Rigoberto Chinchilla, presidente de la APES: “Hay comunicadores que siguen siendo grabadoras móviles”

Por Santiago Leiva

Con frecuencia, los jueves Rigoberto se mueve de saco y corbata por los pasillos de la Asamblea Legislativa, pero es solo un “disfraz”, él lleva siempre tallado sobre su cuerpo la “capa” de periodista, y el resto de la semana también sus botas de aventurero y cazador de noticias. La imagen que vende de funcionario la adquirió hace 15 años cuando llegó al Palacio Legislativo. Quince años atrás fue reportero de radio y televisión, y los primeros 16 años de su vida los vivió como vendedor de periódicos, vendedor de dulces en el transporte público, cobrador de microbús, vendedor de casete y vendedor de vajillas. Así de polifacético es Rigoberto Chinchilla, el mismo personaje que dirige ahora con éxito la radio de La Asamblea Legislativa, y que en unas horas será juramentado como presidente de la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES). A Rigoberto, que es el personaje con que cerraré el mes del periodista, lo conocí con pelo y siempre presentó esa imagen  rebelde y crítico al momento de interpelar a un funcionario público, y ahora con “look” rapado igual no tiene pelos en la lengua para poner el dedo en la llaga y decir lo que le parece mal. Por ejemplo uno de los temas que no deja de inquietarlo y que hoy como presidente de la APES busca poner sobre la mesa es el salario de los periodistas. “Es justo y necesario que los salarios de los periodistas dejen de ser salarios de hambre, los periodistas en este país deberíamos de ganar mil dólares como mínimo”, reconoce. Y es que para Rigoberto los bajos salarios acarrean una seria de males en la profesión de periodista. “Creo que el mantener salarios de hambre en el periodismo genera  un círculo vicioso de corrupción, de poca transparencia, de manipulación y lo peor del caso un cierto estigma que en su totalidad el oficio está plagado de corrupción y de conciencias que son comprables”, advierte. Empero no “solo de pan vive el hombre” y Rigoberto tampoco ha vivido solo del periodismo. De sus primeros años de vida guarda grandes anécdotas de cuando era vendedor de casetes y vajillas; así como de la soledad y la inmersión en los vicios por dedicarse exclusivamente al periodismo y la nueva experiencia que vive desde que se convirtió en Papá a inicios de este año. Rigoberto Chichilla es mi personaje de la semana.

 Te conocí con pelo y como chico rebelde a mediados de los 90s., hoy luces rapado, pero con las mismas convicciones…

Bueno me sigo considerando un aprendiz de ser humano porque creo que en la vida hay cosas que no están en ninguna negociación y sigo pensando que es importante mantener claro de donde uno viene y para donde va. A lo largo de esta historia se me ha caído el pelo, antes usaba peine, pero yo a pensar que físicamente he cambiado me sigo considerando el mismo Rigo de siempre. Yo creo que soy ciertamente una persona bastante rebelde, he sido un poco anarquista sobre ciertas formas del pensamiento conservador. De alguna manera me considero un subversivo de la realidad porque se trata de subvertir el orden de las cosas que están establecidas y que alguna mente poderosamente económica nos quiso imponer en la vida. Yo me considero un creador de cosas, de formatos, de inventos, pero sobre todo un aprendiz de ser humano porque todos los días aprendo de los demás.

Hay una anécdota que siempre me recuerda a ti, es la de un ex funcionario del Gobierno de Armando Calderón Sol que te llamó “piricuaco” ¿te acuerdas?

Sí, fíjate que esa anécdota fue importantísima, inclusive me siento hasta bien que haya ocurrido porque de alguna manera era una forma de silenciarte, de estigmatizarte en tu labor periodística sobre el resto de periodistas dóciles y complacientes que había en la época y que concurríamos a Casa Presidencial. En alguna oportunidad durante la administración de Francisco Flores me mandaron a llamar y me dijo que no le agradaban el tipo de preguntas que yo le hacía, era una forma de condicionarme.

Detállame lo de “piricuaco” ¿Por qué te llamó así?

