Las especulaciones sobre el paradero y el rol actual de los bombarderos furtivos B-2 Spirit, parte central del arsenal aéreo estadounidense, van en aumento. Esto ocurre mientras el presidente Donald Trump adopta un tono cada vez más agresivo hacia Irán, en un contexto internacional marcado por el resurgimiento de tensiones en Medio Oriente.
Estos aviones, diseñados para evadir los radares y penetrar defensas enemigas, podrían desempeñar un papel decisivo si Estados Unidos decide involucrarse más directamente en el conflicto que Israel desató el pasado 13 de junio.
Fordow: el blanco subterráneo
La principal preocupación estratégica se concentra en un lugar: Fordow, una instalación nuclear iraní ubicada a 150 kilómetros al sur de Teherán. Esta base, enterrada profundamente en una zona montañosa, representa un desafío casi insuperable para las capacidades militares de Israel.
Pero no lo es para los B-2.
«Estados Unidos dispone de bombas muy potentes diseñadas específicamente para destruir refugios subterráneos reforzados, como los de Fordow, de las que Israel no dispone», explica Sim Tack, analista militar. «Se trata de artefactos que, para simplificar, solo pueden ser transportados por los B-2».
Un arma estratégica
Los B-2 no solo destacan por su sigilo, sino por su capacidad de carga: pueden transportar las llamadas bunker busters, bombas diseñadas para penetrar estructuras subterráneas. Por esta razón, su mera presencia o movilización genera inquietud y análisis entre los observadores de defensa y diplomacia internacional.
Hasta el momento, no se ha confirmado oficialmente dónde se encuentran desplegados los B-2 ni si han sido puestos en alerta. Pero el creciente clima de tensión, sumado a la incapacidad de Israel para actuar por su cuenta sobre Fordow, vuelve a colocar a estos aviones en el centro del tablero geopolítico.
Con información de France24