Mejores sistemas de salud habrían evitado 80 % de muertes en países subdesarrollados

Agencias

Hace dos años la Organización Mundial de la Salud (OMS) registró 19,3 millones de muertes en países de ingresos pobres y medianos. Intervenciones en salud pública y atención médica las habrían prevenido.

Prevención, tratamiento, rehabilitación y cuidados paliativos: ese es el paquete que debería ofrecer un buen sistema de salud, de calidad. Un sistema que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial, debería cubrir a todas las “personas y comunidades sin que tengan que pasar penurias financieras para pagarlo”. El problema es que lograr una cobertura sanitaria universal (CSU) es todavía un ideal para países de ingresos bajos y medianos (PIBM), donde se podrían evitar miles de muertes.

Así lo confirma una investigación de universidades norteamericanas como Harvard y Standford. Este estudio, basado en datos de la última Carga Mundial de Morbilidad de 2016, reveló que el 80 % de muertes ocurridas en 137 países se pudieron haber evitado a manos de los sistemas de salud. Algunas de estas causas (enfermedades cardiovasculares, mortalidad de recién nacidos, tuberculosis, accidentes de carretera, cáncer, sida y otras 55 condiciones) eran susceptibles de atención médica o intervenciones en salud pública.

Para llegar a esa conclusión, los autores tomaron el número total de defunciones, sus causas y su grado de letalidad y los compararon con el alcance que tienen estas mismas enfermedades en 23 países ricos, que reportan sistemas de salud sólidos. En esa ecuación también se tuvo en cuenta otro factor: la utilización de asistencia sanitaria. Este factor fue medido a partir de encuestas ciudadanas, en las que pudiera estimarse cuántas muertes eran originadas por mala calidad en los sistemas de salud y cuántas por la falta de utilización de los servicios.

El resultado fue que de los 19,3 millones de muertes relacionadas con estas causas específicas, 15,6 millones de ellas eran evitables por los sistemas sanitarios de Vietnam, China, Brasil, Costa Rica, Colombia y Chile, entre otros. El control y la prevención habrían evitado siete millones de ellas, mientras que el resto se pudo haber prevenido con tratamientos de calidad.

El asunto influye en la mortalidad infantil. De acuerdo con los investigadores, la baja calidad de los sistemas de salud en África o India es una de las principales causas de muertes en recién nacidos. Estos lugares registran un total de 40,5 muertes por cada 1.000 nacimientos. Asimismo, las deficiencias en la calidad hospitalaria parecen aumentar los riesgos por afecciones quirúrgicas, atención obstétrica y atención de la tuberculosis en regiones en desarrollo.

De ahí que la cobertura sanitaria sea una de las metas internacionales; en específico, el tercer Objetivo de Desarrollo Sostenible por cumplirse antes de 2030. Se estima que en caso de lograrse, se evitarían 8,6 millones de muertes por año en el mundo. Sin embargo, los autores del estudio, publicado en la revista científica The Lancet, sostienen que “expandir la cobertura del servicio se acompaña de inversiones en sistemas de salud de alta calidad”.

En Colombia, por ejemplo, las condiciones están a medias. Según el profesor de economía David Bardey, de la Universidad de los Andes, la opinión que merece el sistema nacional está dividida. Mientras el Ministerio de Salud tiene razón en ufanarse de los costosos tratamientos que ofrece a sus pacientes, las quejas de sus detractores también son válidas. Estas son “trabas administrativas o la negación de tratamientos que deberían cubrir y los tiempos de espera demasiado largos”, afirma el experto en el portal de la universidad.

Ese panorama, en total, parece no sumarle puntos al caso nacional, que se ha comprometido con el resto del mundo a reducir en un tercio la mortalidad por enfermedades no transmisibles en un plazo de 12 años.