Bueno Mario Acosta Oertel salía a hacer “lobby” con los periodistas cuando había conferencias de prensa en Casa Presidencial y había estado hablando muy mal de un colega ministro de él, pero era una forma de generar cierta comicidad entre los periodistas y a muchos de los colegas le gustaba preguntarles sobre cosas a él, y él se refería de manera irónica hacia ellas. Yo le dirigí una pregunta y él me dijo vos anda pregúntale eso al Héctor Silva (alcalde de San Salvador) “piricuaco” porque vos crees que no te conozco sos un “piricuaco”. Y ahí fue donde yo le dije: y usted cree que no lo conozco a usted que es “escuadronero”. Él se puso serio y colorado.

¿Firmaron la paz?

Fíjate que él ese mismo día quiso resarcir me ofreció unos cigarros, andaba unos Winston, pero yo se los rechace porque estaba un poco enfadado. Y a raíz de eso, vieras que fue algo genial porque un día yo estaba en la calle comiendo unas pupusas en un puesto modesto aquí por el Paseo Escalón cuando de repente se parqueó una camioneta y yo algo me asusté porque vi que bajó el vidrio y me grito: con razón estás bien gordito, “piricuaco”. Me volvió a decir “piricuaco”  jajaja pero esa vez a mí me dio comicidad y le dije que se bajara a comer con el pueblo, que fuera a comer pupusas, estás loco me dijo, subió el vidrio y se fue. Al final con Mario Acosta Oertel no tuvimos una amistad, pero desmitificamos eso y dejamos de andarnos diciendo cosas. Supe que tuvo problemas con otros periodistas. En mi caso del choque salió la luz por así decir.

Rigo llevas algún tiempo en trabajo más de oficina ¿extrañas esos tiempos de calle?

Sí de alguna manera lo extraño, pero no tanto porque en realidad me toca andar en la calle de igual manera. Si bien es cierto voy a cumplir 15 años de un trabajo  institucional en la Asamblea Legislativa, y cinco años de estar a cargo de la Radio Legislativa, que salió al aire justo el 31 de Julio como un homenaje a los periodistas, hago trabajo de calle porque la radio tiene cinco repetidoras, tengo cinco cerros que visitar porque tengo equipo en esos lugares y me corresponde a mí ir a verificar el funcionamiento.

He notado que lees mucho ¿eres más de leer libros que ver la televisión?

Sí a mí me gustan más. La televisión la siento como un medio más falso porque todo lo quieren arreglar con imágenes creadas aunque el mundo a tu alrededor este sucio. Para trabajar me gusta la radio porque no tengo que llegar bien vestido.

¿Tu hobby son los libros?

La verdad es que te soy franco en mi casa hay más libros que cuadros de pintura. Afortunadamente tengo dos libreras. Algunos de los libros son comprados, tengo robados, no devueltos, regalados y otros que inclusive he encontrado. Tengo de verdad una selección de libros que yo quiero mucho aunque se miren viejitos. Algunos me han marcado la vida y me han sensibilizado tanto que inclusive he llorado sobre sus páginas. Me encanta mucho el relato y tus libros por su puesto los tengo ahí y reconozco haberlos leído y creo que hiciste un esfuerzo muy importante y me gustan porque lo tuyo es relato corto con finales sorpresivos… así que reconozco que me encanta la lectura y siempre hago un poco de tiempo…

Un periodista no puede darse el lujo de no leer un libro…

De verdad que es casi una obligación el leer, yo ahora mismo estoy leyendo el ante proyecto de Ley del Periodista, no es un libro, pero es un documento y de alguna manera los libros lo son. Te voy a decir qué yo era muy malo con la ortografía y honestamente aprendí ortografía leyendo. Hay libros en los cuales hay errores ortográficos pero hasta en esos uno aprende me entiendes. No estoy diciendo que es el mejor método, lo que estoy diciendo es que a través de los libros aprendí. Yo nunca entendí cuál era la regla de la palabra esdrújula o la aguda sino que yo simplemente me fijaba donde se tildaba y donde estaba la fuerza de la pronunciación de la palabra y eso lo entendí leyendo no por leer la gramática. A mí la lectura me llevó a aprender la ortografía y sigo aprendiendo.

