El salvadoreño habló fuerte y claro ¿Cuál es el mensaje?

“Los mensajes que andan por ahí”… después de la elección.

El que sabe de comunicación, sabe que hay toda una tesis sobre “Los Mensajes que andan por ahí”, también sabe que todo comunica y que el silencio nunca carecerá de significado. Todo eso se aplica perfectamente a la coyuntura electoral que ha vivido El Salvador.

Y ojo que no estoy hablando de los memes o mensajes que circulan en redes sociales o en medios de comunicación.

Estoy haciendo referencia a aquellos que quedaron plasmados en las papeletas electorales (pero no cualquier mensaje como una declaración de amor o el dibujo de un genital). Hablo de las declaraciones de intenciones de aquellos que se tomaron el tiempo de acudir a los centros de votación a ejercer su derecho al voto y en su ejercicio democrático decidieron anularlo, pero no sin dejar recados claros y concisos para la clase política salvadoreña.

A todos, además de darnos risa, debería ponernos en qué pensar; porque varias cosas si han quedado claro de ellos: la primera es que “Milena no es amiga de todos los salvadoreños”, aunque  vaya a ocupar un lugar en el salón según el dudoso trabajo de Smartmatic.

La segunda “que la gran mayoría de la población no se siente representada por ningún político y menos por los que han ingresado al club de la nueva burguesía a costa del sudor del pueblo.

También ha quedado confirmado, que después de 9 años en el poder el comunismo ha fracasado y que sus ansias locas de beneficiar a sus pura sangre con puestos políticos les ha pasado factura.

Además, y aunque les duela reconocerlo a los políticos,  el salvadoreño ha madurado al momento de tomar sus decisiones electorales y sabe el poder del voto castigo.

Es por ello que  nuevamente dispuso asumir las consecuencias de su decisión electoral  para mostrar su verdadero poder, aunque eso signifique levantar el castigo a los proscritos – no emitiendo el sufragio por ellos por supuesto –  pero dejando que su voto duro decidiera y permitirles volver a convertirse en la primera fuerza política.

Mientras que la quinta y quizás la más contundente es que, Nayib Bukele puede ser el próximo Presidente de El Salvador para 2019, independientemente de la fuerza política que decida representar.

Si tanto izquierda como derecha no saben interpretar estos mensajes o mejor dicho escuchar lo que la población les está gritando, pueden ir buscándose otra vaca de donde seguir mamando, porque la que tenían se niega a seguir dándoles tan generoso manjar o pueden volver a contratar a Smartmatic.

Escuchar decir al secretario de comunicaciones de la  presidencia,  que los resultados de estas elecciones no marcan o reflejan una tendencia para las votaciones presidenciales,  es un tremendo error y la soberbia sumada a la ignorancia se paga cara.

Y que ARENA, crea que su victoria se debe a que el salvadoreño vuelve a creer en ellos como institución política también es una equivocación. Los votos a su favor lo demuestran, no hay crecimiento. No hay sangre nueva que crea en ellos.

El pueblo habló alto y claro, no cree en la clase política,  no quiere a los mismos fósiles corruptos que tienen al país con lodo hasta el cuello; vengan del lado que vengan o vistan de cualquier color. Si siguen viviendo a costa del pueblo para este nuevo periodo, ha quedado claro, es porque los han impuesto sin tomar en cuenta la voz del salvadoreño.

En esta elección el gran ganador no fue la oposición, lo único que se reflejó es que su escaso voto duro se mantiene fiel a ellos, todavía. El gran ganador fue al que se le ocurrió la genialidad de promover la campaña de anular el voto.

Entonces una victoria con casi nula participación no se puede llamar  como tal.

En pocas palabras no hay ganador, solo están los que asumirán las consecuencias de su decisión de emitir o anular el voto y los que continuarán quejándose de sus legisladores, pero que no tuvieron el valor de cambiarlos por falta de fe en el proceso electoral.

Gracias a su silencio y a la falta de acción ahora nuestros intereses estarán representados por diputados sobre los cuales pesan acusaciones de enriquecimiento ilícito y aquellos que contratarán un ejército de asesores para poder desempeñar mediocremente el papel para el cual se les eligió.

Muchos tendremos alcaldes corruptos acusados de malversar fondos públicos, que departen y negocian nuestras libertades con el hampa de las pandillas.

Y los que si votaron, seguirán exigiendo un mejor El Salvador.

Pero como decía el escritor José Saramago: “La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva”.