o que es un hombre bueno y eso te dice que hay que estudiarlo
¿Y fue malo o fue bueno?
Lo digo como lo he escrito alguna vez, Martínez es un hombre del día y un hombre de la noche. Martínez tiene luces y sombras. Tuvo cosas buenas y fue un hombre malo. Fue un tipo hábil, listo. Cuando Martínez llega a la presidencia de El Salvador monta el Banco Central de Reserva, la Corte de Cuentas, desarrolló una red de carreteras muy buenas, pero también cosas malas como la matanza, nadie quisiera tener un Martínez ahora por más que la gente que no conoce la historia lo diga. Él tenía ideas teosóficas, el tipo era un dictador.