¿A tu juicio, qué tanto ha cambiado el periodismo de nuestro tiempo al que se ejerce hoy en día?

Pues creo que ha cambiado quizás tecnológicamente porque hay mayores facilidades. Hoy por ejemplo andas grabadora compacta en comparación con aquellas grabadoras “ladrillitos” que se usaban. Así que creo que de alguna manera estamos más comunicados tecnológicamente, pero más incomunicados como seres humanos. Creo que hay comunicadores que siguen siendo grabadoras móviles porque lo que menos hacen es preguntar sobre las temáticas que están. En aquel tiempo nos agrupábamos y éramos un poco más solidarios. Nos organizábamos para hacer las preguntas en Casa Presidencial.

Obvio hay cambios, lo que no cambia son los salarios de “hambre”, el periodista sigue siendo el menos pagado…

Bueno yo me he alejado de los medios de comunicación y sigo más institucional, pero me encuentro con amigos de una década y media y siguen ganando lo mismo, los mismos $ 450 dólares que ganábamos hace 15 años. Eso a mí me causa mucha tristeza y a veces hay compañeros que celebran que otros la estén pasando muy mal. Yo he sido un precursor del respeto y el derecho de la actividad periodística y de los derechos laborales de los periodistas.

Entiendo que te juramentas como presidente de la APES  el 31 de Julio, ¿Qué se puede hacer desde la APES para mejorar las condiciones del periodista?

Mira yo le he dicho a los compañeros que no estoy con la idea de hacer todo un decálogo de promesas que puedan terminar en demagogia. Yo prefiero cosas concretas y estoy pensando en tres cosas en concreto en este mandato que vamos a tener. Uno es la creación de la ley que ya la tenemos y que la voy a presentar junto con la Junta Directiva este 31 de julio.

¿De qué trata esa ley?

Es la Ley Integral de Protección al Periodista. En resumen la ley habla de la creación de un sistema previsional de protección al periodista, integra todo lo que tiene que ver con la salud, con el tema salarial que tiene que ver con el tema de pensiones y con el tema de seguridad ocupacional. La ley  da cobertura a los estudiantes de periodismo en práctica y los colegas que hayan emigrado a otros países. Esta es una ley que sin dudas va a necesitar del apoyo y de la carpintería de todos, creo que es bien difícil exigir a la parte patronal que te aumenten el salario, pero creo que se puede hacer, sin duda, una exhortación de tipo moral de analizar el tema de los salarios. Para mí los periodistas en este país, aun así creo que es poquito, deberíamos de ganar mil dólares como mínimo. Pero te repito es un tema que debe llevarse a un profundo debate, es justo y necesario que los salarios de los periodistas dejen de ser salarios de hambre ¿por qué? Porque muchos son presas fáciles de las dadivas, de la comercialización de la comunicación, lo que conocemos como menta y es algo delicado porque el periodista juega con la conciencia de los lectores, de los radio escucha y los televidentes. Creo que el mantener salarios de hambre en el periodismo genera  un círculo vicioso de corrupción, de poca transparencia, de manipulación y lo peor del caso un cierto estigma que en su totalidad el oficio está plagado de corrupción y de conciencias que son comprables. Yo creo que por la dignificación de los periodistas eso debería terminarse definitivamente y también los empresarios deberían de hacer esa profunda evaluación. El gran problema es que aquí muchos siguen visionando al periodista como objeto y no como sujeto de fortalecimiento a la democracia. Hay empresarios que ni siquiera saben que hay licenciatura en periodismo. Me contó un compañero de TCS que un día llegó un hijo de un prominente apellido de este país, llegó a hacer sus prácticas, el muchacho venía de la Universidad de Navarra y que este le dijo al jefe editor mire: como ya van a terminar mis prácticas a ver si me da chance aquí aunque sea de periodista jajaja. Te podes dar cuenta aunque sea de… para él, el periodista  era lo más bajo.

¿Te advirtieron alguna vez que como periodista pasarías hambre?

