Las imágenes que hablan y las cifras que confirman

Todos los que hemos estudiado comunicaciones o carreras afines conocemos aquel proverbio chino “una imagen habla o vale más que mil palabras”. Los que trabajamos con la proyección, sostenimiento y protección de la imagen sabemos que dicha aseveración es tan cierta como un dogma.

Es por lo anterior que quiero retomarlas, para poner en evidencia una de las razones del por qué muchos salvadoreños han buscado migrar, en el marco de la celebración del Día Mundial de los Refugiados que se celebró el pasado 20 de junio.

En El Salvador año con año aumentan los compatriotas que se van debido a la violencia y buscan refugio en otro país. Muchos salvadoreños son personas no gratas en su tierra y no es por malos, es por querer algo diferente y ser trabajadores, TRABAJADORES que  en algún momento sufrieron una agresión que venía de las maras y creyeron en la protección de “Papá Estado” y por eso se atrevieron a denunciar sin contar que esa acción era una sentencia para pasar a engrosar las cifras de los perseguidos y de los que llevarían una diana en su frente.

En otras palabras, si querés vivir en alguna zona de El Salvador donde la violencia de las pandillas impera, tenés que callar; ya que sobre la agresión (robo, amenaza, violación o cualquiera que haya sido el ataque…) hablar es un agravante para volver a sufrirlo o perder la vida, porque si te atrevés a denunciar y después de esa acusación hay capturas, no habrá piedra debajo de la cual te podás esconder dentro del país.

Muchos dirán que lo anterior es una exageración, pero las imágenes hablan y las cifras de muertos confirman, entre 17 y 24 homicidios por día, dichos números aseveran que en este país la vida ya no vale nada y todos aquellos que huyeron por la violencia son testigos sobrevivientes de ello.

Según el último informe de ACNUR la violencia en El Salvador, Guatemala y Honduras ha obligado a miles de personas a migrar y las razones no son económicas, éstas obedecen a temas de seguridad. El informe retomado por los principales medios de comunicación nacional apunta que solo en 2012 había 20,900 solicitudes de asilo procedentes de los países del Triángulo Norte, cifra que cambió radicalmente en 2015 a 109,800 revelando un crecimiento de más del 500%.

Y aunque el gobierno de El Salvador asegura no tener estadísticas de cuántos salvadoreños migran por la violencia, la acción de irse lo grita y lo certifica. No es un invento y decirlo no es un ataque por diferencias ideológicas a la política de este país, hay otras cifras que también confirman que algo anda mal. El Departamento de Censo de los Estados Unidos estima que entre 270 y 300 connacionales migran diariamente, solo a ese país.

Muchos hemos vivido en zonas conflictivas, otros aún lo hacen y las imágenes que se aparecen a diario allí dicen a gritos que algo anda mal, pero ya se ven como normal. Un muerto por la mañana, otros dos por la noche ¿Y Qué?

Mi respuesta a ese ¿Y Qué? es que no hay nada de normal en ello ¿Dónde está lo normal en que maten a un tal Juan o Pedro en la calle porque se durmió en un microbús y se le pasó la parada, entrando así a un territorio controlado por una pandilla distinta a la que reina donde a él le tocó vivir?

¿Dónde está lo normal en que a una tal Juana o María la rociaron a balas porque se le ocurrió salir a la tienda y casualmente allí estaba también comprando el blanco de una mara rival y fue un daño colateral? Explíquenme, por favor qué es lo normal y explíquenme por qué la población productiva de este país está desapareciendo a manos de unos pocos que culpan al pasado de ser como son y que hasta han manifestado sin tapujos que serán los que dirigirán el rumbo de este país.

Dónde está lo normal en salir por la mañana de mi casa y persignarme, decirle a mis hijos que: “primero Dios nos vemos en la noche” porque voy a trabajar y no sé si seré parte de esas cifras de muertos que confirman que acá cualquier delincuente decide sobre mi vida.

No es normal que dos personas de mi familia vivan en otro continente porque secuestraron a uno, y lo devolvieron con la condición que se fuera, y el otro fue perseguido por no querer engrosar las filas de los malos. Tampoco es común y corriente que uno de mis progenitores tuviera que pagar una extorsión para poder salir a la calle de su colonia de toda la vida.

Explíquenme por qué muchos de nosotros – también nacidos en la década de los 80, que crecimos junto al malhechor en el mismo barrio, jugamos en la misma calle y a veces hasta asistimos a la misma escuela, quienes también somos hijos de la guerra, perdimos a un progenitor y algunos toda una familia – optamos por estudiar y ser personas de bien.

Tu madre, mi abuela, la tía de mi amiga, la hija del vecino o la señora que vende el pan y yo. Todos estamos expuestos, por ser los que tomamos opciones distintas, pero ¿cuál será nuestro papel para protegernos?

Ojalá que los tomadores de decisiones en nuestro país, tomen enserio  esta crisis migratoria y levanten su voz y sus manos para defendernos y ejercer el papel que les corresponde.

Datos relacionados:

  • Otro dato importante del informe de ACNUR es que el destino ya no es Estados Unidos y México, el patrón ha cambiado y ahora son también otros países que ofrecen mayor flexibilidad para obtener un estatus de refugiados.
  • El número de refugiados en todo el mundo en 2015 ya era de 65 millones.