¿Quién se sirve de la delincuencia?

El tema delincuencia y violencia en El Salvador es tan complejo como la cura. Es un “cáncer” que carcome día con día a los salvadoreños, y aunque obviamente hay medicina, nadie parece seriamente interesado  en llevar al laboratorio los ingredientes reales para el antídoto.
Acabar con el mal es una misión que con llevará a las autoridades a quemar millones de neuronas, a gastar alargas horas de diálogo, pero nada rendirá frutos sin la voluntad política y sobre todo sin apelar a la conciencia social.
Porque no hay dudas,  el “dios dinero” tiene de rodilla nuestra moral y secuestrada con doble grillete  la  conciencia social. Y es que la delincuencia paga. Es la punta del iceberg ilegal de un conglomerado de empresas que actúan legalmente pero que probablemente se sirven con cuchara grande de este mal.
Lo que todos vemos sin lupa y a través de las  noticias es que se paga renta para ingresar en muchas colonias, que la cifra de muertos por actos delincuenciales se mantiene alta, o que la tasa de extorsiones es elevada. Lo que rara veces observamos es quien se lucra indirectamente con esta acciones ilegales.
Lo que plasmaré a continuación, no es una verdad absoluta, y mucho menos tengo informes escritos para darlo por válido. Es mi simple percepción sobre quienes seguramente reciben una porción del pastel que reparte esta compañía llamada delincuencia.
En primer lugar yo sitúo a las empresas de seguridad y vigilancia. No tengo cifras actuales, pero hasta 2009 se estimaba que había 212 compañías de seguridad y que se proporcionaba empleo a unas 20 mil personas.
Después de seis años y con la delincuencia por las nubes no me cabe duda que este negocio se ha vuelto mucho más rentable. Se ha llegado al tiempo en que desde los grandes bancos hasta pequeños negocios familiares urgen de vigilancia privada.
No faltan uno o dos guardias de seguridad en los camiones repartidores de productos. Hasta el mismo gobierno se sirve de ellos para dar vigilancia a la entrada de oficinas públicas u hospitales. De ahí que no es necesario ser Albert Einstein y ni usar mucha lógica para deducir  que a los propietarios de compañías de seguridad no les conviene que la delincuencia se erradique.
Tampoco es lógico emplear a un vigilante sin arma y es aquí donde también entran al ruedo las armería o empresas dedicadas al comercio e importación legal de armas de fuego. No podría asegurar que tan rentable es este negocio, pero lo que si es cierto es que en un país con tanta violencia como el nuestro, hasta los pacíficos nos vemos tentados a armarnos.  
Las empresas que proveen los alimentos a  los reclusos de los penales también se sirven de la delincuencia, pues entre mayor cantidad  de internos hay recluidos, mayor es el número de platos que sirven. Hasta inicios de año, según informaciones periodísticas se contabilizaban alrededor de 28 mil reos, habría que preguntar cuanto cuesta una ración de comida y multiplicarlo por tres tiempos.
El siguiente sector en mi lista  quizá  parezca descabellado, pero es mi simple opinión y cada cabeza es un mundo. Desde mi punto de vista las funerarias también se frotan las manos y no tanto porque les contraten sus instalaciones para velatorios y servicios de fúnebres, sino porque de seguro, con tanto muerto, la producción y venta de ataúdes  se ha disparado. Sería importante ver un reportaje con números reales de cuantos ataúdes se venden a diario en las principales funerarias de El Salvador.
Dicho esto me atrevo a pensar que quienes cometen directamente los ilícitos son los socios ilegales con la menor cantidad de acciones en esta multinacional empresa llamada delincuencia.