Pues fíjate que no me lo advirtieron yo más bien lo viví. Yo trabaje por muchos años en la noche, tuve muchos turnos en radio y te quiero confesar yo dormía a la par de la consola porque tenía miedo dormirme y no encender la radio. Eso fue en aquellos años donde había constantes sabotajes urbanos, derribaban postes o casetas telefónicas y nos quedábamos sin energía. Ahí yo en la mañana me levantaba a encender la planta eléctrica y a veces sin desayunar.

¿Tu primer medio fue una radio, cómo llegaste a esa radio, no dijiste deme trabajo aunque sea de periodista  jajaja?

Jajaja, no mira, antes de iniciar en radio yo tuve trabajos informales. Yo fui repartidor de periódicos,  vendía periódicos, en esos años valía 0.20 centavos de colón el dominical y 0.15 el semanal. Era irónico porque el periódico del domingo lo vendías el sábado por la tarde. Entonces yo ganaba 0.5 centavos de colón por el periódico de lunes a viernes y 0.10 centavos por los periódicos del fin de semana. Yo fui vendedor de periódicos, fui cobrador en microbuses del transporte público cuando todavía no existían líneas. Trabajaba con un señor que tenía un microbús y me ganaba mis cinco pesos, también vendí dulce en el transporte público, vendí casete.

¿Casete en kiosco?

No. Los andaba una cajita de madera y era bien chistoso porque la gente me decía quiero escucharlos y en realidad casi escuchaba todo el casete y al final me decía, no tengo dinero, va a pasar el miércoles. Me iba a vender a las colonias a la Santa Lucia e Ilopango, en ese entonces valían 12 colones los casete. Había gente que me encargaba casete, a las muchachas de aquellos años le gustaba mucho la música de Menudo, Chayane… igual anduve vendiendo vajillas de esas Lenox. Con las vajillas me pasó una anécdota bien divertida, vos le decías a la gente que eran resistentes y la última prueba que hacías para que te la compraran era que tirabas un plato para que rebotara, claro lo tenías que tirar de ladito para que rebotara, en una de esas yo tiré el plato y se quebró. Yo me asusté porque como dice el dicho, a mí me iba tocar pagar los platos rotos, pero la señora me compró la vajilla, yo creo que en realidad me la compró más por lástima que por estar convencida que la necesitaba.

¿Es periodo de vendedor informal cuánto duro?

Eso fue como a los ocho años, 12 años y llegué a los 16 años. Yo trabajaba y siempre iba a la escuela. Antes de entrar a la universidad, a los 15 años yo tuve un amigo que trabajaba en Canal 12 que en aquel momento se llamó Telesistemas porque ahí estaba la radio AM 92, la Televisora y un periódico que era manejado por César Temes. Entonces este amigo, Carlos Cubías, me metía escondido los fines de semana  y ahí me empecé a enamorar del oficio porque yo era como el “marañón” de ellos. Les andaba cargando los cables y el trípode que era pesado. Y la par de ahí estaba la estación de radio, pero yo solo observaba.  Cuando cumplí 17 años ya había salido de bachillerato y me había escrito en la Universidad de El Salvador. Para entonces era el año 1988 y apareció en el periódico una oferta de trabajo que decía: estudiantes de periodismo presentarse en 1ª Calle Poniente 3412. Yo no sabía dónde era, y resultó ser el Seminario San José de la Montaña. Ahí funcionaba la estación de del Arzobispado de San Salvador que era YSAX, que era una radio que la dinamitaron nueve veces, la ametrallaron seis veces y le explotaron el transmisor tres veces. Era algo bien complejo porque estábamos a media guerra, no era tan fácil.

