La cultura machista que transmiten las mujeres

#Niunamenos #Vivasnosqueremos

Lenny Castro

“Dicen que desaparecí porque andaba sola por ahí, porque usaba la falda muy corta, se la pasan culpándome a mí. Me dijeron que diga que sí, me mataron desde que nací. Me obligaron a ser una esclava: lava y lava, y a parir.” Es la crónica de un femicidio en primera persona  en la voz de Maria Paz Ferreira, activista y cantante argentina mejor conocida como Miss Bolivia, quien sumándose al movimiento feminista de su país hizo de la canción “Paren de matarnos” un himno y el cual refleja la realidad de muchas mujeres.

Y es con esas palabras que he decidido empezar está columna, en la cual quiero recalcar lo que significa nacer mujer en un país machista como el nuestro y sobre todo crecer como una mujer alienada por dicho machismo, transmitido de generación en generación, no solo por los hombres sino también por algunas mujeres.

Sobre el tema hay mucha tela que cortar y aunque sé que muchas estarán en desacuerdo conmigo, quiero compartir mi punto de vista. Creo que aquellas que queremos cambios para las futuras generaciones y que conocemos el valor de ganar libertades, respetaran el enfoque sin atacar estas palabras, porque para saber hacia dónde vamos es necesario estar conscientes de dónde partimos.

Desde muy pequeña conocí el término “alienación” y aunque lo identifiqué más en el contexto cultural que en otros, siempre asumí que su significado primordial es la mutación de una persona a algo que no es y es un sinónimo de la “enajenación”.

Pero ¿Qué tiene que ver la alienación o enajenación con el hecho de ser mujer en un país machista? Simple, nuestras abuelas, nuestras madres y muchas de nosotras, en algún momento hemos compartido el mismo sistema de valores que los hombres.

Crecimos pensando que una mujer decente no sale a altas horas de la noche, que había que llegar virgen al matrimonio, que una mujer cocina, lava y plancha para su familia y que su rol de género primordial es ser madre y esposa, antes que profesional, entre otros.

Prueba de ello son las palabras de Paz Ferreira, cuando una mujer es víctima de la violencia de género, lo primero que pensamos es que es su culpa, si una menor se ve envuelta en una relación con un hombre mayor es porque ella quería y lo tentó. No importa su calidad de menor, actuó como una mujer fatal e indujo al pecado al mayor de edad.

Si a una mujer no le gustan los hombres es marimacha, si quiere competir en el mismo campo que un hombre está loca y es ilusa.

“Se la pasan culpándome a mí…”

Cuando desde pequeña la construcción de género que me han impuesto es la de complacer a un macho.

Es tan grande y tan difícil deshacernos de la enajenación que muchas mujeres, creen lo que los hombres repiten constantemente: que el feminismo y el machismo son la misma cosa, también opinan que no tiene nada que ver con sus vidas, porque ellas nunca han tenido que reivindicar sus derechos.

Por supuesto que no, porque para eso hubo otras antes peleando por ellos y eso es el feminismo. Es una lucha por la igualdad en todos los ámbitos.

Mientras que el machismo sostiene que el hombre es superior y si para demostrarlo hay que usar la violencia física o sicológica, que así sea.

Como mujeres crecimos creyendo que hay cosas exclusivas de hombres y nuestras antecesoras nos adiestraron a justificar siempre el mal proceder de ellos y a castigar y condenar el de ellas.

Si un hombre es infiel es porque así son ellos, pero si una mujer hace lo mismo es una puta o una hija de la gran puta. Aunque el proceder sea el mismo y la culpa en la escala de valores tenga el mismo peso moral.  El hombre en si o su madre nunca se han prostituido según la opinión de la sociedad.

“Me dijeron que diga que sí…”

Actualmente hay muchas formas en que las mujeres promovemos los comportamientos machistas en la vida cotidiana. Todavía enseñamos a nuestros hijos a diferenciar entre lo que significa ser hombre y mujer.

A una niña de 15 años le enseñamos que lo peor que le puede pasar en la vida es tener sexo, pero a un niño de la misma edad lo peor que le puede pasar es que le guste alguien del mismo sexo.

Cuando el punto primordial no debería ser el coito, si no la orientación e información correcta sobre el tema, así como su repercusión en las relaciones interpersonales, la salud reproductiva, el afecto y la intimidad, etc.

Nosotras mismas a veces somos víctimas de nuestro sistema de valores patriarcal, al echarnos al hombro más responsabilidades dentro y fuera del hogar para proteger a los miembros del género masculino con los que nos relacionamos.

En el trabajo para demostrar que podemos hacer lo mismo que los hombres y más, en el hogar para cuidarlos y que al final no terminen haciendo nada.

Si un hombre hace la misma tarea en el hogar, que cotidianamente hace una mujer, es alabado por su doble esfuerzo y si nosotras lo hacemos es lo normal por ser nuestra responsabilidad. Esas pequeñas cosas son las que al final perpetran el machismo.

“…me mataron desde que nací.”

Pero uno de los peores atentados a la lucha de la igualdad de las mujeres o el feminismo es atacarnos y anularnos a nosotras mismas por pensar de manera diferente.

Señalar a otra mujer por sus decisiones es socavar nuestra propia libertad, el hecho que una mujer tenga una concepción distinta a la mía del mundo, no la convierte en mi enemiga.

En esta lucha por la igualdad una premisa fundamental es la libertad de decidir, ya basta de condenarnos entre nosotros mismas por las opciones que tomamos, por cómo nos vemos o por lo que queremos.

¿Por qué voy a criticar a una mujer por vestir, pensar y actuar diferente a mí?

¿Por qué voy a ser la juez de una víctima de abuso sexual o violencia de género, si desconozco sus circunstancias? Decir frases como que fue su culpa por lo que vestía, porque lo permitía o porque salía sola de noche, no ayuda o hace desaparecer el problema de la violencia contra las mujeres. Al contrario, lo perpetúa.

La empatía y la solidaridad debe ser la guía de nuestra vida, eso nos permitirá respetar nuestras diferencias. Además debemos constantemente reeducarnos  para identificar los comportamientos producto de la alienación machista y así dejar de promoverlos.