No mucho periodista querría trabajar ahí…

Pues fíjate que sí, cuando llegué había una cola como de 200 personas. Cuando llegué le pregunté a los de la cola: disculpen aquí es donde y les mostraba el clasificado, me decían: si, si aquí es, y a todos los miraba con su folder. Yo decidí ir a preguntar a la punta de la cola y cuando llegué me recibió la secretaria le pregunté lo del trabajo y ella me preguntó si llevaba currículo ¿Qué es eso le pregunte?. Me dio un lapicero Bic y escribí bien rápido mi nombre y donde vivía en una página porque no tenía ni teléfono en la casa. Hice la cola, esperé casi tres horas mi turno, y había un sacerdote que era el Padre Torruella, él era el responsable de la radio. Me dijo: así que tú estás interesado en el cargo y yo le dije si, ya no busque a nadie porque yo cumplo todos los requisitos que está pidiendo, a él le dio risa. Me preguntó que pensaba de la iniciativa de la iglesia católica para lograr la pacificación del país, que pensaba sobre la doctrina social de la iglesia y le respondí. Luego me preguntó si había tenido formación católica le dije que había estudiado en la Parroquial Fray Martín Porres, y que había hecho mi primaria en la Parroquia Pablo VI de la colonia Monserrat. Al final me preguntó si tenía teléfono, le dije que no, y me pidió la dirección para enviarme un telegrama si acaso se decantaban por mí. A los días llegó un telegrama y como yo nunca en mi vida había recibido un telegrama me sentí orgulloso y dije: me contrataron, pero el telegrama no decía te hemos dado el trabajo solo decía presentarse. Cuando me presenté me dijeron usted es la persona que hemos elegido para el trabajo.  Era un salario muy pobre de 300 colones y hoy en día cuando hago un recuento, recuerdo eso amorosamente como algo lindo que me sucedió en la vida porque a partir de ese momento, Santiago, me cambió la vida para siempre, porque desde entonces hasta esta fecha ni un solo día he dejado de trabajar.

¿Cuál ha sido tu caminar en el periodismo, que pasa después de YSAX?

Fíjate que exactamente el día de los Acuerdos de Paz, para entonces tenía 22 años, en ese mismo entusiasmo que teníamos, también por decir así, nos desmovilizamos periodísticamente porque ese día dejé de trabajar en la YSAX. Fue mi última día y fue un día maravilloso lo recuerdo perfectamente. Recuerdo haber llorado porque tuve turno en cabina y las campanas de la iglesia sonaron a las 12 del mediodía. Luego me fui al centro de San Salvador a ese reencuentro. Y en ese tiempo teníamos un proyecto, estábamos iniciando un tipo de periodismo nuevo. Yo creo que hasta fuimos un poco ingenuos cuando te digo que nos desmovilizamos y me refiero a que yo pensaba que al día siguiente ya íbamos a estar en paz y que en el periodismo íbamos a seguir haciendo lo mismo, pero me di cuenta en el camino de que lo que hacíamos era reportes de guerra. Veníamos de un periodismo de guerra y no estábamos preparados para un periodismo nuevo. Yo lo acepto humildemente que no estaba preparado, no sabía que era sociedad civil, no sabía que podíamos hacer un periodismo ambiental, de protección a los derechos humanos. Es decir los periodistas no nos preparamos para esa transición y tuvimos que aprender en el camino. Entonces fui a un proyecto, compraron una estación que se llamaba “La Versátil” y tenía un programa que nosotros producíamos que se llamaba “Rápidas, rápidas, rápidas de La Versátil”. Eran noticias cada hora de sucesos que tenían que ver con todas las instancias que se crearon en el momento de la firma. Posteriormente esa radio se convirtió en “La Cabal”, posteriormente yo trabajé en un proyecto que se llamaba la Radio Corporación Salvadoreña (La RCS). Al final el proyecto con el paso del tiempo también se vino abajo y me generaron la oportunidad de trabajar en Canal 33. Trabajé hasta 2004 en Canal 33, y ese mismo año Hugo Martínez del FMLN me generó la oportunidad de ingresar al grupo parlamentario. Luego en 2012 pasé a trabajar de manera institucional en la Asamblea Legislativa en la Unidad de Prensa y en 2013 someten internamente un concurso para la jefatura de la Radio Legislativa y al final se decantaron por mí. Hoy día estamos a punto de celebrar cinco años.

Has escalado alto ¿soñaste alguna vez ser periodista?

Fíjate que no fue mi sueño. Más bien me hizo soñar mi padre porque él me regaló un radito azul marca “Televox” y pues a mí siempre me encantó escuchar la radio. Según yo la gente que hablaba vivía dentro de la radio tanto así que terminé destruyendo la radio para ver. Así que digamos que no fue un sueño, sino un sueño que volví realidad.

Este año vas como presidente de APES, y también te inauguraste como padre ¿cómo estás viviendo esa experiencia?

Sí, mi hijo es quien me salva la vida. He vivido una vida bastante bohemia, bastante desordenada y vivido largos años donde me he ocupado más del oficio y de hacer equipo porque para mí eso es importante. Yo no puedo estar en una organización si no hago equipo…

¿Cómo es que tu hijo te salva la vida?

Bueno porque llevaba una vida de bastante soledad. Al final vos podes buscar refugio en el trabajo, pero no es tan saludable porque te lleva a ciertos niveles de estrés. Yo por ejemplo debo reconocer que en algún momento era una persona bastante, bastante explosiva. Por ejemplo si se caía un helicóptero y no quería ir el cámara yo agarraba el equipo y me lo llevaba. Inclusive llegó un momento en que llegué a ofender a mis compañeros a ofrecerles golpes y creo que era un alto nivel de estrés en el que yo no había reparado. Eso de refugiarme en el trabajo había hecho que yo no lograra tener una relación formal con una pareja y ya empezaba  a considerar que quizá yo no iba a tener una procreación, pero conocí a mi esposa en la Universidad de El Salvador. Mi hijo es planificado, no es producto de un accidente. Es producto de una planificación y de una planificación de “hit” porque nosotros cuando nos pusimos de acuerdo para concebir a nuestro hijo hasta bajamos una aplicación en internet de cuando empieza la ovulación. Y perdón, no es un tema de machín, pero en el primer “hit” se concibió jajaja. A mi hijo lo esperé con bastante ansiedad, con música de Mozart y con mi voz por su puesto. Hoy mi hijo apenas tiene cinco meses, pero desde el primer día reconoce mi voz. Él sabe que yo soy el que le leo cuentos, el que le leo sus libros y que le canto. Yo soy de esas personas que me siento responsable por la vida de él. Yo en la noche le dejo enjuagado su pañales y en la mañana los saco y no me hace sentir mal, al contrario me siento orgulloso de ser un padre que concurre y que juega con su hijo. Él me ha robado totalmente la ternura humana, me atrapó y siento que me salvó la vida.

¿Te llevó la soledad a los vicios?

Sí, yo viví un buen tiempo de bastante bohemia. Me identifiqué mucho con las canciones de Joaquín Sabina, aún sigo amando su música. Considero que él ha cantado las canciones que yo quise escribir en mi vida y me identifico con cada una de sus canciones, con su letra, y si me llevaron a los excesos. Hubo un momento en  que yo ingería alcohol casi todos los días de la semana. Al final paré porque me enfermé del páncreas y hoy soy una persona con diabetes y el doctor me dijo claramente que si que quería  vivir o morir. Así que viví esos momentos de soledad que también fueron agradables. Hasta el mismo Sabina dice en una canción “demasiados pecados he cometido en mi vida como para venirme a arrepentir de ellos a estas alturas de mi vida”. Fue agradable también el no ser responsable de nada.

¿Qué sueños te faltan por vivir?

Quiero escribir las memorias

¿Las memorias de Chinchilla?

Yo creo que le voy a llamar “diles que aún vivo” porque a lo largo de estos 30 años yo sobreviví al conflicto armado y a la violencia actual de las pandillas…yo he sido víctima de los pandilleros, este diente que ves acá es una prótesis. Yo iba llegando a casa me desconocieron y prácticamente me obligaron a salir de ahí.

¿Tuviste que dejar tu casa?

Me tuve que largar porque yo también me defendí a los puñetazos y me llegaron a amenazar en la madrugada. Ahora vivo en un lugar modesto, pero alejado de ese ambiente un poco hostil. Cuando me pongo a pensar en todo este recorrido me digo a mi mismo: diles que aún vivo.